Delfines: del cautiverio a la libertad-William Johnson

ADDAREVISTA 11

Mientras en el Caribe se ha iniciado un proyecto para devolver a los delfines cautivos a su habitat natural, todavía, miles de cetáceos están sufriendo en acuarios de todo el mundo. William Johnson, asesor de la Fundación Bellerive, examina, a través de este artículo, la millonaria industria que suministra y exhibe estas sensibles y altamente inteligentes criaturas.

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"Delfines sanos y atentos. Espectáculo de brillante calidad. Tamaño y sexo a la medida de sus necesidades. Delfines acostumbrados a ser alimentados en la mano con peces. Garantía de ser reemplazados en 90 días". De esta forma promociona su mercancía a los clientes de todo el mundo "Servicios Internacionales de Delfines", dirigido por uno de los mayores cazadores de delfines del mundo, el Dr. Jay Sweeney. Esta compañía es tan sólo una de las muchas involucradas en la multi-millonaria industria de captura, venta y alquiler de delfines. El trabajo se lleva a cabo en secreto debido, principalmente, a que el éxito de los espectáculos en acuarios y en parques marinos depende de la imagen que se da a la opinión pública, haciendo creer que estos animales son felices durante su cautiverio. A pesar de la cantidad de evidencias que demuestran lo contrario, esta falsa ilusión es cuidadosamente alimentada y sostenida por los encargados de "relaciones públicas", avispados expertos en ese tipo de industria.

De las treinta y dos especies de delfines que habitan en los mares y océanos del mundo, la especie de delfín nariz de botella, "Tursiops truncatus", es la que mayor tiempo acostumbra a sobrevivir en cautividad. Esta especie tiene, además, otra importante ventaja para los propietarios de este tipo de animales: la forma curva de su boca, transmite, la falsa impresión de que los animales están sonriendo. El sufrimiento, la miseria, y las depresivas y numerosas muertes de los delfines en cautividad son sistemáticamente ocultadas al conocimiento del público para que no se conozca la verdad con el rechazo consiguiente y falta de asistencia que conllevaría.

La industria internacional de los delfines es de considerable magnitud; la encabeza Estados Unidos con unos 9.000 empleos en el sector y un presupuesto anual, estimativo, de 350 millones de dólares. Entre los años 1938 y 1980, la industria de los Estados Unidos capturó un mínimo de 15.000 delfines vivos; y en los últimos diez años, tan solo el Japón capturó unos 500 delfines para diversos parques de diversiones. En conjunto, se calcula que, por lo menos, unos 27.000 delfines "nariz de botella" han sido capturados en todo el mundo, aunque según la Comisión Ballenera Internacional, oficialmente, sólo figuren 4.500 pequeñas ballenas dentadas —o sea delfines— como ejemplares en cautividad.

EL TRANSPORTE

Estas estadísticas resultan engañosas, pues no toman en consideración la apatía oficial que reinó durante los años sesenta y setenta cuando el control de los registros era muy irregular, y ello si existían. Se desconocen, también, las numerosas capturas ilegales fuera de todo conocimiento. Lo más importante es que tampoco se tiene constancia de las matanzas que, con frecuencia, acompañan a la captura de estos animales. Este "desperdicio" -calificado así por los comerciantes refiriéndose a los delfines que mueren durante la captura-, excede, en algunos casos 'del 50%, incluyendo madres embarazadas y crías en etapas de lactancia. Por ejemplo: en 1980 una operación de captura a lo largo de las costas de Taiwan dio como resultado la muerte de sesenta delfines "nariz de botella".

Los delfines que sobreviven a la captura tienen que pasar posteriormente por las estresantes pruebas del transporte que, frecuentemente, se cobran aún más vidas. Los animales secuestrados de la libertad son, generalmente, transportados en embalajes de madera o aluminio, sobre una camilla suspendida por correas para así proteger mínimamente sus órganos vitales que se vuelven muy vulnerables una vez que el animal es sacado de su ambiente natural en donde, a causa de la diferente densidad del medio, el peso varía. Se ha de mantener el cuerpo húmedo mediante métodos manuales, con el fin de conservarlo a una temperatura conveniente. Esta camilla sujetada con cintas se convierte en una verdadera "camisa de fuerza" provocando un estado de pánico; algunas veces se les administra un sedante, "valium", o similar, para atenuar su ansiedad. Aquellos que sobreviven al transporte van destinados a su nuevo habitat artificial, con una condena de por vida: un zoológico*-un acuario de delfines, un circo o una exhibición itinerante. Una antigua entrenadora de delfines, Debbie Steele, manifestaba "cuando llegan hay que sostenerlos levantados en el agua debido a que están temporalmente paralizados, algunos permanecen así, en estado de shock, durante varios días".

