Sufrimiento del toro durante la lidia - Dra. Susana Muñoz Lasa

ADDAREVISTA 36

En el año 2007 salió a la luz pública un estudio realizado por el Prof. Illera, de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid, sobre el sufrimiento de los toros durante la lidia. Somos muchas las personas que hemos intentado, con resultados infructuosos, conseguir dicho estudio. Ha sido difundido por distintos medios de comunicación, (periódicos como el País, el Mundo, revistas taurinas...) pero hasta la fecha no ha sido publicado en ninguna revista científica conocida. Para su análisis, debemos atenernos a lo publicado en dichos medios de comunicación. En concreto, nos basaremos en la información publicada por el diario el mundo: www.elmundo.es/suplementos/cronica/2007/591/1172358004.html

En el diario El Mundo se dice que, tras un estudio neuroendocrino realizado durante cinco años en ciento ochenta toros y ciento veinte novillos, se habían obtenido los siguientes resultados y conclusiones:

1.- "Los niveles de estrés, medidos a través del cortisol y las catecolaminas, son tres veces mayores  durante el traslado que en el ruedo, por lo que el toro sufriría más  estando en el camión, y no ante el mismísimo torero."

2.- "Descubrieron que durante la lidia, el toro libera beta endorfinas, (conocidas como las hormonas del placer) en una cantidad diez veces mayor que las que liberaría un ser humano. Y durante el transporte, esta cantidad se incrementa en siete veces. "

3.- "La beta endorfina - explica Illera – bloquea  los receptores del dolor hasta que llega un momento en que dolor y placer se equiparan y el sufrimiento puede llegar a ser casi nulo. "

4.- "Lo que queremos llegar a decir es que el toro bravo tiene un mecanismo especial para llegar a controlar su dolor."

Vamos a intentar analizar la veracidad de estas conclusiones atendiendo  únicamente al rigor científico, ya que a la ciencia hay que responderle desde la ciencia. Pero antes de seguir adelante sería conveniente hacer un breve resumen de lo que son las endorfinas y el cortisol para aquellas personas que no pertenezcan al mundo de las ciencias de la salud.

Las endorfinas son unas sustancias descubiertas en los años setenta por el Hughes. Estas sustancias las produce el organismo, son análogas a la morfina (endo: dentro, morfina) y se secretan en respuesta a ejercicios físicos intensos (deporte, relaciones sexuales...) y también ante el dolor, como un intento de modulación inicial de duración limitada,  aunque su papel analgésico está siendo muy debatido. Cuando se secretan en ausencia de dolor tienen la función de producir placer.

El cortisol se libera fundamentalmente como respuesta al estrés, aunque ambas sustancias están muy relacionadas: de hecho, la ACTH, (una de las hormonas que se liberan durante el estrés) y la b-endorfína, comparten el mismo precursor, el POMC. Pero, pese a su relación, no olvidemos que estrés y dolor son cosas diferentes.

Vamos a realizar un análisis de las conclusiones aportadas por Illera, ateniéndonos a la estructura de un trabajo científico:

  • Introducción.
  • Hipótesis y objetivos.
  • Material y método.
  • Resultados.
  • Discusión.
  • Conclusiones. (Tesis doctoral)
  • Bibliografía.

Comencemos por los objetivos del estudio. Un estudio científico nunca se realiza porque sí. Hay una razón que generalmente obtenemos al responder a estas preguntas:

  • ¿Para qué?
  • ¿Qué se busca con la investigación?
  • ¿Por qué se investiga?

