Carreras de galgos y corridas de toros

ADDAREVISTA 32

El pasado 23 de febrero de 2006 el Canódromo Meridiana pasó a mejor vida. Cerró. No por la continuada presión de las entidades animalistas sino simplemente porque económicamente ya no era rentable; y cuando los resultados tocan los bolsillos…, la lógica se impone. ADDA hace años presionó a la Dirección General de Juego y Espectáculos para hacer ver la necesidad de su cierre. En este asunto, además de lo que atañe a los animales, estaban relacionados los ingresos de la Generalitat, ya que por las apuestas intervenía la competencia de sus loterías. “Son apuestas de baja intensidad” fue la contestación de uno de sus directores generales. En efecto, si en tiempos de la dictadura había pocas posibilidades de apostar, con la avalancha de juegos en la democracia, los galgos quedaron reducidos a ser vistos por un grupo de jubilados con una capacidad económica muy reducida. Poco a poco fueron cerrando los canódromos: Valencia, Palma de Mallorca, el de Barcelona cerca de Plaza de España… El único que ya quedaba en España, el de la Avenida Meridiana, por fin ha tirado la toalla.
Las denuncias de ADDA se basaron en los animales, en todas las manipulaciones a que eran sometidos desde su importación desde Irlanda, que enviaba a España galgos de escasas posibilidades, es decir, “las sobras”. El escándalo, denunciado con seguimiento de los camiones que los transportaban y la mención de las placas de sus matrículas, característica, recorridos, etc. hicieron que desde Irlanda, principal país suministrador mundial, se prohibiesen las exportaciones. La picaresca hizo que esto durase poco y se simularon otros puntos de partida, como Italia.

Finalmente el público fue perdiendo interés. Especialmente en Cataluña las personas se han ido concienciando y sensibilizando debido a las denuncias y manifestaciones en su contra y a las campañas de los animalistas, en las que ha intervenido muy activamente Sos Galgos y su presidenta Anna Clements. Y esta concienciación ha ayudado a su cierre definitivo. La empresa alega que un mayor control de carácter impositivo por parte de la Generalitat hace inviable su continuidad. Pero la razón de fondo es que como a la gente no le interesa y no acude, el negocio es ruinoso.

El problema se centra ahora en encontrar salida a los 700 galgos, de propiedad privada, que estaban en las perreras del término de Santa Coloma de Gramanet (Barcelona). Se está gestionando una salida pactada con intervención del Ayuntamiento de la localidad y del Departamento de Medio Ambiente de la Generalitat.


PARANGÓN CON LAS CORRIDAS DE TOROS

Existe una gran semejanza con lo que está ocurriendo con las corridas de toros en Cataluña en general y Barcelona en particular. No interesan. Existen nuevas y numerosísimas actividades lúdico-deportivas que atraen más a la ciudadanía, especialmente a la juventud. Los toros languidecen y las corridas están más que muertas por mucho que un grupo de aficionados quieran resucitarlas haciendo ver lo que no es. Porque los toros son un negocio. Y en Cataluña no lo es.

La Empresa Balañá, que es familiar, y se mueve en amplios sectores de ocio, se ha encontrado ahora con La Monumental de Barcelona, herencia del fundador de la empresa Pedro Balañá y es de suponer que les resulta un problema porque no pueden rentabilizarla. Si se suprimiesen las corridas y se recalificase el recinto, sería una lotería. Un solar en un lugar ahora urbanísticamente privilegiado con una superficie de una hectárea (100 x 100 m) podría convertirse en una promoción inmobiliaria, el mejor negocio jamás soñado. Se podría obtener una recalificación como la que actualmente se está desarrollando en la antigua Plaza de las Arenas de Barcelona, que cuando esté en marcha ofrecerá cientos puestos de trabajo en contraste con el desierto laboral actual de la Monumental. La plaza de toros Monumental, hoy por hoy, está infrautilizada. Durante sus temporadas de abril-mayo a octubre está prácticamente vacía. Y el resto del año cerrada con sólo un circo ambulante que ahora tiene problemas porque la ordenanza no permite la presencia de animales salvajes. Esto se constata en cada corrida los domingos. Grupos de turistas llegados de la Costa Brava a precios especiales y unos cuantos jubilados dejan las gradas yermas de espectadores.

Hay un grupo de nostálgico que quieren hacer ver que Cataluña es torera. Para la inauguración de la temporada 2006 se organizó un gran lío para que aficionados de toda España y Francia acudiesen en masa a llenar la plaza, que tiene una capacidad de 14.000 espectadores. No se llenó ni media entrada. También es significativo que para demostrar la afición a los toros se tengan que regalar entradas, como ocurrió en otro intento de resucitar este “arte” después de la declaración de Barcelona como ciudad antitaurina en la temporada 2004, trayendo aficionados de otras partes de España y Francia. Habría que pedirles a todos quienes persisten en levantar las corridas de toro su presencia absolutamente todos los domingos durante absolutamente todos los meses que dura la temporada. Es inútil. Las cosas son como son y no como quieren que sean un grupo de taurófilos que además no están dispuestos a aportar continuos flujos de dinero para el mantenimiento de su “fiesta”. No la van a mantener los escasos extranjeros, que la primera vez que acuden a la plaza es la última porque salen escandalizados.

Como ocurre con los canódromos, las corridas de toros en Cataluña tienen los días contados. Aparte de que prosperen las propuestas en el Parlamento de ERC e Iniciativa-Verds de suprimirlas, la ciudadanía las rechaza en un 73,1 por ciento. El negocio no es rentable. No existe voluntad del colectivo taurófilo para aportar financiación y si ocurriese sería como un pozo sin fondo porque faltarían los espectadores. La empresa Monumental, posiblemente, está esperando poder encontrar una nueva utilización. Esperemos que sea pronto.


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