La noticia y su Comentario. Carta a Sofía Loren - Francisco de Asis Rovatti

ADDAREVISTA 11

Mi admirada Sofía:

La felicito por estar acreditada como Embajadora de buena voluntad, del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados. ¡Bravo! A su belleza sabe unir su popularidad y fama que son cosas parecidas pero distintas, para realizar una labor que, a no dudar, en algo repercutirá para mejorar las repercusiones de los muchísimos miles de refugiados que sueñan, allá por Kenia y Somalia, con un mundo mejor.

¡Bravo! querida, estupenda, maravillosa Sofía, sabe utilizar su bien merecida fama para ayudar a las pobres bestias humanas que con sus cachorros se mueren de hambre por estos mundos del demonio en espera de ver, en alguna hora cercana, la cara del buen Dios. Me ha emocionado usted. He pensado que si los artistas utilizaran su fama para las buenas obras y los buenos ejemplos, el mal demonio tendría que emigrar para dejar su lugar a los ángeles. Y sigo pensando, ¿somos nosotros los demonios y los ángeles? Y después me pregunto ¿por qué tiene usted, querida Sofía, que realizar su presentación en esta nobilísima labor con un estupendísimo Rolls Royce y luciendo un no menos estupendísimo abrigo de pieles? Doña Isabel Pantoja a su regreso de las Américas descendió del avión enfundada en un muy espectacular abrigo de piel de zorro con unos reflejos dorados que encandilaban las miradas de los presentes.

¿Será cuestión de competencia o de envidia? No lo sé ni me importa. Pero sí, me hubiese gustado, querida Sofía, ver sus hombros desnudos para comprobar si la piel sigue tan tersa, la piel de usted naturalmente. Porque la piel de las pobres bestezuelas sacrificadas que cubrían sus hombros, los de usted naturalmente, estaba muy tratada por los expertos peleteros que el diablo confunda, dicho sea de paso, al igual que los señores criadores y cazadores. ¡Y no se me enfaden ustedes!, que esto de decir ¡el diablo los confunda! no es sino una frase sin otra consecuencia que expresar una opinión con una sonrisa y un rictus de asco.

Si yo fuese un oso, un visón, un zorro, por citar unos ejemplos, me gustaría infinito llevar sobre mi lomo la piel de usted señorita Loren. O la de usted Doña Isabel. Pero viva. La piel viva. Para que sienta palpitar su carne sobre la mía..., pero la piel muerta, es como llevar, es llevar, es lucir, un pedazo de cadáver.

Y perdoné querida Sofía lo escrito. Yo la quiero mucho. La admiraba porque usted sabe de los humildes, de los pobres, de los necesitados... Humildes animales de Dios, pobres animales que sacrifica el hombre como deporte, como ostentación de riqueza. Necesitados animales de más amor, de mayor comprensión y mejor protección. Queridos animales que yo quiero y admiro.

A usted, Doña Sofía Loren, a partir de ahora tan sólo la quiero.

Siempre suyo.

Francisco de Asís Rovatti.

 

Ong ADDA   Julio/Septiembre1992


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