La peste porcina y el bienestar animal - Heredoto

ADDAREVISTA 18

La presencia de la peste porcina está provocando resultados altamente preocupantes en todos los sectores afectados por el problema. Todo ello era bastante previsible y se veía venir que los miles de lechones que desde hace años se están importando para su engorde nos acabarían pasando una costosa factura. Son hechos que, en su día, ya fueron denunciados. Una de las raíces del problema se formula con una simple pregunta: ¿por qué los holandeses nos traen sus cerdos a engordar y luego se los llevan para sacrificarlos? ¿por qué no se quedan en Holanda ahorrándose tantos viajes? Si en algo ha destacado tradicionalmente el pueblo holandés es en dos cosas: su visión comercial y su tenacidad, que les ha permitido edificar un país ganándole terreno al mar. Su sexto sentido para el comercio ha permitido a los holandeses rentabilizar cualquier circunstancia económica a la que se enfrenten. Saben que los excrementos de los cerdos o purines son altamente contaminantes dada la especial complejidad de los piensos compuestos de los que se alimenta este ganado. Por otra parte, saben también que la cantidad de excedentes de purines es tal que sobrepasa las capacidades de abono. Estos, con toda su carga polutiva, van a parar al subsuelo más o menos absorbente y a las capas freáticas que abastecen a pozos, fuentes, arroyos y de ahí a cauces mayores. Y son precisamente los ríos de cierto caudal los que proporcionan el agua potable que se utiliza para abastecer a las grandes ciudades. Pero el agua potable es cada día más cara y escasa, también para los holandeses, de ahí la importancia, de cara al futuro, de aplicar un más estricto control para mejorar y mantener su calidad. En Holanda conocen muy bien este problema y tienen también, unos controles muy estrictos sobre vertidos.

Desoyendo cualquier reflexión, Cataluña, despreocupadamente y sin sopesar los riesgos, ha abierto la entrada a cuantos más cerdos mejor, y ha pasado lo que tenía que pasar, pues ni los controles de vertidos, ni la voluntad de inspección han estado al nivel de profesionalídad requerido para evitar el problema de la epidemia. Quizás, si así hubiese sido, nuestros amigos holandeses hubiesen desistido de traernos sus cerdos. Cataluña, ni estaba preparada ni tenía la infraestructura necesaria para evitar la desgracia. Ni tan siquiera ha establecido un centro de operaciones logístico capacitado para enfrentarse a la peste porcina y combatirla con el máximo rigor, medios y garantías. A nivel administrativo el protagonismo de tal situación ha sido de la Generalität, que en el aspecto medioambiental arropa en su organigrama a sectores tan dispares como organizaciones diversas de defensa, protección y bienestar de los animales, ganaderos, pescadores, agricultores y cazadores. Todos están bajo el manto del Departament d' Agricultura, Ramaderia i Pesca (DARP). Esta Conselleria, a través de la Direcció General del Medi Natural, es la que tutela a los defensores de los animales mientras que la Direcció General d'lndústries Agroalimentáries cuida de los intereses de los ganaderos. Incluso la primera ley de protección de los animales de España, la catalana, tiene como garante al mismo DARP.

Una vez desencadenada la epidemia, la solución más rápida, para aislar, detener y erradicar la plaga de la peste porcina es la del sacrificio del animal. Al ganadero hay que compensarle por las pérdidas causadas, por lo que recibe una subvención de la administración catalana, española o comunitaria, en cualquier caso dinero del contribuyente, aunque la ayuda será siempre inferior al perjuicio económico sufrido. Dado el creciente y deseable nivel de integración en la Comunidad Europea ya es el momento de empezar a pensar que el dinero procedente de Bruselas también es nuestro. Al final, son los sujetos pasivos - los contribuyentes - quienes pagan estas situaciones que podían haber sido evitadas o por lo menos paliadas por la administración.

Desde 1988 Cataluña tiene una ley de protección de los Animales que contempla declarar como Entidades Colaboradoras a ciertas organizaciones de bienestar animal. Los cerdos son animales ciertamente inteligentes. Son, por lo tanto, sensibles, en contra de lo que quieren pensar quienes se amparan en la indiferencia y el escaso interés científico que despierta este animal. Pero, por encima de todo, quien debe protegerlos es la misma administración que autoriza crueles masacres que en el fondo, no son sino producto de la irreflexión y la improvisación, a falta de soluciones más profesionales. ¿Acaso se ha pedido consejo o información a las organizaciones de bienestar animal, a las que sólo por su larga experiencia en este campo debería reconocérseles cierta valía? Jamás. Todo lo contrario. Se las evita por que se teme que causen más problemas que soluciones.

Así, impidiendo, por ejemplo, el acceso de estas organizaciones a los lugares de matanza, con los Mossos (Policía autonómica) de por medio, se producen situaciones y se emplean procedimientos crueles e impropios de un país civilizado y moderno. Se utilizan pistolas de émbolo cautivo, que pueden accionarse por casquillo de pólvora o aire comprimido. Son aparatos delicados cuyos recambios hay que tener a punto y comprobar regularmente su efectividad, puesto que se estropean con facilidad y se usan regularmente en los mataderos para el aturdimiento del animal previo al desangrado. Se utiliza también el rifle, calibre 22, con el que hay que tener puntería, serenidad y pocas prisas para matar con garantías al animal. Sin embargo, ahora, en algunos casos, se tiran vivos a bulto a la fosa y allí se les dispara, y no digamos cuando se intenta acabar con ellos con palos y mazas. Tampoco ha sido tenida en cuenta la propuesta formulada en su día por ADDA, que está pendiente de contestación, de proceder al sacrificio del animal en cámara de dióxido de carbono - que según dosificación, primero aturde y después mata- o la electrocución. Ambos son métodos mucho más humanitarios que además impiden la propagación de la epidemia al no causar heridas. El panorama es desolador. Todo un clima de terror en donde los animales sienten y presienten su fin inmediato. Por otra parte, se puede incurrir en la vulneración de la ley catalana de protección a los animales y existen indicios de que también se pueden estar incumpliendo las directivas europeas. El DARP se ha erigido como un único actor, válido y acertado en sus decisiones. La evidencia de lo ocurrido es ya demasiado comprometedora.


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