Henry Spira

ADDAREVISTA 49

Henry Spira, un visionario, rompedor y pionero del movimiento pro derechos de los animales

Carolina Pinedo

Como decía el gran poeta Antonio Machado: «Se hace camino al andar» y Henry Spira anduvo, y mucho, a veces en la cuerda floja, por las difíciles lides del proteccionismo animal. Por ello, merece la pena recordar a un hombre del que, aunque murió en 1998, todavía se siguen sus huellas a la hora de marcar argumentos para avanzar hacia una sociedad más justa con respecto al trato que reciben nuestros animales. Tanto es así que este belga es considerado como uno de los activistas a favor de los derechos de los animales más reputados del siglo XX.

Henry Spira fundó en 1974 el grupo Animal Rights Internacional y realizó campañas contra la experimentación con animales que se llevaba a cabo el Museo Americano de Historia Natural en el año 1976. Su iniciativa marcó un hito para avanzar hacia una ciencia que no se apoya en la tortura a los animales para evolucionar en sus conocimientos.

No menos conocido es el anuncio que se publicó en 1980 a toda página en la prestigiosa revista The New York Times, donde aparecía una impactante imagen que a nadie dejó indiferente y que removió muchas conciencias: un conejo con esparadrapo en los ojos y el eslogan: ¿Cuántos conejos tiene que cegar Revlon en beneficio de la belleza? Spira consiguió con esta genial idea que, incluso la empresa de cosmética Revlon, donara 750 000 dólares a una fundación para investigar métodos alternativos a la experimentación con los animales. Este gesto por parte del gigante de la belleza fue seguido por marcas también muy potentes, como: Avon, Estée Lauder, Max Factor, Chanel y Mary Kay Cosmetics, que hicieron posible la creación del Center for Alternatives to Animal Testing (Centro para las Alternativas a la Experimentación con Animales).

Henry Spira era buen amigo de Peter Singer, otro reconocido y prestigioso activista de los derechos de los animales, que filosofó sobre la injusticia del especismo o la consideración de animales superiores (personas) e inferiores (el resto de animales, sobre todo algunos, como los destinados al consumo humano). De hecho, una de las mayores influencias para el animalista belga fue el libro de Singer, publicado en 1973, Liberación animal.

Cuestionar la doble moral de acariciar a un animal mientras se come a otro

El despertar del Spira hacia el compromiso por la defensa de los animales ocurrió, según él mismo relata, al observar al gato de su novia: «Me pregunté por la conveniencia de acariciar a un animal mientras clavamos el cuchillo y el tenedor a otro», comentó Spira. Desde entonces, llevó a cabo acciones de gran repercusión mundial en el avance de los derechos de los animales. Es el caso de la fotografía de un primate torturado durante meses en una silla del Hospital Naval de Bethesda para experimentos militares. La imagen dio la vuelta al mundo y con ella se consiguió la implicación y el compromiso de la primera ministra india Indira Gandhi para cancelar las exportaciones de simios a los Estados Unidos, con el fin de evitar este tipo de malos tratos a los animales.

La habilidad de Spira para dar visibilidad al sufrimiento que los humanos infligimos a los animales con total naturalidad consiguió otros logros. En este caso, con los animales considerados más de segunda que ninguno, los de consumo humano. Así, llevó a cabo un anuncio que comparaba el típico recipiente para el pollo de la empresa KFC con un inodoro.

Spira consiguió con todas sus iniciativas y campañas salvar a millones de animales del sufrimiento entre las rejas de un laboratorio o de una granja. Pero fue más allá y se comprometió también con la vida de los perros y gatos sacrificados en los albergues. Un terreno que hasta entonces no se había cuestionado porque, al fin y al cabo, estos animales estaban, supuestamente, en manos de quienes más procuraban su bien de manera desinteresada: los gestores de los albergues para animales abandonados.

Spira antimatanza o la filosofía del No kill

La matanza cero de perros y gatos en los centros de recogida y adopción era hace años una premisa utópica debido a la superpoblación de animales abandonados. No obstante, no sería justo criminalizar a las protectoras de animales que, con los recursos justos, recogen y adoptan todos los perros y gatos que pueden. Y es que, no debe de ser fácil para una persona que quiere a los animales rechazar a un perro o gato desvalido y sin hogar cuando llama a su puerta.

El precursor del movimiento pro derecho animal defendió el concepto No kill o matanza cero de animales. Ha quedado demostrado que la política de hacer hueco en los albergues para que entren más perros y gatos, que también serán carne de cañón, resulta ser pan para hoy y hambre para mañana. Este círculo vicioso de reciclado macabro de animales solo se puede romper a través de una eficaz política de esterilización de perros y gatos, así como del fomento de la adopción, identificación, censo y el no abandono. Pero para desarrollar estos pilares básicos se necesitan recursos, tanto económicos como humanos, y parece que los gobiernos no siempre están dispuestos a invertir en salud y bienestar animal.

Precisamente Spira fue un gran negociador que supo conciliar posturas con quienes atentaban contra los derechos de los animales y supo huir del sensacionalismo que se deriva de las atrocidades cometidas con los animales en los laboratorios o en algunas granjas. Como él mismo comentó: «No tenía sentido para mí editar una publicación para contarle a la gente atrocidades y pedirles que me enviaran dinero para poder contarle al mes siguiente más atrocidades, que seguirían aumentando y ello no ayudaría a ningún animal» y añadía: «¿Qué sentido tiene provocar una úlcera a la gente, entristecerlos, deprimirlos y decirles que al mes siguiente les vamos a deprimir de nuevo?».

Henry Spira criticó duramente y sin pelos en la lengua a quienes consideró fariseos del mundo animalista. Fue el caso de algunos ejecutivos de protectoras de animales, a los que acusó de amasar fortunas personales a costa de explotar el sufrimiento de los animales. Pero, además, desvió el foco de atención hacia los animales más olvidados y torturados, ya que, según señaló, constituyen más del 99 % del total del sufrimiento animal. Esta reivindicación pionera de Spira no fue bien recibida por parte de las empresas cárnicas norteamericanas y ni siquiera por algunos sectores animalistas, que no veían más allá de las pieles y la vivisección.

Un negociador íntegro y con gran capacidad conciliadora

Henry Spira, antes de morir en el año 2001, consiguió muchos logros para la causa de la «liberación animal», justamente porque él hizo política, aquello que las sociedades filantrópicas anteriores se habían negado a llevar a cabo. Pero, además, porque Henry Spira reconoció el potencial filosófico y político que se escondía detrás de la palabra «liberación», que fue una de las demandas clave de los años sesenta y setenta. Tampoco hay que olvidar su faceta ética y moral. Ya que anteponía la integridad y los principios a todo lo demás. Para Henry Spira, la conducta honrada era una parte fundamental de la esencia humana.

Otras habilidades destacadas de este pionero del animalismo fue su capacidad para organizar coaliciones con numerosas asociaciones de protección animal que tenían diferentes puntos de vista. Además, Spira trabajaba prácticamente sólo, con escasos medios y con la oposición de la mayoría del movimiento pro derechos de los animales. Sin embargo, a pesar de ser un pilar fundamental en el avance social por los grupos de defensa de los animales, fue ninguneado por muchos de ellos, que no reconocieron su constante, valiente y destacada labor a la que dedicó toda su vida.

 

Ong ADDA  -Diciembre 2014


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