Redacción, julio de 2012.—Enterada la Federación para el Bienestar de los Animales, FEBA, de la que forma parte la ONG ADDA, de que existe un intento por parte de un terrateniente de introducir en España, y concretamente en Castilla-La Mancha, la caza de jabalíes con lanza y a caballo, se manifestó absolutamente en contra de este nuevo cruel espectáculo. Es más, lo que consideró como una pretensión esperpéntica, se materializó, más tarde, en rueda de prensa de la consejera de Agricultura en Castilla-La Mancha.

La FEBA desde el año 2008 está en contacto con la consejería; ha presentado 62.814 firmas contra las bárbaras costumbres de ahorcar galgos y se han ido perfilando unos borradores que renueven una obsoleta ley manchega que está pidiendo a gritos su actualización. Con el nuevo gobierno se retomaron los contactos y reuniones con la confianza de que se lograría un proyecto actualizado con visos a una mayor modernidad. Ahora, con esta autorización, se vuelve no a la España profunda, sino a los tiempos del Imperio británico en su mayor esplendor. La caza de jabalíes a caballo alanceando al animal fue un deporte practicado por la oficialidad británica —normalmente aburrida— desplazada a la India, que debían alternar con el polo —en vez de la bola, un jabalí— llamada pigsticking (de pig, cerdo, y stick, palo o percha); la noticia ya ha traspasado fronteras y ha aparecido en la prensa británica. Es de imaginar el concepto que un país que ama y respeta, actualmente, a los animales, y que puede presentarse como modélico, puede sacar del desprecio y crueldad que España continúa mostrando con sus animales.

Si por motivos y presiones de carácter económico, haciendo una llamada a los «cazadores» (¿?) allende nuestras fronteras, se quiere, ahora, introducir en España el pigsticking la mayoría de los españoles tendría que estar ofendida. Y, aún más, cuando se argumenta que la llegada de estos nuevos clientes beneficiaría el aumento de los ingresos de esta caza, como se dijo en su presentación; se puede pensar que aquí estamos todavía en la Edad Media. Entretanto, después de este «alanceo» a la futura ley de protección de los animales en Castilla-La Mancha, ¿cómo puede establecerse una coherencia con el buen trato que merecen los animales?