La utilización de rapaces para mantener despejados los cielos de los aeropuertos de aves que puedan provocar accidentes se puso en marcha en España en 1968 en la base de Torrejón de Ardoz de mano de Felix Rodriguez de la Fuente. Posteriormente comenzó a funcionar en 1991 en el aeropuerto de Barajas. Jesus Rero Alvaro es el coordinador en Barajas de este servicio que gestiona AENA junto con la empresa. Actualmente estas rapaces no sólo surcan el cielo de Barajas, sino también el de varios aeropuertos españoles. Incluso se cuenta con ellas en campos de fútbol, para mantener despejada la zona de aves que estropeen el césped o que ensucien las gradas.

Jesús Rero, que lleva trabajando 35 años con este servicio, explica que el personal que él escoge para entrenar, cuidar y volar a las aves, no tiene que ser necesariamente cetrero, sino una persona a quién les gusten los animales. En el centro tienen actualmente 80 aves, entre ellas hay halcones peregrinos, aplomados o sacres, además de harrys e híbridos de peregrino.

La mayoría de estos animales se ha criado en cautividad, aunque también los pueden adquirir. Por ejemplo un halcón peregrino puede costar 1.200 euros. Contrariamente a lo que se suele creer, y esto es importante que se conozca pues clarifica muchas discusiones al respecto, estas aves rara vez cazan, sino que espantan con su presencia a enemigos naturales como las palomas. Es decir, la fauna de la zona por donde vuelan las rapaces procura no acercarse porque saben que están los halcones.

Este método de control es limpio y ecológico, ya que se trata de contraponer a enemigos naturales y además si cazan les es más fácil con el que esta más débil con lo que así ayudan al proceso natural de selección de especies. Las únicas horas en las que estos vigilantes alados no están alerta es durante la noche. Y es que se trata de una franja horaria en que el resto de las aves del biotopo no están activas. Por tanto, los riesgos para los aviones se reducen al mínimo.

LA OTRA CARA DE LA MONEDA

Cuando se pone en duda la calidad de vida de estos animales que viven en cautividad, Jesús Rero, explica que se trata de generaciones de ellos nacidos ya en cautividad y que, de lo que se trata es de aprovechar sus costumbres, pues son pájaros que sólo vuelan para cazar y el resto del tiempo no tienen mucha actividad. Cuando ya son mayores o están enfermos y no pueden seguir prestando el servicio se les mantiene en el centro sus últimos días. Rero añade que “la cetrería ha contribuido a la protección de estas rapaces. y que nunca han tenido bajas en su grupo de halcones porque los tienen muy bien entrenados”. El aprendizaje dura unos dos meses y antes de que cumplan el año de edad ya son operativos. Los ingredientes básicos para enseñarles son, según Rero, “la paciencia, el tiempo y el aprovechamiento de sus costumbres”, pero la pieza angular de la obediencia, cuando trabajan en las pistas de los aeropuertos, es el hecho de “mantenerles con un poco de hambre (¿?) para que vuelvan siempre con el cuidador, que les dará su premio de alimento”.

Fuentes consultadas del lado conservacionista, como Patricia Orejas, una representante del centro de recogida de aves Brinzal, opina que “hay cetreros particulares que se dedican a expoliar los nidos y trapichean con el CITES”. En cuanto al servicio en los aeropuertos, está a favor, ya que lo considera un servicio necesario, que está controlado, es legal y donde los animales están bien cuidados, ya que “los consideran una herramienta de trabajo”, e Ignacio Otero, otro representante de un centro de recuperación y recogida de aves, el reconocido GREFA, explica que “no está a favor de las exhibiciones que generan caprichos y modas de tener este tipo de aves salvajes en casa”.

Quizás la labor de estas veloces rapaces comienza a conocerse ahora algo más a través de los medios de comunicación y, realmente se merecen el reconocimiento de la sociedad por la gran labor que cumplen estos vigilantes alados velando por nuestra seguridad en los aeropuertos.

Ong ADDA  Junio 2005