Cambio climático. La Cumbre de Bonn

ADDAREVISTA 55

La cumbre contra el cambio climático (COP23) se celebró en Bonn, entre el 6 y el 17 de noviembre de 2017, y estuvo presidida por uno de los países más afectados por el calentamiento del planeta, Fiyi, que presionó en todo momento para ofrecer visibilidad a la cuestión de cómo afecta el calentamiento de los océanos a las poblaciones que viven en la costa. Principalmente de los colectivos más vulnerables, entre ellos, mujeres, niños y comunidades indígenas.

Por su parte, Estados Unidos no tendrá pabellón oficial por primera vez en una cumbre climática. Hay que recordar que Donald Trump decidió cancelar de un plumazo la financiación climática y desmarcarse del Acuerdo de París.

La cumbre del clima de Bonn estuvo marcada por la sensación de urgencia y la necesidad de acción inmediata. En todo momento, se trató de poner en marcha el Acuerdo de París para frenar el calentamiento global a través de un esfuerzo multinacional coordinado, que se centró en aspectos como las contribuciones económicas y el cumplimiento de objetivos, así como luchar contra la sombra del abandono de Estados Unidos del pacto, que deja un vacío político y un agujero financiero.

«Ya no contamos con el lujo del tiempo. Debemos actuar ahora. Aquí es donde empezamos», fueron las palabras con las que arrancó esta cumbre climática y que pronunció Patricia Espinosa, secretaria ejecutiva de la convención marco de la ONU sobre cambio climático. Tras días de negociaciones, la COP23 concluyó con el anuncio de una alianza de veinte países para poner fin al uso del carbón, mientras las grandes decisiones se postergan para la conferencia de 2018, con tímidos avances para concretar las reglas de la puesta en marcha del Acuerdo de París.

La cumbre ha estado marcada por los desacuerdos entre los países más ricos y los menos desarrollados en materia de financiación, ya que estos últimos consideran insuficientes los compromisos económicos para el cambio de modelo energético.?Este asunto será una gran incógnita para el futuro; una gran losa para años venideros. ¿Quién aportará los fondos con que contribuía EE. UU. y que se perderán tras su marcha?

Todo queda pendiente del Diálogo de Talanoa, que debe desarrollarse en 2018 en Katowice (Polonia), y que debe servir para que los países evalúen sus avances en materia de reducción de emisiones, fijen las mejores soluciones sobre cuestiones climáticas y, tras esa valoración, presenten en 2020 sus nuevas promesas o contribuciones en el marco del Acuerdo de París (ahora ya con carácter obligatorio para todos).

Por su parte, Ecologistas en Acción cuestionó las incertidumbres creadas en las negociaciones previas a la COP23. «El Diálogo de Talanoa (Fiyi) debe de ser definido con mayor claridad por parte del grupo de trabajo sobre el Acuerdo de París. Sin embargo, tras dos años desde la cumbre, el único documento de trabajo es un texto no oficial de 266 páginas que recoge todas las impresiones generales realizadas por los Estados. Sin que exista en el documento ninguna decisión real, en su lugar, se abre un nuevo proceso de recogida de impresiones que concluirá después de mayo de 2018», critica Javier Andaluz, portavoz de esta asociación ecologista.

Entre los avances destacables de las negociaciones en Bonn, se encuentra la alianza de Canadá y Reino Unido para solicitar a los países que establezcan un calendario de cierre de sus centrales de carbón, el combustible fósil que más contribuye al cambio climático. A esta alianza aspiran a sumarse otros cincuenta países antes de la próxima COP, entre los que no se encuentra España. Por su parte, los alcaldes de veinticinco grandes ciudades del mundo, entre las que se encuentra Barcelona, se comprometen a aplicar ambiciosos planes de acción contra el cambio climático antes de que finalice el año 2020, con la meta de garantizar ciudades neutras en emisiones de gases invernadero antes del año 2050. La idea es descarbonizar la economía. El objetivo es el de cero emisiones, algo que se puede conseguir con la eliminación gradual del uso de los combustibles fósiles (petróleo, carbón, gas), reducción de consumo energético, fomento de la electricidad renovable (eólica, fotovoltaica) y otras iniciativas para compensar y neutralizar las emisiones de CO2.

Voz para las comunidades indígenas en las negociaciones sobre el clima mundial

Una buena noticia es que la COP23 se cierra con la creación de una plataforma que permitirá a las comunidades indígenas —370 millones de personas— tener voz en las negociaciones sobre el cambio climático.

El primer ministro de Fiyi concluyó recordando a los países que «todos estamos en la misma canoa. Los impactos pueden variar, pero ningún país puede escapar del daño del cambio climático». Esa «canoa» queda, desde este momento, en manos de Polonia, que debe conducirla con mucha diplomacia para alcanzar el éxito en su próximo destino, la cumbre del clima de Katowice (COP24), en diciembre de 2018. -Carolina Pinedo

Ong ADDA -Diciembre 2017


Relación de contenidos por tema: Conservacionismo


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