Barcelona y su fallido centro de acogida de animales - Manel Cases

ADDAREVISTA 38

Lo sucedido recientemente en la Barcelona pionera en la defensa y protección de los animales, única ciudad conocida que tiene aprobado por unanimidad del Plenario de su Ayuntamiento un Decálogo que debe trazar la trayectoria municipal respecto a sus animales, ha dejado perplejos a muchos ciudadanos y a todos los grupos animalistas, muy numerosos en esta importante ciudad.

Actualmente Barcelona tiene dos asignaturas pendientes: la construcción de un nuevo Centro de Acogida para sus animales abandonados y la supresión de la venta de animales en sus carismáticas Ramblas.

La actual perrera -ya que es más una perrera que un Centro de Acogida-, está situada en la ladera de la montaña del Tibidabo, y tiene difícil acceso si no se dispone de vehículo propio. Es además, una vetusta instalación de pequeña capacidad, con umbría en invierno y sol sofocante en verano. Un lugar a la antigua usanza, con pasillos donde están las típicas jaulas en las que a veces se colocan a más de un animal. El lugar destinado a los gatos, aunque ha mejorado su situación, también deja mucho que desear. Una ubicación y estructura realmente vergonzosa e indigna de esta ciudad. En los últimos años se ha intentado alguna remoción, pero ya no da para más.

Los animalistas, y en este caso el ADDA, por sus dilatados años de existencia, han hecho y dicho lo indecible para que se crease un nuevo centro que pudiese consolidarse como Centro de Acogida, de acuerdo con los nuevos postulados en boga de los países punteros en lo referente a la acogida de animales abandonados. Pero la indiferencia que mostró el ayuntamiento de Barcelona ha sido la constante durante años y años.

Sin embargo, la presión no sólo de los defensores de los animales sino también de la mayoría de sus ciudadanos, ha ido calando poco a poco. También ha tomado fuerza la idea de que había que hacer algo, y pronto. Así pues, empezó la búsqueda de nuevos lugares para ubicar el nuevo centro. Con la creciente carestía del suelo en Barcelona y su escasez , se firmó un acuerdo entre la Generalitat, el Ayuntamiento de Barcelona y la localidad de Caldas de Montbui para que, con una importante disponibilidad de terreno, se construyera allí el nuevo CAAC. Pero con el cambio de signo político en las últimas elecciones municipales, su nuevo alcalde (antes de IC-Verds y después de CIU) rompió el acuerdo, y pidió el oro y el moro para transigir. En consecuencia, quedó aparcada la construcción del centro de acogida. La Teniente de Alcalde, Inma Mayol (de IC-Verds), de quien depende Medio Ambiente, es la responsable de su resolución; Mayol, que gobierna en minoría y en bipartito con el PSC, inició la búsqueda de lugares factibles dentro del mismo municipio barcelonés, encontrando una ubicación apropiada en el “Parc de la Oreneta”, en el distrito municipal de Sarrià-San Gervasi, zona alta y pudiente con mayoría de votantes de CIU. Así, se presentó públicamente un anteproyecto novedoso, avanzado y técnicamente posible gracias a la aplicación de las nuevas tecnologías, para reducir posibles ruidos y malos olores, y que fue bien acogido y sin aparentes problemas por los tres grupos políticos en la oposición, así como por las entidades animalistas. Era noviembre de 2008; pero transcurridos 3 meses, aparece en La Vanguardia, periódico de carácter conservador y con editorial difícil de catalogar, un artículo decididamente contrario al centro, cuando anteriormente éste mismo medio se había mostrado a su favor. Era la señal inequívoca de que se había puesto en marcha una sinergia muy bien estructurada, cuya única finalidad era impedir la realización de este proyecto.

A partir de entonces la transversalidad políticamente necesaria en el tema de los animales se convierte en una maraña de tal magnitud, que todos los medios le empiezan a dedicar páginas enteras y cabezales en portada. Sería tedioso detallar los variopintos razonamientos que empiezan a esgrimir el Partido Popular (PP), Convergencia i Unió, (CIU), partido mayoritario en la oposición, y Esquerra Republicana de Catalunya, (ERC). En uno de los lindes laterales del proyecto está edificada la Escuela Aula, un centro escolar donde acuden los hijos de importantes personalidades económicas, bancarias y políticas catalanas; este centro pone en marcha un potente grupo de presión al mando de un conocido bufete de abogados barcelonés ligado a CIU. Entretanto, cada grupo opositor incrementa su radicalismo, alcanzando la batalla política unos niveles insospechados. Es paradójico que un tema absolutamente eternizado debido a la falta de atención prestada, de repente se trasforme en un desmesurado enfrentamiento entre gobierno y oposición jamás alcanzado, utilizando a los animales de por medio. La transversalidad queda hecha añicos.

