Animales de corral (E)

ADDAREVISTA 25


El pasado 16 de noviembre de 2001 se celebró en el Palau de Margalef de Lleida la VIII Edición de los Premios Porc d’Or. Las Comunidades Autónomas de Catalunya y Aragón fueron las más galardonadas, con 15 y 14 estatuillas. Huesca y Teruel recibieron los dos premios especiales: el Porc d’Or a la Productividad y el Porc d’Or de Diamante, respectivamente.

Un premio a la productividad de las granjas y a la cría intensiva del cerdo. Una recompensa para aquellas explotaciones que obtienen mayores beneficios en el menor plazo de tiempo, sin tener ninguna consideración por la vida del animal. Las instalaciones de estas granjas- centros de tortura y sufrimiento continuo para el ganado que malvive en ellas- se consideran “modernas y punteras”. Y por ello se les otorga un galardón, del que serían mucho más merecedoras las granjas de cría extensiva o ecológica, en las que los animales pueden encontrar bienestar.

Lo más grave, sin embargo, es que las consecuencias de impulsar un sistema agrícola en que el ganado es tratado como una simple máquina de producción las sufrimos todos: la peste porcina y la enfermedad de las “vacas locas” son sólo algunos ejemplos. Por si fuera poco, el consejero de Agricultura, Josep Grau, manifestó el 14 de noviembre de 2001, en declaraciones al diario “El País”, que “ la Generalitat no hará cumplir el reglamento sobre el bienestar del ganado porcino aprobado recientemente por la Comisión Europea (CE)”, que insta a los países miembros a dar un mejor trato a los cerdos en explotaciones intensivas y, de forma especial, a las madres reproductoras. El nuevo reglamento prohíbe el uso de plantas individuales para las reproductoras jóvenes y las que estén en período de gestación, así como el uso de ataduras, y obliga a que las explotaciones tengan paja en el suelo en vez de rejas metálicas.

Pero por lo visto, al señor Grau le parece que es mucho lujo y un exceso que estos animales puedan vivir sin ataduras y dar a luz sobre algo más caliente que una reja metálica, y solicitará a Bruselas, a través del Gobierno central, una amplia moratoria para poderse adaptar a este reglamento, ya que cree que esta normativa “puede ser válida para los países que tengan un modelo de ganadería atrasada, pero no para la catalana, que es moderna y puntera”. Esta modernidad de la que habla el consejero, sin embargo, debería significar una adaptación rápida y eficaz a los cambios que comporten bienestar y calidad de vida, tanto para el ganado como para los consumidores de carne.

El señor Grau afirma que “no se puede obligar a unos ganaderos que han hecho importantes inversiones en modernizar sus explotaciones a reconvertirlas para adaptarse al nuevo reglamento europeo, ya que eso sería como volver a los tiempos de los animales de corral”. ¡Ahora tratar bien a los animales, darles una buena vida y aumentar así la calidad de su carne significa un atraso! No se entienden entonces las ventajas de la modernidad.


Relación de contenidos por tema: Cría intensiva


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