A los acuaramas les interesa presentar una imagen de que sus animales son unos seres bien adaptados que actúan de acuerdo con su comportamiento natural y se sienten felices. La realidad resulta bien distinta: no hay nada más antinatural que un delfín cautivo, considerando que, desde el momento de la captura, cada uno de estos individuos ha de ser mantenido vivo mediante inyecciones de vitaminas sintéticas, antibióticos de amplio espectro, fungicidas y hormonas. Sin toda esta medicación, forzosa y adicional, sus días estarían contados, sucumbiendo a las infecciones y a los parásitos malignos, pues la sobrecarga de tensión les suprime las defensas naturales de inmunidad. E incluso con tales métodos no logran rebajar las estadísticas de una gran mortalidad.

De acuerdo con los datos más recientes que se dispone, los delfines pueden sobrevivir más de 40 años en su ambiente natural; pero las expectativas de vida en cautiverio, aún con óptimas posibilidades, no sobrepasa, en la mayoría de los casos, los 7 a 8 años.

LEGISLACIÓN

La aprobación del Acta de Protección de Mamíferos Marinos de los EEUU en 1972 fue una de las primeras iniciativas en vistas a poner importantes obstáculos y limitaciones al comercio ilegal de delfines vivos. Los ciudadanos norteamericanos tienen prohibido capturar delfines en cualquier parte del mundo sin un permiso de su gobierno; la captura de delfines en aguas americanas está sometida a revisión por parte de la Comisión de Mamíferos Marinos del "Servicio Nacional de Pesca Marina", NMFS; y mantienen registros informáticos, actualizados anualmente, de las enfermedades, muertes, nacimientos y transacciones. Incluso las instalaciones extranjeras que deseen importar cetáceos de aguas americanas tendrán que cumplir con unas normas mínimas sobre el tamaño de las piscinas y el cuidado veterinario. Aunque rudimentarias, el reforzamiento de estas normas legales ya ha provocado la caída de muchos de los más famosos "Búfalo Bills de delfines".

Sin embargo, cuando se estudia detenidamente la aplicación de las leyes a un nivel práctico, la legislación parece estar más interesada en mantener los intereses de la industria que en proteger la vida de los cetáceos. Nancy Daves Hicks del Instituto de Protección Animal norteamericano, declara "en 1988, la API realizó una revisión completa sobre el tema de los mamíferos marinos para determinar y verificar si, efectivamente, las Agencias Federales, encargadas de la reglamentación de la captura y cuidado de los mamíferos marinos, estaban realizando ún trabajo eficíente. API descubrió que el proceso para dar permisos es tan automático y rutinario que tan sólo cuando una instalación es descaradamente inadecuada, o cuando hay una amenaza de litigio, se deniega un permiso; tan sólo 8 de las 261 solicitudes de permisos para exhibiciones presentados ante la Comisión de Mamíferos fueron denegadas".

En Enero de 1984 entró en vigor una nueva Directiva de la Comunidad Europea conocida como la Reglamentación Núm. 3626-82 del Consejo Europeo, la cual ha reforzado el Convenio Internacional de Tráfico de Especies. CITES. Los delfines y ballenas, que languidecían, olvidados, en el Apéndice II del CITES, fueron, por fin, incluidas en el Anexo Cl, equivalente en la Comunidad Europea al Apéndice I del CITES. Esto representaba que las licencias de importación para los delfines "nariz de botella" y las oreas, podían ser únicamente concedidas para propósitos de investigación científica, de educación o reproducción en cautiverio. Aunque era un paso importante dirigido a la eventual abolición de los circos marinos, se ha demostrado insuficiente en Europa ante las constantes evasivas que se emplean para camuflarse. Por ejemplo, en Francia la "Antibes Marineland" ha importado dos oreas provenientes de Islan-dia, al igual que el parque de diversiones Gradaland de Italia que importó dos delfines de Cuba -los dos bajo el pretexto de "educación"-.

