Europarlamentarios españoles -Manuel Cases

ADDAREVISTA 48

Llegaron y pasaron las elecciones europeas, esta vez con una pequeña sorpresa que habrá de esperar para ver como se define respecto de los animales. Para el resto, lo de siempre: cabezas de listas de personajes muy conocidos por sus partidos que van acompañados por el resto de las listas confeccionadas, una vez resueltas las trifulcas internas para calcular hasta dónde llegará el número de electos. Desarrollo de la campaña electoral: inicio con la presentación, carteles, eslogan, etc., saludos afectuosos, abrazos, sonrisas, banderitas (a cargo del partido), interés desaforado en conocer las peticiones de la ciudadanía… Día de los resultados, las celebraciones de ritual, con dos disgustos, y… vuelta a la normalidad. La de todos conocida: todo como siempre.

¿Y los programas electorales? Sí, es verdad, hay que elaborarlos. Para no caer en la uniformidad, un poco de aquí y otro poco de allá; y algo, al menos, para que se intuya quién es quién. En OngADDA, al igual que en otros colectivos, también hemos cumplido con la rutina y con nuestras obligaciones. Era una oportunidad para el lobby, pues, en esta ocasión se interesarían —o lo aparentarían— por nuestros predicados.

Ya sea en campaña electoral o para otros casos puntuales en repetidas ocasiones se han enviado escritos a todos los diputados: al Parlamento, a la Generalitat en Cataluña, a los eurodiputados españoles en Bruselas. Ong ADDA, que puede expresarse con 38 años de experiencia puede constatarlo. La respuesta siempre ha sido la misma, unánime, porque no ha habido respuesta. Los escritos, las cartas, los memorandos, los dossieres enviados, han tomado un destino ignoto para convertirse en pasta de papel o durmiente archivo. Y ya no digamos de los correos electrónicos. Como ya se conoce de antemano al político que es receptivo a la propuesta o consulta acerca el bienestar animal, sería más práctico —o económico— prescindir de todos los demás. ¡Pero es que son tan pocos!

Esta situación lleva a una seria reflexión. Defender a los animales es necesario, porque es una causa justa, resultado de una empatía hacia los más débiles; es una obligación interesarse en lo que son y en lo que representan, pues están constantemente en nuestro entorno, en la tierra, en el mar y en el aire. ¿Habrá que suprimirlos? Defender a la naturaleza a la que la humanidad está agrediendo es intentar, ya demasiado tarde, que sea lo más piadosa posible con aquellos que por cuestiones económicas intentan cambiar sus ciclos vitales y ancestrales.

La falta total de interés político, ignorando el mundo animal, nos puede conducir a vivir en un mundo ralo, inerte, sin otro interés que el de los humanos. Es a esto, sin querer saberlo, a lo que se va. Lamentándolo muchísimo, España es un país de una cruel naturalidad hacia los animales. Sí que están, pero que no produzcan molestias y que sirvan tan solo como diversión en la caza u otros festejos —no importa su crueldad—, sin olvidar su consumo como alimento. Pero sin más. No interesa profundizar.

Los orígenes

Esta desidia no es reciente, es heredada, en parte, por aquel rey absolutista, Fernando VII, «el rey Felón», quien en vez de abrirse a la Ilustración europea que se desarrollaba en otros estados, se encerró en favorecer las costumbres más bárbaras y embrutecedoras para dar pábulo al populacho a la vez que se le negaba la posibilidad de educarlo. No hay que extrañarse porque en cierto momento otras naciones practicaban las mismas barbaridades. Pero aquí, así nos hemos quedado. ¿Por qué los dirigentes políticos continúan teniendo esta insensibilidad supina hacia lo que representan todos los animales que merecen respeto, ayuda y complacencia y los de nuestro entorno en particular?

Pero hay más. Los políticos, en una democracia, se deben a sus votantes. ADDA Defiende los Animales abría un debate en nuestra publicación anterior hacia el respeto que se merecen también los ciudadanos que se sienten atacados y heridos en su interior ante el conocimiento o visión de actos de crueldad que el gobierno de turno no tan solo permite, sino que, en algunos casos, favorece. ¿No hay que decir basta ante tales hechos? Los europarlamentarios españoles electos van a tener que compartir su estancia con el resto de componentes del Parlamento Europeo, la mayoría de ellos de países del norte con otras culturas en donde, ¡qué casualidad!, resulta que los países más avanzados son los más respetuosos con los animales.

Esperemos que este contacto les sirva de escuela y revulsivo para reflexionar qué está haciendo su país, España, con el maltrato extendido y endémico con que trata a sus animales.

Manuel Cases, director.

Ong ADDA  -Junio 2014


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