Aguas revueltas en Cataluña - Redacción

ADDAREVISTA 42

Las aguas andan revueltas en Cataluña. Con la entrada del nuevo Govern en la Generalitat, se están precipitando una serie de acontecimientos, algunos fortuitos, y otros promovidos por las administraciones locales, que parecen despertar viejos fantasmas. El retroceso ya se muestra con la supresión del departamento de Medio Ambiente bajo la excusa de limitar los gastos ante la crisis galopante, que impone un cúmulo de restricciones. Cada departamento puede tener sus motivaciones, pero en pleno cambio climático, bajo los efectos desastrosos que está causando y los crecientes problemas de contaminación atmosférica en las grandes ciudades (Madrid y Barcelona), unido al escaso interés y la falta de sensibilización de la población —incapaz de dejar el coche y hacerse cargo de la realidad—, la supresión de un departamento como el de Medio Ambiente puede casi considerarse como una irresponsabilidad. Al contrario: no sólo no suprimirlo, sino revitalizarlo sería lo acertado. Visto el panorama, desde el sector animalista se ha dado un paso atrás. Se ha retrocedido hasta lo que hace más de ocho años se logró después de una contumaz campaña de protestas y solicitudes para que se transfiriesen las actividades de defensa y protección de los animales a aquel reciente departamento de Medio Ambiente y que además estaba falto de competencias. Así pues se consiguió que Agricultura, Ramaderia i Pesca, DARP, donde el sector de los cazadores se movía con gran facilidad, se integrase en otro departamento más lógico y con una ubicación idónea. Eran tiempos del mismo signo político que el de ahora. Nuevamente reubicados de donde tanto costó salir, el nuevo Conseller ya hace unas manifestaciones —luego rectificadas— acerca de que «no me gustan los animales». Pocos días después también el nuevo director general de Medi Natural, adscrito ya a Agricultura, expone y detalla a un medio de comunicación que para resolver el tema de la proximidad en zonas urbanas de los jabalíes que habitan el Parc de Collserola, cinturón verde que circunda la ciudad de Barcelona por su parte noroeste, se abatirán por el método del arco y las flechas.

LOS JABALÍES (porcs sanglars)

Conviene abundar para mejor comprensión del lector que el tema de los jabalíes y sus crías viene de años, y años ha. Ya fue tratado por esta publicación; hubo una época en que para abastecer de «materia prima» las batidas de los cazadores dedicadas a la caza del jabalí se cruzaron cerdos domésticos con jabalíes y el resultado fue que se volvieron mucho más prolíficos y hasta que en algunos su aspecto y pelaje los diferenciaba de los genuinos. Por otro lado parte del parque de Collserola, especialmente la que corresponde al Ayuntamiento de Barcelona y por lo tanto más próxima a los núcleos urbanos, está prohibida la utilización de armas de fuego. Los jabalíes, que son animales inteligentes y especialmente las madres en defensa de sus crías, se desplazan como zona de seguridad hacia el término municipal de Barcelona. Son huidizos y no peligrosos —si no están heridos ni acuciados— y si además la gente, ante esta novedad, les da de comer o encuentran alimento entre los desperdicios y las basuras, se domestican y se adaptan a horarios nocturnos para acercarse y casi llegar a cohabitar con los humanos. Siempre que un animal salvaje se intenta domesticar, se convierte en el gran perdedor.

La noticia, especialmente la foto o la imagen, siempre es novedosa para su publicación y a partir de aquí las opiniones, las historias, la imaginación, las exageraciones y sus deformaciones están en boca de todos. Así pues se nos habla se superpoblación pero no se hacen públicos ni los sistemas ni las técnicas utilizadas para hacer un muestreo riguroso. Por lo tanto, la llamada superpoblación está pendiente de demostrarse fehacientemente. La naturaleza y las especies se autorregulan si no existen agentes externos que trastoquen este proceso natural. Las explicaciones detalladas de la propuesta caza con arco, la distancia de disparo, la nocturnidad, etc., levantaron de inmediato una reacción de gran calado mediático —Ong ADDA inició todo el proceso de denuncia— siendo motivo de comentarios en magazines y tertulia televisivas y radiofónicas. La propuesta de eliminación por un procedimiento medieval y troglodítico, tuvo pronto que ser suspendido mediante un confuso comunicado por el nuevo Departamento de Agricultura, Ganadería, Pesca, Alimentación y Medio Natural (04/02/2011).

Los jabalíes, que no son peligrosos, integran la riqueza biológica del Parc de Collserola, al igual que tantos otros animales, aves y reptiles que allí habitan. Si se demuestra una superpoblación la solución está en la captura y esterilización, preferentemente de las hembras, y su reintroducción o traslado a otros lugares. Es lo lógico en una nación que quiera considerarse como avanzada. También explicitar que su labor de erradicar rastrojos es muy positiva para la limpieza de los bosques y disminuir el peligro de incendios. Si los jabalíes se concentran en unos lugares es porque encuentran alimento, algo que hay que evitar mediante métodos informativos y coercitivos si es necesario. Hay que declarar en toda la extensión del parque la prohibición de armas de fuego y de cazadores: así la cabaña de jabalíes se expandirá por todo su territorio y su asentamiento será más proporcionado. Y finalmente dar a conocer estos interesantes animales para que también puedan ser observados organizando avistamientos en observatorios localizados que no interfieran con su comportamiento biológico. Todo lo anterior requiere, no obstante, de una visión de conjunto y de disponer de la voluntad y de los medios para llevarlo a cabo. Desgraciadamente resolver supuestos problemas a base de flechas y batidas de cazadores no lleva a ninguna parte. Los problemas no se solucionan así; los animales continuarán reproduciéndose para reemplazar el espacio vacío y vuelta a empezar. ¿No será, quizás, que interesa mantener el parque como una reserva de caza?

