Los acuarios, ¿divulgan o martirizan? -Jordi Gispert
La cara pública de los acuarios en ocasiones no concuerda con aquella privada. El amable y cautivador mensaje de la educación medioambiental se contradice con otros datos que lo desmienten. El debate ya iniciado en los zoológicos se traslada también a estos grandes escaparates de especies marinas que, muchas veces, aparentan una cosa muy distinta de la que es realmente su único afán: el incremento del lucro, a pesar de toda recomendación biológica, a pesar de todo informe documentado, y a pesar de toda la legislación y obligaciones éticas sobre el bienestar animal.
El Aquàrium de Barcelona empezó su andadura el 8 de septiembre de 1995. Desde el inicio de la instalación, el aumento del número de entradas vendidas ha sido exponencial. Se calcula que hasta el año 2015, más de 30 millones de personas ya lo habían visitado. En 2011 se batió el récord de 1.675.735 clientes, lo que, a 21 euros la entrada de adulto, equivale a más de 30 millones de euros de ingresos anuales. El aumento de la divulgación y la concienciación sobre la ecología marina ha sido la tesis pública de la empresa y la que también han adoptado administraciones, biólogos y centros educativos. En el año 2000 un trabajador, anónimo por supuesto, hizo llegar a ADDA, así como a Greenpeace, a la Federación Española de Sociedades Protectoras de Animales y Plantas y a la Dirección General de Pesca de la Generalitat, un informe que contradecía esta imagen impoluta. Tenía una única voluntad: extender la información acerca de algunas negligencias y acontecimientos que se exponen a continuación.
Media de 56 peces muertos al día
El Aquàrium engloba actualmente 35 distintos acuarios y 11.000 animales de 450 especies diferentes. Sus trabajadores están obligados a anotar diariamente las nuevas entradas para clasificar los traslados de un tanque a otro y la mortandad. Estos documentos permanecen ocultos al gran público y sirven, en todo caso, por si la administración solicita alguna relación de actividad. La documentación en poder de Ong ADDA abarca los meses de abril del año 1997 y de agosto de 1999. Veamos lo que ocurre algunos de estos días, escogidos aleatoriamente: el día 1 de abril mueren 5 jureles, 3 doncellas, 2 salmonetes reales, 1 lambrea, 1 pez mariposa, 1 pez payaso, 1 boga, 1 aguja de mar, 3 espirógrafos, 1 castañuela, un lenguado, 1 gobio mandarín, 1 salmonete de roca, 4 anguilas, 5 rodaballos, y 1 pez sapo. Total, 31 muertes y este mismo día entraron 47 nuevos animales. El día 15 mueren 70 animales y entran 27 de nuevos, al siguiente día 16 de abril, mueren, ¡atención! 163 animales, entre los cuales 103 doradas
El 23 de agosto de 1999, fallecen 20 especies y el día 31, 18. También hay datos de 26 de octubre de 1999 con 34 animales muertos. Lógicamente hay días en que las cifras son menores pero también otros en que son similares o mayores. Si se hace una simple media de los 6 días anotados nos da un promedio diario de 56 animales muertos. Es posible pensar que ello eso es debido a la gran cantidad de peces que maneja el acuario. Pero si se hace una simple estimación, se observa que tampoco concuerda. Si multiplicamos ese promedio por 365 días, obtendríamos una mortandad de 20.440 animales por año, casi el doble de los que contiene el acuario. Hay que considerar, además, que en su mayoría, las especies residentes son mucho más longevas. Para ver algunos ejemplos mostramos los años promedio de vida de algunos taxones en su medio natural: las anguilas viven 10 años, las lisas, 25, el mero, 60 años, el sargo 10, la sardina 8, o el esturión 120 años! Cuando en el Aquàrium el promedio de vida es de 6 o 7 meses, algo ocurre.
¿Incompetencia, lucro o actualización?
