Carta abierta a Don Felipe González Márquez - Esperanza Ortega

ADDAREVISTA 12

Sr. Don FELIPE GONZALEZ MÁRQUEZ. 

Presidente del Gobierno. Palacio de la Moncha. Madrid.


Señor Presidente,
Soy plenamente consciente que, quizás, éste no es el momento más idóneo para dirigirme a usted, siempre lleno de preocupaciones, pretendiendo una atención hacia lo que le deseo exponer. Pero sé, también, que si no lo hago, me dejaré, otra vez más, invadir por el desánimo y la amargura que genera la impotencia. Y una vez más, también, lo lamentaré.

Señor Presidente, si, como dijo Darwin, "la cultura de un país se mide por la forma que tratan a los animales"; y como expresó Tolstoi "los hombres no cesarán jamás de agredirse mientras continúen, con indiferencia, manchándose con la sangre de animales inocentes", ¿qué grado de cultura, cree usted, pueden seguir otorgándonos otros países mientras en el nuestro continúen ocurriendo cosas como las que denuncia la portada de la revista que le adjunto (*) y, además, con toda impunidad por parte de las autoridades? Yo ignoro qué grado de respeto le merecen a usted los animales. Pero sí que es conocido de todos sus ambiciosos proyectos de cara a una total integración de nuestro país en europa, por lo que, con el mayor de los respetos, y aprovechando lo expresado por usted en más de una ocasión: su apertura y receptibilidad a aceptar cualquier sugerencia, yo me atrevo, señor Presidente, que dentro "del cambio del cambio" que ha prometido a los españoles que le han otorgado su confianza, incluya el de hacer algo para evitar que se sigan cometiendo tales atrocidades con la esperanza y el propósito de alcanzar por parte de las demás naciones europeas, un merecido reconocimiento y total aceptación.

Continúo rogándole que procure usted no caer en el fácil error de considerar todo lo que le expongo sobre este tema como una ilusa reivindicación de una pobre sensiblera que ignorando los graves problemas existentes actualmente, pretende acaparar su tiempo y atención sobre un asunto al que los españoles dentro de su soberbia -o más bien ignorancia- nunca le han concedido la menor importancia, pero que, por el contrario, sí la tiene. No puedo pretender, naturalmente,que, de repente, todos los españoles se conviertan en San Francisco de Asís; pero sí es aconsejable, y por supuesto muy conveniente, el que se intente hacerles reflexionar sobre lo importante, también, que es el respeto hacia la vida y el bienestar de los animales, para poder, de esta forma, reclamar nuestro derecho a que se nos considere seres civilizados, y exponer nuestra conducta ética a los niveles de las naciones europeas más exigentes y avanzadas en este sentido.


Deseándole, muy sinceramente, mucha suerte y éxitos en el comprometido cargo que ocupa y también en su vida privada, le envío el más respetuoso y cordial de mis saludos.

 

Ong ADDA  1993


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