Una cruz llamada conciencia.- Vicky Moore, FAACE

ADDAREVISTA 7


Mi primer contacto con las sangrientas fiestas de España tuvo lugar en Villanueva de la Vera, Cáceres, un martes de carnaval de 1987, como principal protagonista en el rescate de un asno y como el único protector de animales, no español, entre los presentes. El asno sobrevivió a la fiesta, aunque lastimosamente maltratado, y la prensa británica le puso el poco imaginativo sobrenombre de "Blackie", convirtiéndolo en una estrella de los medios de comunicación. Era evidente para mí que la fiesta de Villanueva de la Vera era únicamente la punta del iceberg en el calamitoso resurgimiento de las festividades públicas en España, que en muchos casos giran en torno a la tortura y la matanza de animales.

He pasado gran parte de mi vida en el movimiento de protección a los animales en el Reino Unido, y me consideraba bien informada sobre temas de animales. Me di cuenta que la mayoría de personas en todo el mundo, incluyendo los españoles, no tenían en general un concepto de las dimensiones de la tragedia que sufren los animales en España. Y yo no era una excepción. Tenía muchos de los falsos conceptos que la mayoría tienen sobre las corridas. Me desagradaba toda la cuestión, pero no conocía las despreciables maquinaciones de esta industria fraudulenta. En general, la gente es, de una u otra forma, víctima del lavado de cerebro sobre las corridas de toros que se ha perpetuado en España durante tanto tiempo. Los españoles son víctimas, todavía, más grandes, que otras nacionalidades. La máquina publicitaria del poder taurino ha generado su letanía de falsedades con una eficacia implacable.

Cuando tomé conciencia de la inmensidad de los problemas de las fiestas sangrientas y de las atrocidades que se cometen contra los animales, me tuve que enfrentar a un reconocimiento casi metafísico de estar recibiendo una cruz, como los penitentes de la Semana Santa. Una cruz llamada conciencia. Y dudé antes de cogerla. En agosto de 1987 me eché la carga al hombro y al cabo de pocos días fui testigo de cómo arrastraban a su muerte a un toro "de fuego", atado y chillando, por una calle llamada Calle del Calvario, en Canet de Berenguer, tras horas de terror, dolor y tortura. Había comenzado mi verdadera iniciación en el calvario de los animales.

Durante los años que han pasado desde entonces, he sido testigo de muchas torturas infligidas a animales en las fiestas populares, y que culminan en su brutal muerte. Vaquillas laceradas y violadas con estacas de pinchos metálicos hasta sus entrañas se convierten en pulpa sangrienta, vacas y toros deliberadamente atropellados por coches y autocares, toros castrados vivos después de torturarlos y mutilarlos durante horas, orejas y rabos cortados de animales todavía vivos, gallinas y gansos con el cuello despellejado colgando de una cuerda en un paroxismo de dolor y terror, mientras que jóvenes a caballo se aproximan a galope para arrancarles la cabeza. Cabras volando por el aire tras ser arrojadas por chicas y chicos borrachos desde lo alto de un campanario. Toros golpeados con garrotes hasta caer. Becerros matados en un frenesí de puñaladas. Vacas con los espinazos rotos, toros golpeados, apuñalados y cegados en las calles, y muchas otras cosas imposibles de describir.

Un elemento preocupante en el problema de las fiestas sangrientas es que cada año, en España, muchos pueblos que hasta este momento no utilizaban a animales en sus festividades ahora están tratando de hacerlo. Los ganaderos más pequeños, empiezan a considerar como una forma lucrativa y práctica de deshacerse de su ganado secundario. Este tipo de festividades públicas, que suponen el tormento y matanza de un animal, o animales, no se limitan únicamente a España. Lo que hace que España sea única es el hecho de que sus crueldades se están reviviendo y están creciendo cada año, mientras que en el resto de Europa se ha renunciado a ellas. Bélgica, Holanda y Alemania han suprimido, en tiempos comparativamente recientes, la decapitación de gallos vivo en festivales públicos. En los dos últimos años, Bélgica ha prohibido una celebración en la que se colgaban ratas vivas de un poste para matarlas, con lo que finalmente han limpiado el país de una larga historia de matanzas de animales en fiestas. Bélgica todavía tenía la cabalgata de los gansos en el distrito de los Polders, que es la decapitación de un ganso por jinetes, pero desde los años 20 se utiliza un ejemplar muerto.

El Reino Unido fue durante siglos el epicentro de matanzas de toros. Al investigar en los antiguos registros el hostigamiento de toros y persecuciones, matanzas de gallos y otros abusos en Inglaterra, he encontrado relatos que son un reflejo exacto de las atrocidades que he visto en la España actual. Estas actividades estaban muy extendidas y fueron muy populares durante casi mil años, según los archivos, y extraoficialmente probablemente durante mucho más tiempo. Es posible que su origen sea anterior al periodo sajón de la historia británica. Las salvajadas tenían lugar en fiestas públicas y en su mayor parte las organizaba el alcalde y el consejo, al igual que en España hoy en día. Se gastaba dinero municipal, privado y de la iglesia, y tal vez los alcaldes ingleses se guardaban una bonita suma de dinero en sus bolsillos por dar su apoyo a las crueldades. Muchos alcaldes en la España actual reciben una gratificación de los ganaderos por comprarles animales para la fiesta con dinero municipal.

