
El mediterráneo: un mar que se muere -Manuel Cases
Dentro de los actos celebrados con motivo del «Día de la Tierra» se convocó una videoconferencia en el Museo de la Ciencia de Barcelona el pasado día 27 de abril de 1992.
El hecho de la presencia de la cúpula de GREENPEACE española en Barcelona, con su Presidente al frente, el mallorquín Javier Pastor, su Vicepresidenta, la bióloga Elena Fuste y Juan Guitart, capitán del Sirius — destacado por seis años en el Mediterráneo— y del emblemático buque Rainbow Warrior —recién regresado del archipiélago de Mu-roroa en donde el gobierno francés ha desistido de continuar sus pruebas nucleares—, atrajo una verdadera avalancha de público, todo él, muy ecosensibilizado. Y es que Barcelona es una ciudad de respuestas imprevisibles: coloca, una noche, a un millón de personas, en la calle para ver la llegada del Rally París-Dakar, traslada a 700.000 ciudadanos, en dos jornadas, para visitar la nueva Villa Olímpica, o deja liliputiense el salón del Museo de la Ciencia ante el asombro de los propios organizadores.
La revista INTEGRAL, la de más solera y vocación ecologista en España, ha presentado un completo «dossier» sobre el Mediterráneo en colaboración con GREENPEACE. Su director, Jordi Bigas, hizo los honores presentando a su excepcional invitado, quien, a modo de introducción, insistió en hacer ver que: «no existen científicos contra ecologistas; hoy en día los ecologistas son tan científicos como los que trabajan para la administración — Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Español de Oceanografía o de Estudios Pesqueros—. Sin embargo, los científicos ecologistas del lado de Greenpeace tienen por misión presentar sus estudios y conclusiones al gran público para que éste presione a los gobiernos». En contra de la opinión manifestada, en una anterior reunión, por ciertos científicos, hizo ver que «los efectos de contaminación no tan sólo están localizados en la costa, como dicen, sino en mar adentro, en iguales o mayores proporciones: deposiciones atmosféricas de plomo, pesca abusiva e ilegal con redes de deriva y otras artes prohibidas, vertidos de petróleos, accidentes marinos..., etc.
«La responsabilidad del deterioro del medio ambiente hay que dividirla proporcionalmente a las culpas: quien compra un «spray» que deteriora la capa de ozono con resultados catastróficos como el aumento de cáncer de piel, malformaciones o cataratas, es responsable. Pero lo es más la empresa que, consciente del peligro, lo fabrica. Y lo es, todavía más, el gobierno que tolera su fabricación».
El visionado del video, de unos 15 minutos de duración y resumen de una película más larga— es el resultado de las actividades del Sirius en los últimos seis años que ha estado navegando en las aguas mediterráneas. Su misión: recordarle a los gobiernos las promesas que hicieron, alertar al público y a la sociedad sobre el continuo abuso que sufre este mar que se está muriendo, junto a sus costas y los ecosistemas que lo entornan. Realizado con una gran profesionalidad — resultado de una calculada planificación—, nos muestra las acciones más espectaculares de GREENPEACE: bloqueo de la tubería de desagüe en la bahía de Portman de la empresa minera Peñarroya, devolución de la basura — desechos urbanos— «al remitente», en este caso la población de Gibraltar.
En Grecia, el Sirius bloqueó el canal de Corinto, punto congestionado de paso de buques petroleros que vierten anualmente 650.000 toneladas de petróleo para limpiar sus tanques una vez descargado, e hizo patente su protesta por dos accidentes de petroleros —casi ambos consecutivos— frente a la Riviera italiana y la costa francesa. Uno de ellos explotó y se hundió causando una terrible marea negra.
También ha denunciado el peligro nuclear por los buques de guerra que utilizan este combustible y que recalan en puertos españoles —Palma de Mallorca—. No menos grave es el transporte regular de residuos usados por las nucleares que producen electricidad en Francia e Italia y que cruzan el Mediterráneo con destino a ser reciclados en Inglaterra. En esta ocasión, un simulacro de abordaje puso en verdadero peligro la vida de los voluntarios del Sirius.
Japón y otras flotas nacionales, con bandera de conveniencia, esquilman los pocos peces que aún quedan. Ahora, si no se pesca en gran escala el negocio ya no resulta rentable. La pesca tradicional ha pasado a la historia. Palangres de 100 kilómetros de longitud son calados con miles de anzuelos por estas flotas piratas. Nuevamente se interceptó a uno de estos buques y allí estaba la cámara de GREENPEACE para dar cuenta al mundo entero de lo que ocurría.
Los pescadores de antaño al emprender una matanza sistemática de las focas monje que poblaban el mediterráneo creyeron que con ello conservarían la pesca y que estos mamíferos, junto con los delfines, consumían gran cantidad de peces. Estaban equivocados. Ahora tan sólo quedan 300 ejemplares de foca monje en el mundo. Uno de los animales en mayor peligro de extinción. En España, «Peluso» es famoso por su soledad. La situación de la pesca no sólo no ha mejorado sino que su situación es desesperada. A los delfines, que aparecen aprisionados en las redes atuneras, se les da muerte por considerarlos un estorbo por los daños que les producen en las artes. Todo ello, junto con los virus que presentan ciertos lubricantes industriales vertidos, pueden limitar sus reacciones inmunologicas. En 1989 y 1990, cientos de delfines muertos fueron hallados en Francia, Italia y España.
Las tortugas marinas, la «careta careta» y la «verde», son sacrificadas cuando aparecen en las redes destinadas a la pesca del atún o pez espada. Están en extinción al haber sido ahuyentadas por las urbanizaciones turísticas que han invadido las playas que necesitan para desovar y reproducirse. En el extremo occidental de la isla de Chipre, uno de los pocos refugios que aún quedan —y que fue visitado por el Sirius— va a desaparecer si no se produce un rápido cambio de actitud.
El crecimiento incontrolado de la población en los países ribereños de las costas africanas del Mediterráneo —en donde más de la mitad de la población tiene menos de 20 años—, hace que estos países, en vías de desarrollo, contribuyan de manera acelerada a la agravación del problema: falta planificación en todos los sentidos y mantienen, por ignorancia, actitudes agresivas hacia la naturaleza. Entretanto la desertización avanza. Año a año, lugares que antes fueron fértiles, paradójicamente, cuando su número de habitantes era sensiblemente inferior, ahora son eriales.
El Sirius, informó Javier Pastor, «llega de nuevo, este año, al Mediterráneo. Sólo tiene un propósito y un cometidos: continuar apareciendo donde se sepa de abusos o se vea amenazado."
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