Théodore Monod - Redacción

ADDAREVISTA 39

Théodore André Monod, más conocido por Théodore Monod (1902, Rúan - 2000, Versalles. Francia), si se consulta Wikipedia aparte de una síntesis de su figura, no se encontrará ninguna referencia a la aferrada lucha a favor de los derechos de los animales, algo que es sobradamente conocido por los animalistas franceses y otros muchos que lo conocieron. Fue uno de los activistas más carismáticos del siglo XX en el vecino país; su presencia no faltó en numerosísimos actos reivindicativos, siempre que no estuviese en pleno Sahara, la obsesión de su vida, que recorrió durante 60 años.

El Profesor Monod ha sido predecesor del conservacionismo: un ecologista antes de que se hablase de ecología. Vegetariano, seguidor entusiasta i militante incansable de los derechos de los animales desde el año 1977; apoyó sin tregua las luchas contra el sufrimiento que los humanos inflingían a los animales y contra las amenazas de extinción de las especies: provocadas por el furtivismo, el tráfico, la caza y la desaparición y esquilmación de sus hábitats. Como animalista de pro, se opuso constantemente a todas las crueldades relacionadas con la caza deportiva, la ganadería intensiva, las corridas de toros, la experimentación abusiva, la masacre de las especies salvajes. Fue, ante todo, un humanista, en el verdadero sentido de la palabra, manifestando siempre sus exigencias, forjadas por un corazón muy noble.

Para él, la defensa de los derechos del animal era indi-sociable de la defensa de los derechos del hombre. Afirmaba que la verdadera civilización, no la del mañana, por supuesto, porque aún no hemos salido de la prehistoria, solamente se levantará sobre una nueva ética: la del respeto por la vida y el rechazo de la violencia". Llegado a este punto de reflexión filosófica, ya no se trataba para él de separar artificialmente la compasión por los hombres de la compasión por los animales, sino de reconocer la innata unidad de los seres vivos; mejor aún, de actuar en consecuencia, tanto para el hombre como para el animal. Su rigor le condujo por ejemplo a imponerse ayunos absolutos para expiar los bombardeos atómicos de 1945, a militar para la paz en el mundo; y una vez hubo que impedirle que se encadenase a las rejas de la Asamblea Nacional francesa para protestar... ¡contra la caza de las tórtolas!

Miembro de la Academia de las Ciencias, director del Instituto del África Negra, miembro de la Academia de Ciencias de Ultramar y de la Academia de la Marina, profesor del Museo Nacional de Historia Natural estuvo yendo a su laboratorio hasta el fin de sus días. Persona modesta y de una gran personalidad, rehusó numerosos premios y honores. Su erudición histórica, religiosa y filosófica era sorprendente. Sabio naturalista y de curiosidad siempre alerta, sus conocimientos eran enciclopédicos; se interesó por toda la naturaleza, los animales, las plantas, las rocas y hasta los meteoritos, de los que buscó obstinadamente un ejemplar caído en el desierto de Mauritania, queriendo organizar todavía una expedición en camello aunque tenía 84 -falleció a los 98 años- y ¡acabada de fracturarse un brazo! Al final renunció a ello, diciendo "¡Algún día habrá que resignarse a ser razonable!" Por suerte nunca se volvió razonable y conservó hasta el final la curiosidad y el entusiasmo del eterno estudiante. Marcó profundamente a las personas que le conocieron y a todos los que se acercaron a él. 

(Nota: nuestro agradecimiento al Profesor Jean Claude Nouet, Presidente de la Liga Francesa Contra la Experimentación con los Animales, por la información facilitada sin la cual no hubiese sido posible esta biografía).


Relación de contenidos por tema: Personajes


Temas

Haz clic para seleccionar