Cuando, tras recientes protestas públicas, se introdujo por primera vez una ley en el Parlamento que intentaba prohibir estos acontecimientos, fue anulada porque se la consideraba un intento de cambiar "la forma tradicional británica". Las protestas continuaron y en 1835 se aprobó un ley que prohibía hostigar y perseguir toros. Todavía se dieron actividades ilegales durante unos pocos años, que cesaron a mediados del siglo pasado. Ahora, el recuerdo de estas atroces brutalidades supone una vergüenza para los británicos, y prácticamente se ha suprimido de la memoria colectiva.

Se plantean muchas suposiciones sobre el por qué de estas fiestas sangrientas en España. ¿Falta de educación? Ciertamente este es un factor, pero ¿por qué no estaban tan extendidas cuando la escolarización era todavía menos generalizada? ¿Privaciones sociales? En cambio las fiestas sangrientas tienen lugar en la mayor parte de las regiones, desde una de las más ricas, La Rioja, hasta la más pobre, Cáceres. España ha soportado tiempos duros durante los cuales las fiestas sangrientas no tuvieron tanto auge. ¿El aislamiento, tanto político como social? ¿La represión? Tal vez todos estos factores hayan jugado su papel en el terrible resurgimiento. Hay que tener presente la creciente industria de las fiestas y la presión a la que los ganaderos y entidades interesadas someten a las poblaciones. La Embajada española en Londres, respondiendo a cartas del público, expresa su desaprobación de las fiestas sangrientas, pero comenta que tiene lugar en "pueblos remotos" como Madrid (¿). Algunos de los peores casos tienen lugar en los suburbios y pueblos circundantes a las principales ciudades españolas.

Las fiestas de la Comunidad de Madrid de 1991 mostraron trágicos excesos de sadismo – el sufrimiento de los animales era indescriptible -. Esto, a pesar de la Ley de Protección a los Animales de la Comunidad de Madrid, que es un lastimoso encubrimiento cosmético. La Comunidad de Madrid no ha hecho ningún esfuerzo positivo por imponer la legislación sobre fiestas. Madrid ha sido designada como la Capital Cultural de Europa para 1992, un extraño título si consideramos que todavía se destrozan animales en las calles de su Comunidad. En la actual revisión de la legislación española, parecen haber pocas esperanzas de que el nuevo Código Penal incluya apartados para la protección efectiva de los animales.

Desde que esta epidemia de fiestas sangrientas ha aparecido como una posdata al regreso de la democracia en España, uno podría suponer que es el deseo unánime de la gente de que tengan lugar. Hay ciertos políticos españoles que exponen esta opinión, a nivel tanto nacional como internacional. Podemos rebatir sus argumentos. Una reciente encuesta de julio de 1991, llevada a cabo en toda España por International Gallup a solicitud de la IFAW, dio la estadística de que el 88% de españoles desean que el uso de animales en las fiestas sea abolido, al mismo tiempo que exigen una ley de protección a los animales a nivel nacional. Quiénes así actúan y les apoyan defendiendo las fiestas crueles, arguyen su "tradicionalidad". Esta es otra muestra de manipulación de los hechos. La mayoría de estas actividades no tienen más de diez años: Manganeses de la Polvorosa 9 años. La muerte de gallos en Tordesillas 4 años, Alfaz del Pi sólo un año desde 1990, Carcagente por primera vez este año. Cuando una de estas fiestas ya tiene más de un año se usa la palabra "tradicional".

En el resto de Europa se están haciendo la pregunta de ¿qué está haciendo la iglesia al respecto? Mucha gente tiene la impresión errónea de que la iglesia Católica todavía tiene el mismo poder e influencia en España que tenía en regímenes anteriores. Existen muchos casos de participación por parte de la Iglesia, pero su mayor culpa reside en el hecho de que con su silencio está permitiendo esta crueldad. El factor religioso es tan solo uno entre muchos en este problema de múltiples facetas.

Al ignorar las crisis de las fiestas sangrientas, España está acumulando futuros problemas. La imagen de España como país progresista y vanguardista en Europa está siendo severamente dañada. La Expo Sevilla y la de las Olimpiadas de Barcelona no pueden ocultar la sangre de los animales torturados en las calles y en las plazas de toros, ni pueden reconstruir los daños sufridos por la imagen internacional de España. Estudios llevados a cabo en todo el mundo demuestran la relación entre el sadismo infligido a los animales y a las personas. Los asesinos mas notorios torturaban animales ante de pasar a las personas. Cuando aumentan las estadísticas de crueldad hacia los animales, las estadísticas de abusos a niños aumentan en proporciones similares. Los niños de España están siendo expuestos a, y adoctrinados en, formas atroces de violencia hacia los animales, tanto en las calles como en la televisión, donde tienen un asiento de barrera de las corridas.

Cuando terminan las teorías, permanece la realidad de los animales atormentados, humillados, torturados y matados en público, a manos de gamberros bajo los estímulos del alcohol y en muchos casos de las drogas.

Sería posible adquirir una impresión negativa de un país donde se ha asistido a los terribles espectáculos que he visto en España. Yo no tengo esa impresión. Mi trabajo a favor de los animales me ha hecho pasar por momentos muy negros, pero también he visto gran valentía y tenacidad entre la gente que compone el movimiento español en pro de los animales. He sido acogida con gran amabilidad y amistad por mis compatriotas en la lucha como por muchos españoles que no pertenecen a ningún movimiento organizado, pero que tienen un sentimiento de piedad y justicia hacia los animales.

(Vicky Moore, Septiembre de 1991, Southport, en exclusiva para AdlA).


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