Foie - gras: La tortura del embudo

ADDAREVISTA 23

Después de las primeras semanas de vida, en donde las ocas viven y se alimentan de forma relativamente normal, son introducidas en espacios reducidos: doce ocas pueden estar juntas en un espacio de entre uno y dos metros. A partir de entonces se inicia la tortura del alimento.

Antiguamente la introducción forzada de la comida se hacía manualmente con embudo y masajes en el cuello. Actualmente la tecnología ha sofisticado, aún más, el sistema: una máquina con un tubo, mientras con un gancho se le estira el cuello que lo inmoviliza, penetra unos 40 centímetros a través de su cuello hasta depositar en el esófago el compuesto. Dos o tres veces al día se las fuerza a alimentarse. Si intenta regurgitar la comida se le impide sujetándole el cuello. La dieta suministrada, deficiente en nutrientes, hace que el hígado almacene grasas en vez de eliminarlas. El hígado de una oca en condiciones normales pesa alrededor de 120 gramos y tiene un aspecto rojizo. Con el sistema de engorde forzado, su peso puede llegar a dos kilos, adquiriendo un color amarillo, brillante y grasiento. Autopsias han revelado desórdenes en el corazón, ruptura de células membranosas del hígado, cirrosis, osteofagitis y lesiones en la molleja y en el intestino. El equivalente en una persona sería forzarla a comer, diariamente, 12.5 kqs de espaguetis.

 

Ong ADDA  -Junio/Diciembre 2001


Relación de contenidos por tema: Cría intensiva


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