El toro de la Vega

ADDAREVISTA 24

Una fiesta bárbara, donde las haya, es el llamado Toro de la Vega que se celebra en Tordesillas (Valladolid). Puede considerarse como paradigma de la crueldad con los animales: multitud de gente persigue al toro por el campo, a pie o a caballo, hostigándolo con lanzas hasta acorralarlo y alancearlo para que muera. El vencedor, o sea quien logra matarlo, es el héroe y obtiene como trofeo los testículos del toro que luce, orgulloso, en la punta de su lanza. La aparición de la Ley de Protección de los Animales de Castilla/León, no ha logrado prohibirla. Es más, la autoriza bajo el concepto de "'espectáculo taurino tradicional."

La "fiesta" del toro de la Vega es una de aquellas ocasiones en las que uno recuerda por qué es el hombre el mayor depredador y destructor de la superficie del planeta. La "celebración" tiene lugar en Tordesillas, Valladolid, donde a finales de Septiembre se suelta a un toro, que es perseguido a través de la vega del Duero por una masa iracunda de personas, a pie y a caballo, armadas con lanzas que e van clavando en el cuerpo hasta darle muerte. Iquel que consigue acabar con la vida del animal le orta los testículos, recibiendo de manos del alcalde la lanza de oro", que le convierte en héroe local. A continuación, pasea por el pueblo con los testículos atádos a la punta de la lanza.

Las asociaciones nacionales e internacionales defensa del bienestar de los animales han denunciado con firmeza esta práctica, unas protestas que han recibido como respuesta una "cordial" aclaración en la que se explícita que dicho "festejo" cumple con todos los requisitos que establece el Reglamento de Espectáculos Taurinos de Castilla y León", y añade que, a solicitud del pleno del Ayuntamiento interesado, en tanto órgano representante de la voluntad de los vecinos, éste ha sido declarado por la Administración Territorial "espectáculo taurino tradicional". Un concepto que, según indica un reportaje de la revista Quo, publicado en el mes de agosto de 1997, "subyace en la trastienda de muchas normativas y actúa como excepción a la norma, aunque nadie define qué se entiende por tradicional". Nadie pone tampoco de manifiesto que debería hacerse un esfuerzo por desarraigar aquellas "costumbres" que conlleven el sufrimiento y la muerte sin sentido de un ser vivo.

Asimismo, los defensores de esta barbarie aseguran que "de la utilización para el sacrificio de una lanza o se puede extraer directamente la conclusión de que  produce el maltrato de| la res, pues, al igual que on la utilización de una puntilla o una espada, el uso orrecto y con pericia de una lanza no tiene por qué conllevar objetivamente un sufrimiento ni una agonía más prolongada para el animal que la que pueda tener con los otros medios físicos utilizados a tal fin en los espectáculos taurinos para su muerte". Resulta evidente que aquellos que realizan esta afirmación no han comprobado en sus carnes la supuesta "objetividad" de la misma.

Pero lo que más da que pensar es el hecho de que esta "fiesta" esté declarada de "Interés Turístico Nacional" y exista una cofradía encargada de su promoción que está gestionando la declaración de "Monumento Nacional". Lo más triste, sin duda, es que cada vez que se denuncia alguno de estos macabros acontecimientos, paradójicamente, éste cobra popularidad y se llena de visitantes sedientos de morbo.

Resulta difícil encontrar una solución para acabar con la barbarie que en España se produce contra los animales en "fiestas" y "festejos" populares. En octubre del año 1985, Manuel Muñoz Peces-Barba, en aquel momento presidente de la Federación de Protectoras de Animales en España, declaró a la revista "Mucho más" que "un buen comienzo sería por ejemplo reagrupar todas las leyes, hasta ahora dispersas, en un Código de Protección Animal, elaborando una norma única que imponga unas sanciones lo suficientemente amplias y  disuasorias. Y sobre todo, en fomentar un espíritu cívico y de respeto a los domas, incluidos los animales, entre la población general y los niños en particular". Las cosas no han cambiado desde entonces, y cada Comunidad Autónoma continúa legislando individualmente, a excepción de cuatro, todavía sin ley. 


En cuanto a la sensibilidad por parte de la población, una encuesta realizada en el año 1997 por Intergallup y presentada en el reportaje anteriormente citado de la revista Quo señala que al 87% de los españoles les parece incorrecto que se haga sufrir a un animal como parte de los espectáculos públicos o "fiestas". El 94% de los encuestados cree que los animales sienten dolor, felicidad y temor y un 92% considera que deberían estar protegidos contra este tipo de crueldades por ley. El 60% opina que España tiene mala imagen en cuanto al cuidado de los animales se refiere. ¿Por qué esta incoherencia entre la realidad y lo que señalan las estadísticas? Tal vez la respuesta sea que muchas personas actúan con este grado de crueldad porque se encuentran amparados por la masa, y no serían capaces de hacerlo individualmente, a lo que debe añadirse el elemento potenciador del alcohol. No existe, sin embargo excusa ni justificación alguna para quien causa un daño inhumano a un ser vivo si ninguna necesidad. Tampoco la hay para quien declara estas barbaridades de "interés turístico" y "Monumento nacional". Con ello, nos estamos catalogando a nosotros mismos como un pueblo cruel ante aquellos que visitan nuestro país. Y creen que todos los españoles somos así.


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