Es singular y sorpresivo que Esquerra Republicana, ERC, y su máxima figura del grupo municipal, Jordi Portabella, quien fuera el artífice de que el ayuntamiento declarase Barcelona “libre de toros”, y que ha sido el más sensible y dispuesto con la defensa y bienestar de los animales, se alíe ahora con el resto de la oposición, y que su argumentación, cambiante y confusa, no sea la de una decidida toma de posición a favor del nuevo Centro de Acogida, ya que el presupuesto está disponible y podría estar operativo dentro de 2 años. Todo este aquelarre debe ser interpretado como que, una vez más, los animales se convierten en objeto de transacción política, no para su bien, sino para incluirlos como algo fácil en el acostumbrado cambalache político.

SUCUMBE UNA ESPERANZA EN TIEMPO Y UBICACIÓN

El 18 de marzo de 2009, en la reunión de la Comisión de Urbanismo, era sometido a votación el punto número 13 de la Orden del Día: la aprobación del Plan Especial para la concreción del uso y la edificabilidad del centro. Tras las tediosas y ya conocidas posiciones en contra del CIU y PPC, reiterando lo que ya se había escuchado semanas atrás en el Plenario a cargo de sus jefes de grupo, el interés radicaba en conocer si ERC, partido decisivo para decantar la balanza, y que había sido hasta el momento un partido pro animalista, decidía flexibilizar su criterio a favor del proyecto. Esquerra Republicana de Catalunya no tan sólo no se avino a darle salida, sino que se enrocó, variando ligeramente su discurso al no hablar del coste, pero aduciendo nuevos inconvenientes, como que cercenaba “corredores verdes” con el cercano parque de Collserola. Sometida a votación la propuesta, el grupo opositor, bien agrupado, dejó en suspenso la opción de que Barcelona pudiese tener, en breve plazo, el Centro de acogida que se merece. No tan sólo por necesidad propia, sino también para que, como referente, fuese un ejemplo para otras ciudades españolas por diseño, tecnología y proximidad para los visitantes.

Las presiones a las que han estado sometidos los partidos contrarios al proyecto han aflorado cada vez más, sin que nadie mentase las ocultas razones que tanto protagonistas como espectadores conocen. Paradójicamente, quienes la han rehusado se manifiestan, conscientes de la perentoria necesidad de este centro. Imma Mayol, que defendía este equipamiento, después de un lúcido debate en la Comisión espetó, quizás, parte de la verdad oculta: “con dinero y con influencia se pueden evitar equipamientos poco amables”. “Poco amables” porque existen intereses proclives a que no se construya ni este equipamiento ni ningún otro. Lo que se pretende es que, a pesar de estar calificado como tal, -como equipamiento- quede como zona verde para disfrute y solaz de sus exclusivos circundantes.

Como consecuencia de perder la votación en la Comisión de Urbanismo, el Gobierno Municipal anunció que no lo presentaría en el próximo plenario (27/02/2009); satisfecha la oposición con su victoria, había llegado el momento de apaciguar los ánimos y de no hablar más del tema, por lo que nada mejor que aplicar un bálsamo con un plácido consenso, como se demostró aquel 27 de marzo. Pocas veces había ocurrido que de 24 propuestas presentadas, 23 obtuvieran el acuerdo unánime de todos los grupos.


EL FUTURO

Los animalistas y muchos ciudadanos que esperaban con ilusión se han quedado, una vez más, sin centro de acogida. ¿Se hará otro nuevo? claro que sí; después del bombardeo mediático y la relevancia que se ha dado a algo que, normalmente, hubiese pasado inadvertido para el gran público, ahora el proyecto se ha convertido en una patata caliente que cada parte querrá sacarse de encima lo antes posible. Fueron significativas las manifestaciones del concejal de CIU, que una vez lograda su pretensión, dirigiéndose a los numerosos periodistas, presentes ya por costumbre en estos debates, dijo: “y ahora, que los medios de comunicación no hablen más de este tema.”

Se ha sacado tanto de contexto este tema, que es difícil que cualquier otro lugar de la ciudad de Barcelona pueda cumplir con lo previsto: un espacio digno, suficiente, avanzado y de proximidad. Siempre habrá quien se opondrá, y gobernar es mirar por el interés común en provecho de la colectividad. Esperemos que la serenidad se imponga; que los animales no sean utilizados en intrigas políticas pues el tema incluye y obliga cada vez más a todos; y que Barcelona, con el sosiego de sus representantes, dejen de lado -o para otra ocasión- sus discrepancias, antagonismos personales y presiones. La Barcelona a quienes representan, porque sus votantes allí los han situado, está por encima de todo.

 

Ong ADDA  -Junio 2009


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