Las personas que trabajamos dentro de la Universidad somos especialmente responsables de nuestros actos, ya qué nos financia dinero público. Y por lo tanto, debemos devolverle a la sociedad lo que nos está dando. Esto quiere decir que los estudios deben buscar siempre un enriquecimiento, un desarrollo, una mejora y un aporte de conocimientos en el campo donde cada uno se desenvuelva. Si tratamos de responder a estas preguntas a partir del estudio de Illera, veremos que no aporta ningún beneficio a la sociedad, pues el setenta y dos por ciento de los españoles están en contra o son indiferentes a las corridas de toros; seguramente tampoco beneficia a los toros de lidia (todo lo contrario). Ni parecería -a priori-, aportar nada a la ciencia veterinaria, ya que hoy en día existen magníficos tratamientos contra el dolor. Entonces, ¿a quién beneficia este estudio? Obviamente, al mundo taurino. Podría ser, aunque no lo sepamos con certeza, que dado que se trata de un estudio costoso hubiese recibido alguna financiación por parte del colectivo taurino. Es un punto importante que hay que aclarar, ya que recientemente un trabajo científico publicado en Nature 1 afirma que hasta 33% de los científicos reconocen haber falseado sus estudios; entre las causas más frecuentes se reconocía (Hasta un 15%) "haber variado la metodología o los resultados como respuesta a presiones de los patrocinadores". Muchas revistas científicas exigen, para su publicación, aclarar este dato antes de aceptar el trabajo2.

El segundo apartado a analizar es el material y el método. La metodología es la forma en que se ha diseñado el estudio, representa el diseño y las técnicas de recolección de información. Si el estudio indica que los resultados son obtenidos durante la lidia, la extracción debe haberse realizado durante la lidia. Pero entonces:

  • ¿Cuándo se paró la corrida?
  • ¿En qué momento de la corrida se realizaron las extracciones de sangre?
  • ¿Con qué método se realizó la extracción de sangre durante la lidia con el toro vivo?
  • Las extracciones de endorfinas deben hacerse secuencialmente y en un "timing" fijo. ¿Cómo las hizo?¿Cuales fueron T1, T2, T3...?

Cuando hablamos de timing, nos referimos al momento exacto en que se hizo la extracción. Esto es muy importante en todos los estudios hormonales, pero especialmente con la b-endorfina, que tiene una vida media de 22 +/- 1,7 minutos. Para poder valorarla se necesita saber exactamente cuando se extrajo. Por ejemplo: cinco minutos después de picar, tres minutos después de la primera banderilla. . .etc.

Obviamente, las endorfinas se extrajeron con el toro muerto. Por tanto, es un estudio sobre cadáver, lo que se llama un estudio necrópsico. No es, por tanto, un estudio sobre la lidia. Además, sería importante conocer también el método de análisis utilizado: estudios recientes sobre endorfinas (Harbach H, et al) parecen indicar que la metodología más adecuada es el two-site fluid-phase immunoprecipitation RÍA. Otros métodos parecen incluir en la determinación otras sustancias, además de endorfinas, con lo que los resultados varían. Desconocemos si es o no el método utilizado por Hiera, por lo que no podemos pronunciarnos al respecto.

Estos errores metodológicos podrían ser, a mi juicio, suficientes para invalidar el estudio, pero continuaremos analizándolo, a pesar de ello.

CONCLUSIONES:

1. "Los niveles de estrés, medidos a través del cortisoly las catecolaminas, son tres veces mayores durante el traslado que en el ruedo, por lo que el toro sufriría más estando en el camión, y no ante el mismísimo torero."

Cuando se libera cortisol existen tres fases: ascenso, meseta y descenso. En la fase de ascenso, el organismo reacciona ante el factor estresante con un aumento del cortisol; si este factor se mantiene, se alcanza una meseta durante un periodo limitado de tiempo. En la fase de descenso, el organismo claudica. El estrés ha sido tan grande que el organismo no puede mantener la secreción y se rinde. Esto no significa que no haya sufrimiento (estrés), sino que éste ha sido tan grande y prolongado que ya no puede seguir luchando con él. Es la fase de agotamiento (estudios de Selye). Es más que probable que el animal, para el que ya ha comenzado la tortura, se encuentre en esta tercera fase (Figura 1).

