Atención al TTIP. peligran nuestros animales

ADDAREVISTA 50

TTIP. Peligran nuestros animales

Carolina Pinedo

El Tratado Trasatlántico de Libre Comercio (TTIP) consiste en un acuerdo comercial entre la Comisión Europea y los Estados Unidos que ha generado gran polémica entre ciertos sectores políticos y sociales que ven amenazada la permanencia de las garantías de bienestar social y animal conseguidas en la Unión Europea, tras años de negociaciones y pactos. ¿Pero cuáles son los puntos más negros y controvertidos de este incipiente tratado comercial, que aún está en fase de negociación? Hagamos un mapa para orientarnos en el laberíntico TTIP con cuatro preguntas y respuestas clave:

1- ¿Qué es el TTIP y cuál es su objetivo?

Este intento de acuerdo entre Europa y Estados Unidos (EE. UU.) nace desde la intención de convertirse en un tratado de libre comercio entre los países de la Unión Europea (UE) y el gigante norteamericano.

La Comisión Europea explica sobre el TTIP que es «un tratado de comercio que se está negociando con los Estados Unidos con el objetivo de eliminar los obstáculos comerciales para facilitar la compraventa de bienes y servicios entre la UE y EE. UU.». Este organismo político europeo añade al respecto que con este tratado se pretende «eliminar la regulación innecesaria» existente en la actualidad para facilitar las transacciones comerciales entre los países de ambos continentes. Pero, ¿a costa de qué? Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía, recoge el sentir de diversos sectores sociales y políticos con respecto al TTIP: «Estos tratados son defendidos por muchos economistas. Lo que hace posible esta postura a favor es una teoría económica falsa y desacreditada que sigue en circulación, básicamente, porque sirve a los intereses de los más ricos».

Las mesas de negociación del polémico intento de acuerdo transatlántico están compuestas, según el observatorio norteamericano Public Citizen, que trabaja en el Congreso estadounidense, en un 84 % por asesores que representan a potentes multinacionales de diferentes sectores, como la farmacéutica Abbot, Cargill, del sector agroalimentario, o Capital Parthers, que trabaja con fondos de inversión. Con estos negociadores, no cabe esperar que se defiendan los derechos cívicos, la seguridad alimentaria o el bienestar animal, sino los intereses económicos de los diversoslobbies que manejan los hilos de la política internacional entre bastidores para su propio beneficio.

El recelo que el TTIP despierta entre los consumidores y las asociaciones que los representan, así como en las asociaciones animalistas y las organizaciones sindicales europeas se basa en considerar que el tratado transatlántico entraría en Europa como un elefante en una cacharrería para imponer las aspiraciones e intereses de las empresas norteamericanas, con el fin de ampliar sus beneficios económicos en el mercado comunitario.

Uno de los objetivos del TTIP es elevar el Producto Interior Bruto (PIB) en Europa y EE. UU. para generar alrededor de dos millones de empleos. Pero los grupos críticos con el TTIP, como Los Verdes, en el Parlamento Europeo, creen que estas cifras son un brindis al sol. Por su parte, economistas como Susan George opinan que el aumento del PIB en 12 millones de euros «es equivalente a una taza de café semanal por ciudadano en el año 2027, en el mejor de los casos».

2-¿Qué intereses hay tras este tratado comercial?

El secretismo y hermetismo domina las negociaciones que intentan crear las reglas del juego del TTIP que afectarán a nuestras vidas y las de nuestros animales de manera muy directa. Julian Assange, fundador de Wikileaks, comenta sobre este acuerdo: «Los gobiernos tienen pánico a que la ciudadanía hable sobre este tratado». Ese oscurantismo institucional proviene del miedo a la avalancha de protestas e iniciativas que se producirían al hacerse público el hecho de que el fenómeno de la globalización inundaría sin freno Europa y los gobiernos de los países miembros quedarían amordazados y maniatados a la hora de tomar decisiones en cuestiones tan importantes para los ciudadanos como la salud alimentaria, la sanidad, el medio ambiente o el bienestar y respeto de nuestros animales.

Por otro lado, la Organización Mundial del Comercio (OMC) cumple un papel clave en el funcionamiento del TTIP, si llega a ver la luz y a aplicarse. Este organismo internacional establecería las normas alimentarias de la UE y los EE. UU. De esta forma, el objetivo principal sería fomentar el desarrollo comercial y empresarial a costa de la seguridad alimentaria de los ciudadanos europeos y norteamericanos. Para esta institución internacional de carácter comercial, el libre comercio tiene prioridad ante lo que cada país pueda defender legítimamente. De esta forma, la OMC considera la mercancía en sí misma, no el modo de obtenerla, ni la condición sintiente de un animal vivo o que ha sido cazado o pescado con métodos crueles.