LOS AYUNTAMIENTOS

Por boca de Salvador Esteve, alcalde de Martorell (Barcelona), y por la importancia de ser el presidente de la Asociación Catalana de Municipios, manifestó el pasado febrero de 2011 en un medio público catalán, que a los municipios, dada la actual crisis, les resultaba demasiado costoso mantener a los animales abandonados en los centros de acogida de animales y que, por lo tanto, había solicitado en una reunión habida con el President, la modificación de la ley catalana de protección del año 2003 para que se pudiese matar nuevamente a los animales acogidos en estos centros ya que el dinero que esto costaba (sic) «impedía la atención a las personas de la tercera edad». Cuando se escuchan avanzadillas o sondeos de esta índole significa que algo negativo les puede suceder a los animales. Son los prolegómenos. Crear criterios de opinión en la masa social con informaciones que no son ciertas o confusas es peligroso y crea una alarma resultado de una tergiversación interesada. Ong ADDA tiene mucho que decir al respecto pues desde hace años éste es uno de los temas en los que ha estado batallando. Salvo honrosísimas excepciones (el Ayuntamiento de Barcelona es uno de ellos, ya que suprimió voluntariamente matar a sus animales en su centro de acogida y fue el primero en España) la práctica mayoría de los municipios catalanes, desde la primera ley de protección del año 1988, no se interesaron ni por el conocimiento ni por el desarrollo de esta ley que sería perfeccionada, en su segunda edición, en el año 2003. Muestra de ello fueron los decepcionantes resultados de una encuesta realizada por Ong ADDA en el año 2006 (ver despiece). El problema en sí es que estamos en una época en que los ingresos por las licencias de obras han disminuido drásticamente —que no se olvide que mucho de este dinero recaudado ha sido para favorecer un aumento desmesurado, desproporcionado y especulativo que ha llevado indirectamente a la actual crisis económica—. Al tener que cubrir aspectos sociales de su población olvidan que un animal es un ser vivo y por lo tanto debe ser protegido como lo tienen que ser los ancianos, los enfermos o cualquier persona que se halle en una situación precaria, porque los animales abandonados han estado indefensos durante muchos años y aún lo continúan estando. Además, la propia ley catalana recoge que el animal es un ser con capacidad física y psíquica para sufrir, y no resulta ser ni una farola inerte ni el coste de reemplazar de nuevo el encintado de una calle. Si Cataluña, que hasta ahora tiene la legislación más avanzada de España en defensa y protección de los animales, tiene que deshacer el camino andado y sus logros alcanzados se puede extraer una segunda lectura: significaría un empobrecimiento notable de su riqueza cultural que su ciudadanía, mayoritariamente sensible con los animales, no aceptará. Es más, podría achacarse el problema de la superpoblación de perros y gatos abandonados a los mismos municipios; si estos pusiesen la vigilancia a través de sus policías locales, afanadas en buscar la multa al vehículo mal aparcado, en que todos los perros que salen a la calle o se utilizan para la caza, estuviesen censados e identificados, en dos o tres años los abandonos bajarían en un 50%. Es algo que se ha dado en otros lugares fuera de España. Pero esto no les interesa a los municipios, porque no han visto ni con buenos ojos ni con interés el cumplimiento y desarrollo de la ley de protección. Por lo tanto hay que ir al origen para mitigar el abandono: censo, identificación y control. Como la ley de protección da estas competencias a los municipios, son ellos quienes están obligados a su cumplimiento. Aquí radica la continuada pretensión en modificarla. No se quiera ahora resolver el problema matando animales como si con ello, suprimiendo el gasto de lo que cuesta su mantenimiento, todos los otros problemas ya quedasen resueltos. Resulta ser una manipulación intolerable pues se ofrecen cifras de costes de mantenimiento pero se ignora el porcentaje que este concepto representa dentro del cómputo global de gastos del municipio. Si se comparara con otros dispendios dedicados a otros gastos —sueldos incluidos— se vería lo ridículo, por escaso, que se gasta en los animales de compañía.

LOS CAZADORES

Cazadores y defensores de los animales son dos colectivos difíciles de ligar. Los cazadores tienen una ley estatal de caza y se aferran a ella. Una ley que, no se olvide, les permite incluso la caza con arco. Los animalistas tienen 17 leyes autonómicas, algunas de las cuales cabe preguntarse si llegan a proteger ni tan sólo a los animales de compañía. La reiterada petición de los animalistas de una ley marco nacional resulta, sea la que sea la tendencia del partido gobernante, el cuento de nunca acabar. En Cataluña por lo que se está intuyendo con el nuevo Govern, se avecina un resurgimiento de los cazadores, de su protagonismo e influencia en los departamentos que les afectan. Ya comenzaron en época de campaña electoral y hacen gala de sus contactos con quienes ahora gobiernan. Invitan conjuntamente al Consejero y Director General del departamento a una celebración gastronómica. La supresión del departamento de Medio Ambiente, como se ha explicado, ha resultado nefasta. Ya están otra vez cazadores y animalistas bajo la misma conserjería de la que los animalistas lograron zafarse. No se auspician buenas perspectivas para la defensa y el bienestar, en su conjunto, de los animales salvo que la administración catalana quiera y sepa reaccionar.


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