2. "Descubrieron que durante la lidia, el toro libera beta endorfinas, (conocidas como las hormonas del placer) en una cantidad diez veces mayor que las que liberaría un ser humano. Y durante el transporte, esta cantidad se incrementa en siete veces. "

En un estudio científico comparado, las condiciones del estudio deben ser idénticas, excepto la variable a estudiar (las endorfinas humanas o bovinas). Esto significa que, para hacer esta afirmación, al hombre se le debe torear para extraer las endorfinas en las mismas condiciones. ¿Cuando se ha toreado a humanos? Sólo podrían hacerse comparaciones entre dos animales a los que se toree exactamente en las mismas condiciones, y obviamente, expresando siempre el nivel de endorfinas no de forma absoluta, sino en relación al peso corporal.

3. "La beta endorfina - explica Illera -, bloquea los receptores del dolor hasta que llega un momento en que dolor y placer se equiparan y el sufrimiento puede llegar a ser casi nulo"

Estas afirmaciones son totalmente incompatibles con el estado actual de los estudios científicos sobre endorfinas. Estudios realizados por anestesistas y ginecólogos3,4,5,6,7,8, y publicados en revistas de gran prestigio (European Journal of Anaesthesiology, International Journal of Gynecology & Obstetrics) parecen demostrar, sin lugar a dudas, que a mayor dolor existen niveles más altos de endorfinas, por lo que los elevados niveles de endorfinas nos estarían indicando que el toro está sufriendo un intenso e insoportable dolor. También indican que las endorfinas secretadas en condiciones de estrés no son analgésicas (Harbach, 2007), y que en general, su papel analgésico está muy debatido. Sirva como muestra un ejemplo (estudio realizado en mujeres de parto, comparando dolor y niveles de endorfinas): "(...) hemos encontrado 8 en la casilla de tolerable, siendo la media de 188,84 pg. /mi. y la "S" de 93,09. En la casilla de dolorosa, había 15 casos, siendo la media de  415,74 pg. /mi. y la "S" de 211,81. Por último, en la casilla de insoportable, encontramos once casos con una media de 509,8 pg. /mi. y una "S" de 265,61. Resultados totalmente satisfactorios, si los comparamos a los de otros autores: Jouppila, Karlovist, Borgia, Florido, Fachinetti y Petraglia, etc., siendo totalmente coincidente con nosotros."

Este estudio, presentado por el Dr. Claudio Becerro en la Real Academia de Ciencias Veterinarias en 2005, deja claro que cuando el "animal" estudiado puede hablar, lo que nos dice, alto y claro, es que a mayor nivel de endorfinas, mayor dolor. Pero otros estudios realizados en humanos vienen a confirmar estos resultados (realizados durante el parto y durante el dolor postoperatorio): "Se observó una correlación significativa entre la severidad del dolor y la ACTH, b-LPH IRM y los niveles de B-endorfinas, con concentraciones plasmáticas de b-endorfinas aumentadas." (Harbach, 2007).

En un estudio sobre el parto, Bacigalupo nos dice (Bacigalupo et al, 1990): (...): beta-endorphin 42 pg/ml, cortisol 318 ng/ml (valores medios). Las concentraciones de hormonas aumentaron progresivamente al aumentar la intensidad del dolor del parto. (...) Así, los niveles elevados de endorfinas en plasma no abolen el dolor, sino que probablemente lo modulan.

"(...) Estos resultados son consistentes con los hallazgos de Bacigalupo que también encontró niveles de beta-endorfinas más elevados en las mujeres que sentían mayor dolor durante el parto." (Hofmeyr et al, 1995)

Por tanto, las endorfinas son un indicativo de la presencia de dolor: a mayor nivel, mayor dolor. ¿Qué nos está diciendo entonces el hecho de que el toro aumente diez veces sus niveles de endorfinas "durante la lidia"? Pues que está sintiendo una agonía terrible. Pero como no puede hablar... ¡qué fácil es experimentar con animales y sacar las conclusiones que a mí me parecen! Nunca una beta-endorfina secretada en condiciones de dolor puede producir placer. No se conoce ningún caso de ser humano torturado que haya referido placer durante la tortura.

