La tortura circense

ADDAREVISTA 24

Osos balanceándose sobre enormes pelotas, monos conduciendo motocicletas, elefantes bailando y tigres saltando sobre aros en llamas... Espectáculos asombrosos y extraordinarios que animales exóticos como camellos, elefantes, leones o leopardos ofrecen en el circo. Aunque pocos se preguntan cómo es su vida fuera de los escenarios. La mayoría de ellos son brutalmente maltratados por sus entrenadores, y todo en nombre del “entretenimiento”.

El circo no es un lugar adecuado para unos animales que, cuando se hallan en libertad, recorren kilómetros y kilómetros de distancia a diario. Aquellos que trabajan en los espectáculos pasan gran parte del día prisioneros en jaulas que apenas les permiten moverse. Constantemente los transportan de un lugar a otro, de pueblo en pueblo y de país en país, pasando en muchas ocasiones del calor al frío extremo. Se les niega el ejercicio necesario, y se ven privados de todo aquello por lo que vale la pena vivir. El agua y la comida se les suministra de forma irregular, en ocasiones únicamente cuando su actuación ha sido satisfactoria. Si no se alimenta lo suficiente a un animal, a cambio de comida, éste hará lo que quieras, al igual que sucedería si no se alimentase a un ser humano. El resultado es que, con este método y con el de castigarlos hasta que estén lo suficientemente asustados como para hacer lo que les pidan, los entrenadores enseñan a los animales trucos degradantes. La crueldad y el sufrimiento se esconden en la mayoría de los casos tras vistosos ropajes y piruetas increíbles. Los responsables de los circos niegan estas acusaciones. De lo contrario, el negocio de las apariencias se iría al traste.

Aunque es evidente que durante la función el entrenador no puede utilizar la fuerza física. Para hacerse entender por el animal, usará varios tipos de señales. Unas señales que el animal debe reconocer y por lo tanto asimilar y responder, una vez reconocida dicha señal. Esta es la función del entrenamiento, en el que el animal aprende mediante reflejos condicionados. Con ese fin se emplean agresiones múltiples, escasez de comida y la fuerza física directa mediante látigos, e incluso impulsos eléctricos, obligándoles a repetir los movimientos una y otra vez. A algunos de estos animales les faltan los dientes o las uñas, o les drogan para hacerlos más manejables. La medida de la presión sanguínea y el ritmo cardíaco, así como los movimientos de las orejas y la cola son signos evidentes del miedo. Así pues, cuando los leones o los tigres responden a los requerimientos del entrenador andando cabizbajos alrededor de la pista, con sus orejas hacia atrás, es que los animales tienen miedo. Cuando un animal no puede continuar actuando razonablemente bien, suele ser vendido a otros circos, a un zoo o a un laboratorio de investigación para acabar su vida, si cabe, más miserablemente.

Osos, elefantes, leones, tigres, leopardos y primates son los que padecen en mayor medida esta tortura. A los osos cautivos se les arrancan dientes o uñas y muy probablemente tengan que soportar cadenas alrededor de sus labios, hocicos y rodillas, además de un bozal. Alrededor del cuello llevan collares que les asfixian, y en la mayoría de los casos tienen el hocico roto a causa de sus entrenamientos. Sus patas suelen estar quemadas debido a que les hacen caminar sobre láminas calientes, para que de esa forma se sostengan únicamente sobre sus patas traseras.

Los elefantes, que por regla general caminan un buen número de kilómetros cada día, se hallan recluidos en espacios restringidos y sin ninguna compañía de su misma especie. Sus vínculos sociales son muy fuertes, y se afligen por la muerte de sus semejantes, permaneciendo junto a ellos varias horas, e incluso volviendo cada pocos días a velar sus restos. Estos animales, cuando están en libertad, no suelen padecer problemas en sus patas, ya que caminan largas distancias. Por el contrario, los elefantes que viven en cautividad permanecen demasiado tiempo encerrados en espacios que desde luego no contribuyen a la fluidez de su circulación sanguínea, lo que les ocasiona en muchos casos, enfermedades degenerativas. No pueden revolcarse en el barro, nadar, o sumergirse en el agua. La orina les causa daños en las patas, debido a que no pueden limpiarse por sí mismos, como hacen en su estado natural, y se ven forzados a estar muchas horas sobre sus excrementos. También sufren grietas en las plantas de los pies, insensibilidad interdigital, uñas rotas, cutículas infectadas, sus plantas de los pies acaban realmente deterioradas. Problemas cuya causa son las condiciones insalubres y la humedad crónica en la que viven, combinadas con un ejercicio inadecuado e incluso nulo.

Los leones, tigres y leopardos recorren en libertad unos 10 o 15 kilómetros diarios. En el circo, están presos en jaulas tan pequeñas que tan sólo caben en ellas el aburrimiento y la frustración. No pueden realizar ningún juego o acción propia de “grandes felinos”, que es lo que en definitiva son. En su estado natural se mantienen limpios por sí mismos. Pero en el circo se ven obligados a comer, beber y defecar en el mismo reducido espacio. La mayoría de estos animales temen instintivamente al fuego. Es por este motivo que un tigre, que teme al fuego de forma natural, salta al centro de unos aros en llamas. Teme más lo que puede sucederle si no lo hace, que el fuego en si.

A los primates se les recluye en jaulas tan pequeñas que no pueden ni siquiera levantarse. Encerrados bajo llave y candado, en la mayoría de los casos en camiones, no ven nunca la luz del día. La reclusión les vuelve locos hasta el punto de que algunos se arrancan con los dientes sus propios dedos, o los de otros monos (aunque raramente sucede que haya más de un mono en cada jaula).

En Río de Janeiro ya ha sido aprobado un proyecto en el que se prohíbe que los animales “trabajen” más en los circos. Esta ley, además de defenderlos, permite crear más puestos de trabajo, ya que los empresarios tendrán que rellenar los huecos en sus espectáculos contratando a más artistas. Un primer paso en un camino largo y tortuoso, en el que todavía hay mucho por andar.

 

Ong ADDA   Enero/Junio 2002


Relación de contenidos por tema: Circos


Temas

Haz clic para seleccionar