Por San Roque "corren los gallos", descabezados, en Nalda

ADDAREVISTA 1


La localidad riojana de Nalda se empeña en destacar, practicando, cada año, una de las fiestas más crueles y cobardes, con que cuenta nuestra geografía. Los mozos del pueblo, en una falsa exposición de virilidad y hombría, se divierten arracancdo las cabezas de unos indefensos gallos, inmovilizados con una cuerda y suspendidos en el aire, con la única finalidad de servir de festejo y tradición de un pueblo que, sin duda, a la hora de reclamar justicia y derechos para sí mismos, olvidan la injusta crueldad que practican con los más débiles. Las aves, una vez colgadas de las patas y distribuidas a lo largo de una cuerda quedan situadas a la altura necesaria para que un grupo de jinetes puedan, galopando a caballo, decapitarlas con la mano. La brutal orgía de sangre llega a su punto culminante cuando las cabezas de los desdichados animales son arrojadas a los pies de las muchachas, mientras sus cuerpos aletean con los últimos estertores de la muerte. El vencedor es el que logra arrancar más cabezas de cuajo; el pichichi del pasado año logró cuatro. Hace dos años fue suspendida al carecer de caballerías, pero el empeño para conservar tan triste tradición, les ha llevado a alquilarlas en Logroño. arece ser, que se pensó en sustituir caballos por tractores sin que prosperase este cambio, pero en cuanto a los gallos, nadie, en Nalda -incluido el señor Párroco- se preocupó de sacarlos de su apurada situación. 

Dicen los naldenses que su fiesta se remonta a tiempos inmemoriales, pero no saben desde cuando ni por qué. El concejal de festejos, airado por las críticas, replicó a través de los diarios: "tener claro que vamos a seguir conservando nuestras tradiciones", y añade, delicadamente, que "sin el menor deseo e ofender o molestar a nadie". Resulta obvio que el señor concejal desconoce el significado de las palabras ofender y molestar, porque, efectivamente, está ofendiendo, molestando e indignando a los miles de compatriotas suyos, que están reclamando reiteradamente, que se acabe con este bochornoso ritual inculto, cobarde, y cruel.

Fiestas como las practicadas en Nalda, o cualquier otra localidad española, donde la víctima y objeto de diversión resulta de la tortura y vejación de los animales, poenen en tela de juicio, y cuestionan seriamente, la falta de principios éticos de esta sociedad humana, que demuestra una clara tendencia a ser sanguinaria y curel, cuando no se lo impiden, con los seres más débiles sometidos a su tutela. Resulta harto contradictorio, que personas que se apuntan a los avances de la moderna tecnología, participando en el consumo de mauinaria agrícola, coches, televisores y multitud de utensilios para alviar, y mejorar, sus propias condiciones de vida, nieguen mezquina y egoístamente, bajo la excusa de negras tradiciones, el más elemental derecho al respeto y alivio de dolor a los animales, que tanto han contribuido y contribuyen al bienestar humano. La localidad riojana de Nalda dispone de más nobles recursos y méritos propios, para no tener ue usar de este lúdico y macabro ritual como cebo publicitario para atraer la presencia de visitantes, reclamados por el morbo, la crítica y la polémica.


Sería de desear, que reflexionaran seriamente quienes son y hacia donde desean ir, si es que pretenden seguir avanzando como ciudadanos de nuestro siglo, o por el contrario, prefieren aferrarse a sangrientas tradiciones que simbolizan el oscuro pasado de la España Negra, inbuida de oscurantismos y supersiticones, que felizmente la mayoría de españoles desea olvidar y superar.


Relación de contenidos por tema: Fiestas populares crueles


Temas

Haz clic para seleccionar