4. "Lo que queremos llegar a decir es que el toro bravo tiene un mecanismo especial para llegar a controlar su dolor"

Para apoyar esta afirmación, Illera nos dice que el tálamo del toro es un veinte por ciento mayor que, suponemos, el de otros bóvidos (el tálamo es una parte del cerrebro que tiene, entre otros cometidos, la función de procesar el dolor). En primer lugar, los estudios actuales parecen encaminarse a afirmar que el tamaño de un órgano no determina su función (el cerebro de la mujer es un diez por ciento más pequeño que el del hombre). Simplemente, estará en relación con su corpulencia: nada más. En segundo lugar, su mayor tamaño no quiere decir que disminuya el dolor. El tálamo no se encarga de abolir el dolor, se encarga de procesarlo: podría aumentarlo a niveles insospechados (existen dolores talámicos de intensidades tales que en ocasiones conducen al suicidio).

Para finalizar, remito al Congreso de Veterinaria celebrado en Arles, Francia, en el año 2000, que evidenciaba que un entre un veintidós y veintitrés por ciento de las reses lidiadas estaban drogadas con fenilbutazona. ¿Qué estudio endocrino puede realizarse con una muestra drogada al menos en su cuarta parte?

Por todo ello, desde la ciencia, el estudio de Illera podría no tener validez. Su metodología y sus conclusiones parecen erróneas desde los conocimientos científicos actuales, y por ello, de ninguna manera puede afirmar que el toro no sienta dolor. Sin proponérselo, si algo ha demostrado, precisamente, es que el toro está sintiendo un inmenso e insoportable dolor.

 Susana Muñoz Lasa - Doctora en Medicina - Universidad Complutense de Madrid

BIBLIOGRAFÍA

  • Martinson BC; Anderson BS, de Vries R: Scientific behaving badly. Nature. 2005. Jun 9; 435(7043):737-8.
  • International Committee of Medical Journal Editors
  • Uniform requirements for manuscripts submitted to Biomedical Journals
  • http://www.icmje.org/
  • II.D. Conflicts of Interest
  • Harbach, H et al: Minimal inmunoreactive plasma b-endorphin and decrease of Cortisol at standard analgesia of different acupuncture techniques". Eur J Anaesthe-siol. 2007 Apr;24(4):370-6.
  • Bacigalupo G, Riese S, Rosendahl H, Saling E. Quantitative relationships between pain intensities during labor and beta-endorphin and Cortisol concentrations in plasma. Decline of the hormone concentrations in the early postpartum period. J Perinat Med. 1990;18(4):289-96.
  • “Psicoprofilaxis obstétrica y beta-endorfinas". Conferencia pronunciada por: Dr. Claudio Becerro de Bengoa Callau. Real Academia de Ciencias Veterinarias (2005).
  • Peramo Fernandez, F; Palacios Córdoba, a; Urquía García, m: b-endorfina fijada a la superficie leucocitaria y plasmática en relación con la intensidad del dolor. Rev. Soc esp. Dolor 5: 17-22, 1998.
  • G. J. Hofmeyr* a, A.M. Giilmezoglu", V.C. Nikodem", Z.M. Van der Spuyb, M.S. Hendricksb: Labor experience and beta-endorphin levels. International Journal of Gynecology & Obstetrics 50 (1995) 299-300
  • Matejec R, et al Plasma levels of conicotroph-type pro-opiomelanocortin derivatives such as beta-lipotropin, beta-endorphin (1-31), or adrenocorticotropic hormone are correlated with severity of postoperative pain. Clin J Pain. 2006 Feb: 22(2): 113-21

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