Peligro de extinción para el atún rojo

ADDAREVISTA 43

Hoy en día la defensa de la naturaleza ha avanzado muchísimo. Nos preocupa el cambio climático, el efecto invernadero, se habla de conservacionismo, biodiversidad... pero cuanto más se habla de ello, cada vez más peligra la naturaleza. Dentro del conservacionismo y la biodiversidad está la defensa de las especies y el buen trato a los animales; algunos de ellos, como los grandes primates, muy cercanos al hombre.

Se dice que la vida comenzó en el mar. Con la aplicación de las nuevas tecnologías cada vez es mayor la capacidad de extracción de millones y millones de toneladas de fauna marina para alimentar a una población de más de 7.000 millones de seres y que va in crescendo. El número de especies ya en peligro de extinción ha aumentando y algunas como el atún rojo -que fue uno de los túnidos más abundantes- es la que, en la actualidad, está más amenazada. En el caso de no tomar medidas rápidas y expeditivas su desaparición se producirá dentro de pocos años.

El atún rojo es un pez extraordinario. Tiene forma de bólido, es de sangre caliente -algo muy raro en los peces- y puede desarrollar una velocidad de 80 kilómetros hora (unos 36 nudos náuticos). Por algo se le llama el «Fórmula 1 del mar». Puede alcanzar una! envergadura de tres metros y pesar hasta 500 kilos; aunque se ha dado el caso de un ejemplar que pesó ¡679 kilos! Se alimenta de sardinas, boquerones y medusas pudiendo alcanzar profundidades de 100 metros.

Es migratorio y los que viven en el Atlántico ya pasan la primera criba en el estrecho de Gibraltar con las tradicionales lmadrabas que los acechan. No obstante, este no es su mayor peligro pues ya existían hace cientos de años sin que se alterase la especie. Entran en el Mediterráneo para desovar en el mar balear y sus alrededores. Allí es donde radica el problema, pues con barcos-factoría tremendamente tecnifícados manadas enteras caen dentro de las enormes redes de cerco en las que indistintamente quedan atrapados delfines, tortugas y tiburones. Se avista la presencia de la manada con avionetas ojeadoras, con el sonar, o con cualquier otro signo en la superficie. La tecnología hace el resto para que no se escape ni uno.

La aparición de la moda del sushi japonés ya incorporado en restaurantes de todo el mundo, ha hecho aumentar el «consumo de este pez y consecuentemente su precio. Se llegan a pagar en la lonja de Tokio -pues los japoneses lo tienen como plato habitual- miles de dólares por un ejemplar excepcional. Una vez pescados tienen dos caminos: los más pequeños se mantienen vivos para engordarlos en piscinas de acuicultura y los otros son congelados y su mayoría parten hacia Japón donde se mantienen en cámara frigoríficas para sacarlos a la venta según los precios y las oportunidades del mercado. La multinacional Mitsubishi tiene una periférica dedicada al atún rojo, que sin pescar, pues no tiene barcos, es uno de los mayores compradores.

¿Qué se hace para controlar el expolio? Las grandes convenciones internacionales no se ponen de acuerdo. Y la explicación es clara: hoy en día quien domina el mundo no son los Estados. Son las multinacionales, que con su labor de lobby, siempre bajo la influencia del dinero y amparados en el concepto de «economía productiva», logran sus intereses apetecidos. En la ultima reunión del CITES, que regula el comercio de las especies en peligro de extinción, celebrado en Doha (Emiratos), no pudo llegarse a ningún acuerdo restrictivo. La Unión Europea, cada vez más mediatizada, burocratizada, lenta e inoperante, tampoco se pone de acuerdo con lo que le dicen sus científicos: si estos dan como cifra máxima de capturas 10.000 toneladas anuales, la UE autoriza 29.000. No obstante, esto es lo de menos; el drama está en la pura piratería que se ejerce. ¡El mar es tan grande! Si el problema ocurriese en tierra firme sería distinto. Cuántas guerras se han producido por unos pocos kilómetros cuadrados. Muchas de estas naves, con banderas de conveniencia y tripulaciones foráneas que no recalan en un puerto hasta su destino final, resultan casi imposibles de controlar y a esto se le añaden las jurisdicciones de aguas territoriales e internacionales; la batalla en defensa de este extraordinario pez puede darse por irremediablemente perdida.

