Los mejores amigos: Guiando en la oscuridad - Carolina Pinedo

ADDAREVISTA 32

Se les puede ver por las calles, en los autobuses, el metro, comercios o restaurantes guiando a personas invidentes. Les ayudan a poder llevar una vida más normalizada y, además, les ofrecen su compañía y amistad. Son los perros guía de la ONCE. Sepamos cual es su proceso de aprendizaje y el cuidado que se tiene con su bienestar.

Para que un perro de la ONCE llegue a ser guía de una persona invidente, tiene que recorrer un largo camino, que comienza desde que todavía ni siquiera ha nacido. Ya desde que los cachorros son un proyecto, se seleccionan a sus padres para que como resultado, el futuro cachorro tenga un determinado carácter que le sirva para enfrentarse a su difícil papel como perro guía. Así, según Jorge Valle, responsable del departamento de crianza de la ONCE, explica: “se busca que tengan un carácter equilibrado, que no sea agresivo, ni miedoso y que tenga un buen nivel de sociabilidad” Las hembras reproductoras también pasan su embarazo y parto en familias de acogida, que además se encargan de los cachorros hasta el destete. Además, estas familias, pueden optar a quedarse con un cachorro si lo desean para socializarle. Tienen una camada por año y, según Jorge Valle, además de seleccionar un determinado carácter se evita la consanguinidad, porque “no se busca la belleza física, sino un determinado temperamento”

En las “cachorreras” de la ONCE se respira un ambiente casi de guardería infantil. Hay incluso un parque con juegos para que los pequeños desarrollen su movilidad y reflejos. Los cachorros, auténticos “peluches” juguetones corretean por este parque haciendo travesuras entre ellos. Por los pasillos de las instalaciones podemos encontrar gatos campando a sus anchas para que los futuros perros guía se acostumbren a su presencia y no suponga un problema para su futura labor. Ya se les estimula tempranamente por ejemplo con determinados sonidos como estallidos de globos, silbatos o sonidos de trenes para que no se conviertan en adultos asustadizos.

 Hacia la séptima semana de edad comienza la socialización a través de una familia que se ofrece a acoger al perro unos tres meses en su casa para que se familiarice con un entorno real. Con la familia de acogida saldrá a la calle, irá en transporte público, acudirá a centros comerciales, restaurantes, parques. En definitiva, cuanto más se acostumbre a todos los escenarios que tendrá que visitar, mucho mejor. La familia de acogida es fundamental en el proceso de socialización del perro, por ello, se procura seleccionar a quiénes tienen tiempo para dedicarle, llevarle a muchos escenarios diferentes, e incluso, que tengan niños o personas mayores para que el perro se acostumbre a todo tipo de vivencias, situaciones, y personas. En este sentido, Henar de Diego que tiene una perra en su casa en régimen de acogida y afirma: “merece la pena, aunque el primero que tienes duele mucho cuando te tienes que separar de él, pero la relación con todos es impresionante”. Eva Toranato, supervisora de cachorros de la ONCE, asegura que las familias lo pasan mal cuando tienen que devolver al perro, pero que también es una gran satisfacción para ellas cuando su animal se gradúa, es decir está aprobado y listo para trabajar como perro guía. Henar de Diego añade: “hay que mentalizarse desde que son pequeños de que no es tuyo, y lo tienes que devolver”. Y aclara, que de momento la posibilidad de acoger futuros perros guía para socializarles sólo se puede hacer en la Comunidad de Madrid.

A los ocho meses se hace una radiografía al perro para ver si padece displasia, si es así, no puede continuar su camino como perro guía, entonces podrá ser adoptado, incluso por la propia familia de acogida. Una vez que ha pasado por la etapa de socialización, ingresa en el centro para comenzar su entrenamiento como perro guía, que durará cuatro meses. En principio, se le hace un test para conocer al perro y poder personalizar su educación. El entrenamiento está siempre basado en el refuerzo positivo y su última fase, se centra en detectar las carencias del perro colocándose un antifaz, ya que, un vidente le puede ayudar sin darse cuenta. Cuando se considera que el animal está preparado, se estudian los informes de los candidatos a tener perro guía, ya que hay lista de espera y hay que buscar invidentes que se adapten a las características del perro y viceversa. Así se tienen en cuenta datos como si el candidato anda deprisa, o, su temperamento, edad y envergadura. Posteriormente se le convoca a un curso de tres semanas a través del cual el candidato y el perro se podrán conocer y comprobar si se adaptan bien el uno al otro. Si ha habido una buena compenetración entre ambos, el instructor del perro se traslada durante tres días al domicilio del invidente para ayudar a que la adaptación también se produzca en el ambiente donde se va tener que desenvolver habitualmente el perro.

De todas las maneras, el animal sigue siendo siempre propiedad de la Fundación ONCE, que tiene derecho a poder retirarlo si considera que el trato no es el adecuado, o no está siendo empleado para los fines para los que fue cedido como perro guía. De hecho, el invidente debe enviar cada mes un informe sobre su convivencia con el animal para estar al tanto de que todo evoluciona correctamente. Hay que tener en cuenta que estos perros pueden trabajar hasta los diez años de edad. Luego puede quedarse con el invidente o volver a la Fundación ONCE, donde se le buscará una familia que lo cuide, que puede ser la que lo tuvo en acogida para socializarle cuando era cachorro, o bien, puede permanecer en las instalaciones de la Fundación, donde hoy en día acogen ya a cuatro perros jubilados de su impagable labor. Allí, disfrutan de una vida tranquila, relajada y feliz.

Qué menos se puede ofrecer en sus últimos días a unos animales que han cumplido una labor tan inestimable como es la de guiar en la oscuridad a las personas que lo necesitan.

 

Ong ADDA  -Junio 2006


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