El rapto de las especies - Franck Gueffier

ADDAREVISTA 6

Cada año, cientos de especies de animales y vegetales son empujados al umbral de extinción por múltiples causas, cada vez más desastrosas, sin que aparentemente se den síntomas de cambio. A pesar que numerosos zoólogos, ecologistas y biólogos han dado insistentemente la voz de alarma, los bosques siguen siendo explotados e incendiados de forma indiscriminada. Las zonas pantanosas, tan necesarias para las aves migratorias, se desecan y transforman en urbanizaciones o terrenos de cultivos, en los que, como agravante, se vierten toneladas de pesticidas que envenenan todo lo que tiene vida. Nuestros ríos y océanos sirven de vertederos a las grandes industrias químicas y petroquímicas... Y a este gran desastre faunístico hay que añadir una causa aún más devastadora: el rapto de animales vivos para traficar con ellos, o con sus productos derivados, para satisfacer la creciente demanda de los comerciantes —ávidos de ganancias—, del sentido coleccionista de muchos parques zoológicos, de los laboratorios nunca suficientemente abastecidos, de establecimientos de pieles, de artículos de lujo..., y de un interminable etcétera.

En 1986 España decide adherirse al Convenio del CITES; convención que reúne a más de 100 países miembros, creada para controlar y prohibir el comercio de las especies en peligro de extinción que están disminuyendo alarmantemente. Ante semejante adhesión no podíamos más que aplaudir, pero, años más tarde no podemos, desgraciadamente, dejar de constatar que, junto con Tailandia, Indonesia y Argentina, España es una de las naciones clasificadas con el mayor rango en el tráfico ilegal de especies de animales. Ahora sólo nos queda desilusión por la gran traición y el desastre que representa para los animales. ¿Existió en algún momento un sincero deseo por parte de España y una preocupación, auténtica, de contribuir a un movimiento mundial que desea preservar la fauna de nuestro planeta, evitando un escandaloso comercio? ¿Fue una mera hipocresía y obligación por el hecho de su integración a la CEE?

Cada cual es libre de opinar, pero el hecho, innegable y real, es que en cuanto a hechos concretos y positivos en la limitación de este comercio, no se ha avanzado casi nada por el momento. Un simple paseo, e inspección, por establecimientos abiertos al público, nos da la lamentable confirmación de Ta facilidad con que se pueden adquirir las especies que se desean caprichosamente, sin importar que el «género» que se les solicite pertenezca al Anexo I (extinción inmediata) o Anexo II del convenio CITES. El grado de impunidad con que se ne-gocia con la vida de estos seres nos lo proporciona la falta de inhibición con que son, en muchas ocasiones, mostrados a la vista del público. Sin ningún rubor, compradores y vendedores alimentan la cadena que inevitablemente nos conducirá a la ausencia absoluta y definitiva de muchas especies. ¡Patrimonio único, e irrepetible, de nuestro planeta!

Ante tan escandalosa y grave realidad ha lugar, al planteamiento de varias cuestiones: los responsables en velar por el cumplimiento del Convenio. ¿Tienen, realmente, conocimiento de los Anexos de CITES? ¿Existen los funcionarios cualificados y especializados en el reconocimiento y la identificación de las especies? ¿Existe un control efectivo de puertos y aduanas? ¿Se ha concienciado a la población en el problema? ¿Los establecimientos son plenamente conscientes de la responsabilidad, y el peligro que implica esta comercialización?

El expolio que supone todo el proceso, desde la captura hasta su final, es trágico para los animales. A modo de orientación vamos a dar algunos ejemplos que podrían alargarse hasta el infinito:

TIPOS DE CAPTURA

Chimpancés

  • Se colocan venenos que comen las madres —no los pequeños, que maman—; de esta manera mueren envenenados todos los adultos y se recogen a los pequeños.
  • Con armas de fuego.
  • Con perros para asustarlos, conseguir que se separen y después matar a los adultos.

Aves

  • Robo de los polluelos en el nido.
  • Captura de adultos que están en período de reproducción.
  • Los pequeños que quedan en el nido no pueden comer y mueren de inanición.
  • Capturas que causan gran «stress» y merman la capacidad de reproducción de los adultos.

TRANSPORTE

  • En el transporte, que puede durar de días a meses, se amontonan, de la misma especie, gran cantidad de ellos cuando en su habitat están acostumbrados a un espacio territorial.
  • El exceso de animales encerrados en la misma jaula propicia la transmisión de enfermedades.

LOS ESTABLECIMIENTOS DE VENTA

  • Carecen de las evidentes condiciones ambientales que estos animales necesitan: sol, agua, temperatura, humedad...
  • Estar expuestos al lado de otros animales, que resultan ser depredadores para ellos, provocándoles un constante peligro psíquico.
  • Una falta de información para facilitar a los compradores sobre las necesidades y cuidados que necesitan como, por ejemplo las serpientes que precisan temperatura y humedad especiales.
  • la imposibilidad de reproducir las mismas condiciones ambientales de su ecosistema: al ser los reptiles animales de sangre fría, las tortugas y los lagartos necesitan lluvia y humedad.
  • Aparece, frecuentemente la avitaminosis por carencia de una alimentación variada.
  • las serpientes no pueden cambiar  la piel si no disponen de la humedad necesaria; al no poder cambiarla, pierden la visión de sus ojos debido a las capas que van acumulando y que no han podido mudar. Si están en muy malas condiciones se niegan a aceptar la comida y se dejan morir.
  • Las tortugas son muy propensas a la conjuntivitis que puede estar provocada aún por pequeñas corrientes de aire.

PELIGROS 

  • Algunas serpientes, como la «cobra», pueden resultar altamente peligrosas por su picadura. Se da la curiosa circunstancia que pueden detener, en el momento de su captura, su período reproductor y volverlo a poner en marcha aún después de dos años, por lo que de repente, un día, se puede encontrar con varias crías, aumentando, de repente, el número de peligrosos ofidios.
  • La serpiente pitón se acostumbra a comerciar cuando tan solo mide un metro y son muy dóciles y manejables, volviéndose muy peligrosas cuando crecen. Pueden llegar a medir cinco metros de longitud: su extraordinaria fuerza puede estrangular y devorar animales domésticos e incluso personas.
  • Los monos también pueden contraer la rabia. El pasado año se dio el caso de un mono, importado ¡legalmente de Argelia a Francia, que desarrolló esta terrible enfermedad.

El mercado de estos animales implica un robo y un expolio para los países que cuentan con ellos como riqueza turística y forma de subsistencia, además de la importancia que tienen para mantener el equilibrio ecológico en su país y habitat de origen. También es necesario tener presente que el peligro en que se encuentran algunas de estas especies es tal que está afectando negativamente a su propio organismo: el «guepardo» ha quedado tan extinguido que ahora los pocos que coexisten tienen que cruzarse entre miembros de la misma familia, dando origen —debido a la consaguinidad de la raza— a serias alteraciones como son: poca resistencia a las enfermedades, problemas en su reproducción..., etc.

Recientemente Francia ha incorporado, como medio de reconocimiento de las múltiples especies que pasan por las aduanas, la informática. Por medio de fichas de color en pantalla de alta definición se pueden reconocer más de doscientas especies de venta y tráfico prohibido y así identificar sin error muchos animales que, por su gran parecido, pueden inducir a confusión. También se ha prohibido el paso de animales exóticos durante los meses de noviembre a abril, frenando de esta forma la importación y evitando la muerte, a causa del frío, de muchas especies que precisan de una mínima temperatura.


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