Los animales y la industria del bienestar - Heredoto

ADDAREVISTA 13

En la década de los cincuenta se extendió, fomentada por la aparición de los primeros aviones jet comerciales, la moda de lo aerodinámico. Aparecieron por doquier formas suavizantes tipo supositorio, con rutilantes cromados: para un mejor deslizamiento, para cortar mejor el aire, para ir más deprisa. Todo tenía que aparentar nuevo, brillante, eterno. Hasta se llegaron a fabricar ataúdes aerodinámicos; ¿serían, acaso, para trasladarse más rápido hacia la eternidad?. En España, recordando, aún, los devastadores efectos de nuestra sangrienta guerra civil, los escuálidos españolitos contemplaban, con admiración y envidia, aquellos famosos coches haigas que, traídos de las Américas por emigrantes con fortuna, eran un derroche de ostentación: era la época de los Rodríguez, los Areces, los inicios de El Corte Inglés, de Sederías Carretas, ahora Galerías.

La industria, la sociedad capitalista, de mercado, sobre la que se basa nuestra economía, solo tiene un objetivo: producir ventas y generar beneficios. Cualquier decisión de marketing o avance tecnológico resulta válido si se alcanza lo propuesto. El bienestar, en realidad, responde a una imposición sobre las gentes que, como en tantas otras ocasiones, tienen que seguir por los caminos que se les trazan. Y quienes imponen las reglas son los países más desarrollados y, también, democráticos.

Democracia, desarrollo, bienestar… ¿obedecen, realmente, y son las claves de la inalcanzable y deseada felicidad? Pero dejemos estas filosofadas para quienes quieran, y puedan, desarrollarlas. Centrémonos en esta economía dirigida que, bajo atrayentes formas, nos lleva, y obliga, a adoptar comportamientos, costumbres y tipos de alimentación que, colateralmente, nos preparan el camino hacia el otro mundo, ya sea en forma de cáncer, infarto, sida o lo que aparezca.

En los países industrializados –España va camino de lograrlo- se esta perdiendo en cuanto a la alimentación la noción del producto real en su estado natural. En su forma y hasta a veces en su color. Los conservantes, amparados bajo unas intrincadas siglas y dígitos, hacen posible el escamoteo de nuestras sensaciones y conocimientos naturalistas. Cualquier tipo de alimento se presenta envasado y se consume más por el aspecto del design gráfico y formal que por la base de su contenido. Y dentro de este impacto subliminal, si quieren así decirlo, ya no se sabe ni lo que se mete en el congelador –recuerden que debe ser, por lo menos, de tres estrellas – ni lo que se come: un compacto ladrillo verde resulta ser espinacas; los pimientos y la berenjenas de invernadero, muy brillantes, vienen enfundadas en acharolados y transparentes derivados del petróleo; los huevos solo conservan de natural la acepción que por su forma los define pero disociados ya de la gallina, que si la viésemos, la pobre, tendríamos que hacer estudios para recalificar la especie; los pollos, bien embalados con sus muslitos fijados por un artefacto metálico ad hoc, aparecen gordos y bien apretados entre su base de porexpan y corsé transparente. Les llamamos vegetales, huevo, carne… pero denominarlos, a partir de ahora, XZ25 o HO32 también sería válido; y quizás aún mejor para codificar y procesar por ordenador. Si seguimos con los antiguos vocablos es por pura filogenia gramatical.

¿Qué quiere decir todo esto? Pues, que comemos lo que la industria del bienestar quiere que consumamos y esta industria, muchas veces a través de una publicidad engañosa, nos presenta, como siempre, un mundo ideal, alegre, feliz, sin dolor y sin crueldad. Interesa disociar y crear nuevas imágenes: aquellos huevos están allí, bien ordenados, como producidos por una máquina, el pollo acharolado ya no tiene casi forma de animal, el tajo redondo –atado con bramante- no pertenece a una ternera, el rojo –si por hormonación no ha desaparecido- ya no es de su sangre sino una textura que estimula el sentido alimenticio.

La consigna es clara: ofrecer una nueva imagen para que se acepte el producto tal como se nos presenta. Hay que evitar a toda costa que el consumidor pueda: conocer, recordar, preguntar, pensar y menos investigar las condiciones atroces de existencia, las mutaciones y los cruces entre especies a que están sometidos los animales de abasto para producir más y mejores resultados económicos. El contraste de su estado actual con el biotipo clásico de su especie pondría en evidencia la falta de humanidad, de caridad y la crueldad que se esta cometiendo sobre el mayor número de animales existentes - los de abasto- sin un mínimo de reconocimiento de sus derechos vitales. El avance de la tecnología en los últimos tiempos no ha hecho sino mirar hacia la productividad, sin tener ni un ápice de piedad, ni reflexión con unos seres indefensos, inocentes, pacientes y dolientes. Es lamentable que el desarrollo, la modernidad, y el bienestar de los humanos no sea extensible, también, al beneficio de un trato más humanitario para todo ser sensible.

A lo largo de la historia de la humanidad los animales con sus cuerpos y su esfuerzo, nos han sustentado y así, tristemente, deberán continuar soportándolo si no se produce un revulsivo sobre su situación para mejorar su angustiosa situación ahora ya absolutamente vergonzante.

SACRIFICIOS RITUALES

La religión islámica exige que los animales para ser consumidos –a excepción del cerdo que les esta prohibido -, sean sacrificados de acuerdo con el rito islámico, o sea por degüello y mirando hacia La Meca. Esta práctica impide, también, el aturdimiento previo. La legislación europea toma en consideración esta circunstancia y así la Directiva del Consejo de la Unión Europea de fecha 18/11/1974 es su artículo 4 dice textualmente al referirse a los mataderos “la presente directiva no afecta a las disposiciones nacionales relativas a los métodos particulares de sacrificio practicados por ciertos ritos religiosos”. Trece años más tarde, cuando esta Directiva tuvo que ponerse en práctica obligatoriamente, en España, el artículo 6 del Real Decreto del 18/12/1987, dice “la presente disposición no afecta a los procedimientos utilizados para el sacrifico de los animales impuestos por determinados ritos religiosos”.

En el matadero municipal de Sabadell (Barcelona) se sacrifican semanalmente, según este rito, una decena de terneras y un centenar de corderos que son adquiridos por cerca de 25 carnicerías propiedad de musulmanes que son clientes habituales. 

 

Ong ADDA   1994


Relación de contenidos por tema: Colaboración


Temas

Haz clic para seleccionar