Nuestras autoridades como ejemplo

ADDAREVISTA 1

Deambulamos al entorno de los informes que justifican la protección y defensa de los animales, y en ellos encontramos que la protección del ani­mal denota el grado de desamparo contra el que luchan beneméritas en­tidades que funcionan con el soporte de las escasas y fragmentadas leyes y la colaboración de autoridades municipales que no siempre dan la debida cooperación siendo sosteni­das por el propio pecunio e iniciati­va privada, y muy escasa de públi­ca ya que los organismos demues­tran una notable incomprensión a la hora de los presupuestos.

Podernos asegurar que cualquier sociedad humana, constituida ética­mente sólo puede abordar parecidas situaciones en nombre de la justicia y no de la caridad como se viene ha­ciendo. Recordemos que aunque tengamos legisladas varias normati­vas y tímidas leyes, la colaboración directa de las autoridades, por indi­cación de presidentes de patronatos varios, este mecanismo sólo respon­de en teoría, ya que la realidad es que a los organismos les falta mu­cho para estar a la altura de cuanto viene legislado, circunstancia grave, repetida en distintas ocasiones y ante el desmesurado aumento de anima­les domésticos transformados en sal­vajes por culpa de la carente dedi­cación e irresponsabilidad, son las propias autoridades, quienes de una manera fragante en acciones bárba­ras al nivel máximo de poner precio al animal vivo o muerto. Para qué adentrarnos y recordar el gran rosa­rio de situaciones denunciadas pú­blicamente, todas ellas crueles, cuan­do no vandálicas, consecuencia de métodos primitivos, inaceptables siempre, pero más en nuestra épo­ca.

Constatamos la presencia de un sector de ciudadanos que llevan toda su vida reclamando, gimiendo o la­mentando soluciones y sólo han lo­grado encontrarlas muy parcialmen­te, haciendo uso y abuso de su bue­na voluntad y sirviéndose de su personal pecunia A veces sus voces llegan a algunas personas oficiales, y otras muy escasas a las altas jerar­quías que de forma esporádica se les ayuda con cantidades puntuales, lo que antiguamente sería una bolsa de doblones, y la promesa de educar mentalizando a la sociedad, especialmente y de manera prioritaria a funcionados y agentes, sobre las res­ponsabilidades del ser humano, que como ser pensante no puede conver­tirse en agresor, bien al contrario, su ejemplo debe ser espejo donde mi­rarse los ciudadanos.

No se puede exigir amor a los ani­males, pero sí por una cuestión de ética y de racionalismo, que los se­res más indefensos sean más respe­tados por el hombre, el único, hoy por hoy, entre el reino animal capaz por su privilegiada clase de mesurar, valorar y justipreciar el dolor ajeno.

Debemos luchar para que el hom­bre no olvide ni abandone, dejando atrás su responsabilidad de cumpli­miento, esta faceta que, como ser so­cial, tiene que afrontar. Esta idea po­sitiva y benéfica tendría su lógica y sentido si, por parte de la sociedad entera, fuese aceptada, voluntaria­mente admitida y ampliamente aplaudida. Difícil de que así sea por el natural rechazo a todo cuanto creemos impuesto, y más, si rompe nuestros esquemas y varía nuestra rutina, ya convertida en atavismo. Por consiguiente, instamos por una educación que partiendo del seno materno vaya adentrándose al enseñamiento básico de cualquier joven ciudadano que le ayude a despertar la mente con el simplista lema de que: «Respeto comporta respeto», antítesis de «Violencia engendra vio­lencia».

Aunque tengamos normativas que sancionan de forma especifica la violencia contra los animales y que instan a la difusión del respeto a los animales y árboles en la enseñanza primaria, ésta, que sepamos, no ha estado aplicada oficialmente, sólo singulares educadores beneméritos son los que han introducido en el sis­tema pedagógico dentro de la pro­pia área especifica de sus responsa­bilidades.

Clamamos desde aqui y ahora, una vez más, para que sean recogi­das las voluntades comprometidas por los responsables jerárquicos y que ésta por ser de importancia vi­tal sea aplicada oficialmente en los programas docentes del área especí­fica de la educación. Y asi, daremos un gran paso adelante en el proceso de la evolución social y su entorno, ejemplo que a no dudar, será apli­cado seguidamente por la sociedad civilizada.

La sociedad adulta con el ejemplo y la naturalidad propia de la ju­ventud aportará voluntariamente y colaborará a garantizar la higiene, la salud y la estabilidad de las personas, así como evitar el sufrimien­to, penalidad y daño a los animales de su entorno.

Es preciso que quien disfrute de la compañía de un animal, tenga la misma responsabilidad e interés que pueda tener con la posesión de un arma de fuego o un vehículo, y acep­te como éstos, el mismo control y evite los abusos que puedan producir el desorden o el peligro, concre­tamente en los sufrimientos de los animales por culpa de la ignorancia, indiferencia o codicia.

Seguiríamos con esta larga cade­na de cuentas, citada anteriormen­te con el nombre de rosario, pero ter­minamos aquí denunciando, sin áni­mo polemista ni afán de discusión, a la figura concreta del Ilustre Se­ñor Alcalde de Cardona (Barcelo­na), cuyo ejemplo debe tenese en cuenta porque es la suma de todo lo denunciado y de cuanto no hay que hacer para que una democracia flo­rezca y sea modelo de convivencia  y civismo; bien al revés del Ilustre Alcalde de Tossa de Mar (Girona), Señor Telm, que ha declarado la primera ciudad antitaurina, ejemplo único en la historia y que su inicia­tiva fecundará la mejora espiritual de la propia raza humana a la par que honra el buen nombre de esta su ciudad.

Jesús Prujá -Naturalista y Politicólogo

 

Ong ADDA   Enero/Marzo 1990


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