ESPECTÁCULOS DEGRADANTES

Delfines usando gafas gigantes para el sol, delfines a los que se les lavan los dientes con un cepillo de "inodoro", delfines que parece que imitan la canción de "cumpleaños feliz", todos son parte del espectáculo "educativo" que lo único que consigue es deformar el verdadero sentido de la educación. Aunque es cierto, que los acuarios están siendo gradualmente obligados, a incorporar verdaderos programas educativos no falseados, que incluyan datos y cifras sobre la biología de los cetáceos, incluido el comportamiento que experimentan en su ambiente natural, resulta muy improbable que esta industria, alguna vez, discuta seriamente el abuso, las muertes y las miserias de los cetáceos en cautividad. Tal como declaró un asesor-educador durante una reunión del gobierno del Reino Unido sobre delfines en 1985, "una experiencia verdaderamente educativa sobre los delfines es la de ayudar a los niños a darse cuenta de que la importación, confinamiento, manipulación y explotación de los delfines y ballenas con propósitos de entretenimiento está en contra del orden natural de las cosas".

En 1986 el ministerio de Medio Ambiente británico, anunció que la industria de delfines de la Gran Bretaña, se enfrentaría al cierre al menos que los tamaños de las piscinas fueran doblados, se instituyeran programas de reproducción en cautiverio, se mejorara radicalmente la educación y se ordenara una investigación científica bien coordinada. Esta industria tenía que poner en la práctica estas medidas a partir del mes de noviembre de 1991; hasta entonces las importaciones de cetáceos continuaron bloqueadas. Aunque hubo una época en que existían en Gran Bretaña 30 lugares con delfines cautivos, a comienzos de 1991 sólo dos parques de exhibiciones continuaban abiertos: el Parque Safari de Windsor y el Flamingo Land en Yorkshire.

LIBERACIÓN

Si la disminución de los espectáculos de delfines experimentada en el Reino Unido se reflejará también en otros países, sería posible escatar gran cantidad de delfines cautivos en todo el mundo y devolverlos, cuando sea posible, a su habitat natural.

A lo largo de los años, ha habido varios intentos en liberaciones de delfines a su medio natural; algunos fueron espontáneos, otros planificados, aunque pocos profesionalmente bien organizados. Las liberaciones mal estructuradas han favorecido a los delfinarios, esgrimiendo siempre que la rehabilitación de los cetáceos es un mero sueño ingenuo e inalcanzable, cuando es cierto que se ha logrado con éxito en varias ocasiones: la más notable tuvo lugar en América, en 1987, cuando dos delfines, "nariz de botella", fueron liberados por la Alianza de Investigación y Comunicación Oceánica, ORCA. Fueron los dos primeros delfines liberados con la aprobación y bendición del gobierno de los Estados Unidos. El exitoso regreso a su habitat natural demostró aún ser más admirable ya que los animales habían permanecido en cautividad durante 7 años. Existe una iniciativa más reciente y muy prometedora: el establecimiento de un centro de rescate, retiro y rehabilitación en las islas Turks y Caicos del Caribe. El proyecto llamado "Into the Blue", cuenta con el respaldo de expertos internacionales sobre cetáceos y ha sido organizado por el grupo de bienestar animal británico llamado "Zoo Check" y la "Fundación Bellerive" con base en Suiza. La Sociedad Mundial para la Protección de los Animales, WSPA, proporcionó también, en un principio, fondos para el proyecto. El centro incluye 100 acres de reserva oceánica protegida y el 14 de Enero de 1991, Rocky, un delfín de 24 años de edad, proveniente de Marineland en el Reino Unido, fue su primer residente. El centro tiene planeado recibir más animales durante los próximos años y espera devolver la mayor cantidad posible a su habitat natural.

REFLEXIÓN

Debe conocerse y denunciarse este nueva manipulación y sufrimiento que soportan unos animales que por su simpatía, bondad e inteligencia, han caído una vez más ante una voracidad comercial inadmisible; con el agravante que, tratando de ocultar la crueldad del cautiverio los ejercicios a que se ven forzados, se intenta dar y ofrecer un espectáculo que de "alegre" y "educativo" sólo tiene los bolsillos de sus promotores a resultas de engañar a los espectadores. (Cortesía de Animals International).


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