El Aquàrium de Barcelona lo gestiona el Grupo Aspro, que es una red de ocio que posee, o dirige, un total de 68 centros en 10 países distintos. Entre ellos: 22 parques acuáticos, 10 parques de atracciones, 8 zoológicos o parques marinos y 10 acuarios. En temporada baja emplea 2000 personas y en verano unas 5000. En su publicidad, la del Aquàrium en concreto y la del clúster en general, insisten tanto en la educación como en la conservación marina. Dados los datos de mortalidad inconexos señalados conforme a la documentación llegada a las manos de Ong ADDA se especifica que ni el director ni el subdirector eran biólogos. El primer cargo con estudios sería el del jefe del Departamento de Biología y aun así lo define como “marioneta al servicio del Director” y como “incompetente y sin conocimientos”. En un capítulo que cabría mencionar aparte, se hace referencia al trato “despótico e inhumano” hacia los trabajadores. Por último, la jefe de laboratorio y del equipo de patologías dice “no tener conocimientos de ictiopatología”, y “aun así escribe artículos y hace experimentos con los animales, provocando en algunos casos auténticas matanzas”.
Corresponde aclarar y recordar que estos cargos son del año 2000. Han pasado 19 años y sería deseable que todas estas circunstancias hayan sido superadas. Probablemente hayan cambiado, o quizás a pesar de todo el estilo de la empresa siga intacto. Es de suponer que las densidades de algunos acuarios siguen elevadas, es cierto que hay especies que no se adaptan a vivir en cautividad, y es cierto, también, que el suministro de anestésicos, antibióticos y otros experimentos químicos se aplican a diario, a menudo con consecuencias nefastas. A medida que los beneficios de la empresa, que deducimos favorables y elevados, la gente, a su vez, solicita más actividades como, por ejemplo, un contacto más directo con los animales, como nadar con tiburones, una de las actuales ofertas. Actividades que de no calibrarse correctamente, pueden traer posibles perjuicios para las especies marinas y también un peligro no controlado hacia los seres humanos.
Pasado y futuro
Según se constata de los documentos a que ha tenido acceso ADDA, las capturas, a menudo, pueden ser importantes pues se pesca lo que se puede y se tiene que renovar la población de las especies cautivas; en otras ocasiones se pueden obtener ejemplares de cierta rareza y que no se anotaban en el registro que se debe entregar a la autoridad competente. También, durante la pesca y según qué medios se utilizan, se ocasionan daños en el fondo marino y se trocean erizos y otras especies que se utilizan como cebo. A veces, quienes capturan no tienen licencias para hacerlo con lo que su impericia puede provocar aún más daños en el medio marino. Numerosas especies raras son expuestas en los acuarios sin ni siquiera conocer su denominación científica con el peligro de que puedan morir de inanición al desconocerse las condiciones necesarias de adaptación a su nuevo medio artificial. Por último, al igual de lo que ocurre en los zoológicos, el intercambio de especies –coleccionismo- puede ser otra de sus actividades. A ciertos pescadores se les paga lo que se estipula en la documentación, al igual que se vende “el sobrante” a otras empresas. En la lista reportada, a título de ejemplo, en el año 1999, un pulpo (25/02/1999) se pagó a 1500 pesetas (9,01 €), una estrella de mar (04/08/1999) a 100 pesetas (0,60 €) y un plumero de mar –espirógrafo- (23/11/1999) a 500 pesetas (3 €).
En el año 1995 se reguló por ley la extracción de organismos vivos del litoral con finalidades científicas, educativas, culturales y acuarilógicas; por lo tanto un acuario necesita capturar especies vivas que se equiparan con miles de animales. Para poder suministrarse el Aquàrium tiene que renovar cada año la autorización autonómica que concede la Dirección General de Pesca de la Generalitat de Catalunya. Esta concesión se hace en base a las siguientes condiciones: que las capturas sean limitadas y no puedan ser vendidas, que no se pesquen en zonas protegidas, que se capturen sólo especies abundantes y con métodos que no supongan ni sufrimientos ni perjuicios ecológicos. A las especies capturadas se les garantizará unas condiciones de bienestar en su lugar de destino y servirán para fomentar actividades educativas y de concienciación sobre la biología y la ecología marina. Interesante y fundamentada literatura que de implementarse supone ir acompañada de un completo seguimiento in situ que la administración debería tener muy presente.
Diciembre 2019
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