¿Cómo puede paliarse el desastre? Dado que el desove y la reproducción de la especie de atunes rojos atlánticos se produce muy cerca de aguas mediterráneas españolas, alrededor de las Islas Baleares, las grandes asociaciones con-servacionistas como Greenpeace, WWW Fund, Oceana y otras, han solicitado de las autoridades españolas la creación de un santuario en el mar balear para preservar, en lo posible, la supervivencia de la especie. Las voluntades políticas y los poderes económicos resultan, a veces, difíciles de deslindar. Por un lado está el gobierno balear y por el otro el gobierno central, sin olvidar a la Unión Europea que tendría que intervenir forzosamente. La voluntad popular hasta el momento no ha sido tenida en cuenta. La asociación Ong ADDA, dentro de sus posibilidades, desde el año 2009, tiene arbolado el velero Katankantas que, participando en diferentes regaras, lleva en su casco y velamen el mensaje y la llamada de atención y auxilio para salvar al atún rojo de su total extinción. Se puede participar también colaborando en la recogida de firmas como parte de la campaña que se está realizando.

PREOCUPACIÓN

Preocupación no por el fracaso de una campaña, sino por su significado... En 34 años de trabajo continuado de la asociación han sido muchísimas las acciones que no han causado una sensación de desasosiego y sorpresa como ahora ha sucedido. Desde hace años se está denunciando la agresión que esta sufriendo el planeta, consecuencia de la globalización, las multinacionales (causantes y beneficiarios), los avances tecnológicos, todo ello en favor de los beneficios economicistas y que tiene como destinatarios a una población global que si bien en ciertos lugares se mantiene estable o regresiva, en otros con menos poder económico crece de forma incontrolada e imparable.

Por el encabezamiento sabrá el lector cuál es el motivo de nuestra preocupación. La campaña de sensibilización e información del inminente peligro de extinción en nuestros mares de una de las especies que fue más abundante: el atún rojo. No repetiremos ahora el asedio obsesivo por su captura y esquilmamiento. A fuerza de tanto repetirlo y de ver el fracaso del resultado, llega a dudarse de si vale la pena continuar con la tenacidad y el optimismo que debe mantenerse durante este tipo de campañas.

Los resultados están siendo tan pobres que se merece un análisis en busca de sus motivos. Cuando se dice y se explica que el atún rojo está desapareciendo, se invita a no consumirlo y si se hace a preguntar la trazabilidad de su origen y su captura. Cuando se solicita que, como recurso legal, se apoye la creación de un santuario en el mar balear como lugar idóneo, por las circunstancias de movimientos y cría, y no se obtiene una respuesta esperanzadora que responda a esta llamada, significa que la gran mayoría de la población ni entiende ni se interesa por su entorno, por el efecto del cambio climático, ni por las sucesivas y reiteradas llamadas que el mundo conservacionista -que existe- le está demandando.

Significa un pasotismo de esta sociedad del bienestar que de tanto alcance social está a punto de perderlo. Significa, en el caso del atún rojo, que dentro de la dictadura de las modas promovidas e impuestas por motivos económicos, hay que apresurarse a degustar sushi porque ahora toca. Pero, ¿qué porcentaje de consumidores ha probado alguna vez este manjar? o quizá bajo la aureola de la palabra sushi se aviene ahora a comprar y a consumir atún rojo. O, sencillamente, ni le gusta ni lo compra... pero no le interesa su situación ni que se extinga.

El problema tiene su importancia y ha calado en parte del sector que lo comercializa, algo que no se ha logrado con otros productos como el foie. Importantes cadenas hoteleras ya no lo tienen en sus cartas, así como afamados restaurantes que lo han servido y que también lo han suprimido, además algunas grandes superficies ya no lo venden. La sociedad actual en los países desarrollados no ha tomado conciencia del problema que se avecina para generaciones futuras y no tan futuras. Si no se tiene un amplio respaldo popular no se puede hacer presión a los poderes políticos de quienes dependen y a quienes corresponden tomar decisiones.

