Corridas de toros: corridas de toros "al descubierto"

ADDAREVISTA 25

El periodismo de investigación está en desuso en España donde, con la democracia y la llamada “libertad de prensa”, poco a poco la autocensura y los grupos de presión, tanto políticos como económicos, han ido influyendo en los profesionales de los medios, que han ido perdiendo independencia y como resultado presentan a la audiencia, ya sea en radio, papel o imagen, casos que, investigados, puedan poner en evidencia situaciones o actuaciones incómodas. Pero afortunadamente existen excepciones. Pocas, pero existen: algunos programas de denuncia en Canal 9 de la televisión valenciana y, últimamente, los elaborados por Mundo TV, presentados bajo el genérico Al Descubierto, en Antena 3.

El pasado 5 de junio de 2002, Antena 3 TV presentó un amplio programa que trataba del mundo de las corridas de toros y de todo lo que subyace en ellas, harto conocido por los animalistas pero nunca, hasta ahora, presentado, visto y oído en una cadena y hora de gran audiencia. Afortunadamente no era uno de los clásicos debates entre taurinos y antitaurinos que ya no aportan nada nuevo, aparte de reafirmar las creencias a favor o en contra de las corridas de toros. La mayoría de los invitados eran gente del mundo del toro: tres matadores, Cristina Sánchez... y... quien, más o menos, era el conductor del programa, pues un equipo de la televisión le había hecho un seguimiento de su vida, entorno familiar y, como segunda figura que es, de todas las dificultades que su afición por ser torero, de joven, le habían llevado a un verdadero Vía Crucis para desarrollar su afición. Casi podría decirse que su presencia en el programa, aún presentándose como torero y matando 6 toros en una corrida, era como un testamento presencial y testimonial, pues, de profesión representante de comercio, parecía estar, al igual que ha ocurrido con otros toreros (Mariano Villaescusa y otros. (Véase ADDA Defiende los Animales nº 2), en una fase de desengaño y redención de su afición.

El programa, creíblemente en directo, acabó de forma algo anómala después de la intervención telefónica de Fran Ribera, persona muy influyente. Parece ser que debieron existir llamadas apresuradas, presiones y órdenes de dar cerrojazo, pues a lo largo del mismo fue aflorando, dicho, explicado y ratificado por quienes dentro del mundo del toro son arte y parte todo lo que en él acontece. Se acabó pues se estaba entrando en una más de las corruptelas: el drogado de los toros.

De entrada, ante la pregunta del presentador, directa por cierto, sobre el futuro de las corridas de toros, quedó bien claro que es más que dudoso. Las corridas están derivando hacia un fraude para el aficionado con la aquiescencia de todas las partes: ganaderos, empresarios, veterinarios, toreros y la administración, cuya actuación resaltó continuamente por no hacer nada en el cumplimiento del reglamento taurino. El panorama que se presentó era devastador para el futuro de la “fiesta”: mientras los de abajo, los principiantes, tienen que poner millones de pesetas para lograr aparecer como novilleros en una plaza de segunda o tercera, las figuras escogen los toros para un buen lucimiento personal y evitar posibles cogidas.

El afeitado, o sea cortar las puntas de las astas de los toros, es una práctica generalizada, aunque está prohibido: “si no afeito, no vendo corridas”, decía uno de los presentes, ganadero de reses bravas. Javier Nart, el único que desde un principio manifestó ser “anticorridas”, se hacía la siguiente pregunta: “si en el deporte (ciclismo, fútbol, etc.) se somete a los participantes a veces a desagradables pruebas antidopaje, ¿cómo es que no se hace con los toros?, ¿por qué no se analizan, sistemáticamente, las puntas de las astas post mortem?”. Y es que la administración, donde precisamente existe un estamento taurómaco como parte del Ministerio de Interior, demuestra la tolerancia y la desidia total de quien debería hacer cumplir la famosa, por desgraciada, ley Corcuera.

Las corridas se están convirtiendo en un circo donde, cada vez más, los toros se caen por el tipo de piensos que les dan, las manipulaciones a que los someten y el afeitado de las astas que desorienta al animal de su punto instintivo de ataque para beneficio de la seguridad del torero. Todo ello es un fraude continuado al que se somete al aficionado. La penosa impresión que se dio a lo largo del programa es que todo lo que mueve, actualmente, las corridas de toros lleva, de inmediato, a deducir que su continuidad es tan sólo cuestión de negocio de unos pocos en detrimento del resto.

No era necesario la presencia de los animalistas. Es más, la verdadera fuerza del programa fue la ausencia de éstos, pues cualquier telespectador sin otro interés que la búsqueda de información pudo darse perfecta cuenta de la situación en que se halla el tan cacareado mundo del toro. Y penoso es, también, que ciertos estamentos quieran defender este cruel, bochornoso e injustificable espectáculo de fraude continuado, al cual todavía ciertas personas, que no saben, ignoran o no quieren conocer, se empecinan en presentar como algo intocable dentro de las raíces del pueblo español, como un espectáculo definitorio de valentía, luz y color.


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