El hecho de que la OMC forme parte activa de las negociaciones para sacar adelante un acuerdo como el TTIP inquieta al mundo animalista, que conoce la forma de actuar de este organismo comercial. Su política es frenar cualquier iniciativa que implique la mejora del bienestar de los animales. Esta forma de actuar de la OMC echa por tierra avances conseguidos con un trabajo de años por parte de los ciudadanos y las asociaciones animalistas, como la recogida de firmas o negociaciones con los interlocutores políticos europeos, que se traducen en directivas de la UE.

Es evidente que un marco comercial de negociación no es el adecuado para trabajar de forma eficaz en pro de la sanidad, la alimentación y el bienestar animal de millones de seres vivos. Por ello, no conviene la transparencia de cara a los ciudadanos sobre este tipo de planteamientos y negociaciones, que la opinión pública rechazaría de plano.

La denuncia de esta situación ha sido expuesta por asociaciones como Amigos de la Tierra Europa (FOEE), que anuncia consecuencias desastrosas en materia de seguridad alimentaria y bienestar animal si el TTIP entra en vigor. Entre otras cuestiones, se relajará la normativa para que lleguen a nuestras mesas los alimentos transgénicos y se clonen animales con controles mínimos, así como para que primen los intereses comerciales y empresariales de las multinacionales.

3-¿Cómo afecta este intento de acuerdo comercial al bienestar y respeto por los animales?

Dentro del marco de la Unión Europea se han conseguido grandes logros para proteger a los animales de producción, como la prohibición de las hormonas de crecimiento, la escasa permisividad con los piensos modificados genéticamente y los antibióticos o la protección y comodidad durante su transporte. Otro hito importante es la prohibición, desde el año 2013, de la experimentación con animales para productos cosméticos, que tanto dolor, tortura y vidas han costado a millones de animales en las frías jaulas de los laboratorios para fabricar productos como una crema antiarrugas. Estos logros históricos no pueden desvanecerse bajo ninguna circunstancia, pero aún menos si tienen la finalidad de proteger los intereses comerciales de las multinacionales europeas o norteamericanas.

La normativa de EE. UU. en materia de protección y bienestar animal es, con diferencia, más escasa, obsoleta y desacertada que la europea. Por ejemplo, acepta los animales clonados para el consumo humano y su ley de transporte de animales de producción es del año 1873. Por lo tanto, sería un grave error y un injustificable atraso dejarse arrastrar por los americanos, a resultas de la puesta en marcha del TTIP en materia de bienestar animal.

Los animales pasarían a ser considerados trozos de carne que rentabilizar y los datos ya son de por sí escalofriantes: cada año se consumen en el mundo 60.000 millones de animales de especies terrestres y un billón de seres vivos que habitan en el mar.

4-¿Qué podemos hacer los ciudadanos de a pie para detener los atropellos democráticos que se pretende con la firma del TTIP?

Los europeos y americanos a los que afectaría el TTIP en caso de hacerse efectivo tenemos que hacer oír nuestra voz frente a nuestros representantes políticos que toman las decisiones en última instancia. Las asociaciones sin ánimo de lucro que trabajan por el bienestar, tanto de las personas como de los animales, resultan un buen canal para hacer llegar a las instituciones estatales los intereses de la ciudadanía por una Europa sostenible, con una adecuada calidad de vida y una sociedad que vele por el bienestar y respeto de los animales.

La recogida de firmas o la convocatoria de manifestaciones, como la celebrada el pasado 18 de abril en varias ciudades del mundo, entre ellas Barcelona, bajo el lema «Las personas y el planeta antes que el capital», denuncian la amenaza que supone el TTIP para la soberanía y derecho de los pueblos, así como para la sostenibilidad del planeta.

Apoyar a las asociaciones y movimientos sociales que trabajan para frenar el TTIP es la mejor opción para evitar retrocesos en las leyes de bienestar animal europeas. De hecho, gracias a Europa, España entró por el aro en muchos avances sobre protección y bienestar animal. Es el caso de la notable mejora de las condiciones de vida para los animales de producción, que pasaron a ser considerados seres sintientes. Hace unos años, los corderos se transportaban en furgonetas como si fueran fardos, con las cuatro patas atadas y lanzados a un frío y sucio rincón del mercado, hasta que el carnicero los degollara. Salvando las distancias, es de esperar que el hombre del saco, en este caso, llamado TTIP, no vuelva jamás y que los europeos avancen por la senda construida hasta ahora. Porque, aunque todo es mejorable, se han conseguido abrir muchos caminos, que no pueden ser arrebatados en favor de los intereses comerciales de las multinacionales.

 

Ong ADDA  Junio 2015


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