Nuestro respeto y agradecimiento por todos y todas quienes se están esforzando en seguir adelante en apoyo del logro de salvar esta especie pero nuestros lectores, y colaboradores y socios de Ong ADDA son merecedores de transparencia y conocimiento de cual es y son los resultados de sus esfuerzos y situación... Y es que el mar, que ocupa las tres cuartas partes del planeta, y que ha sido parte importante de nuestro sustento, de su misma inmensidad resulta siendo para muchos un lugar ignoto y por lo tanto ignorado de sus recursos y posibilidades.

Interviene también en este desinterés el problema de la alimentación. ¿Hasta qué punto se está dispuesto a prescindir de cierta clase de alimentos en beneficio de suprimir el sufrimiento de los animales? Mucha gente que es vegetariana lo es pensando tan solo en su propio beneficio y saludable resultado; otros en ambos casos, y pocos, incluyendo a los veganos, en el bienestar de los animales. El conservacionista convencido toma parte activamente de una forma de vida y alimentación coherente con el problema que pretende solucionar. Falta todavía mucha labor de mentalización y conocimientos para que este ejemplo cunda.

Imaginemos que, como ya está ocurriendo ahora, el atún rojo se da por extinguido. Los últimos ejemplares, como de coleccionista, ya se hallan recluidos o se muestras en acuarios. Si no se pone coto al acoso que el mar sufre, con los recursos técnicos y logísticos que hoy existen y las nuevas artes de pesca, seguirán otras especies, los tiburones por ejemplo —España es uno de los países más activos en su pesca—, pieza fundamental en el ecosistema marino por no hablar de la insidiosa persecución de las ballenas. A mayor crecimiento de población del planeta, mayor necesidad de alimentos que el comercio globalizado -incluida la poderosa Organización Mundial del Comercio, OMC- ya se encargará de encauzar. ¿Dónde se encuentra la oposición a tanto pasotismo por parte de la ciudadanía adormecida en aras de un falso bienestar en los países desarrollados? Es a ellos a quienes les corresponde la acción de poner freno a una situación que nos colocará en una nueva forma de vida completamente distinta de la que hasta ahora se ha disfrutado, en donde el concepto de libertad se trastocará, pues después del «animal máquina» explotado hasta transformarlo genéticamente, gracias a lo que será la cría intensiva avanzada, vendrá indefectiblemente, en una vista prospectiva, el «hombre máquina», chipado, clasificado genéticamente para ciertos estratos y absolutamente programado. Y es que tanta tecnología y avances científicos nos están deshumanizando.

Mientras tanto, vayámonos complaciendo en la cultura del no, del quiero más, del «papá Estado», dominados cada vez más por las multinacionales, por el consumismo continuo, del «que trabajen los otros pero si el resultado es positivo el beneficio es para mí». ¿Cuáles son los procedimientos democráticos que el sentir de la ciudadanía puede hacer llegar al poder político y legislativo? El primero y más importante: su voto, una posibilidad escasa a lo largo de las legislaturas. Otra, los escritos a los políticos, que muy pocas veces llegan a sus manos y son tenidos en cuenta. Otro, el movimiento asociativo creado y dedicado a un fin concreto: tienen personalidad legal y por lo tanto una mayor capacidad para ser escuchados. Y ¿de qué medios disponen estos para llevar a cabo sus campañas? El lobby, la denuncia a través de los medios, la recogida de firmas, las redes sociales y la convocatoria de manifestaciones. Pero todos estos sumandos tienen que ir concatenados para que resulten efectivos. La campaña del atún rojo aún está en sus inicios; si no va acompañada por una expresión popular, ni escritos ni comparecencias, no servirá. Estamos pues, en su inicio. Un comienzo frustrado por la falta de respuesta ciudadana. Aquí está nuestra preocupación.

 

Ong ADDA    -Diciembre 2011


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