Rodaje artístico - Rosa de las Nieves, E. Marugán

ADDAREVISTA 24

La productora de Pedro Almodóvar, El Deseo, contaba con “todos los permisos legales y sanitarios precisos” para filmar a puerta cerrada “una lidia de reses bravas de las que los profesionales del toreo celebran habitualmente como parte de su entrenamiento”. O sea, que ya que ya que se iban a lidiar los toros, se filmó; y no que se mataron los toros para el rodaje. Por tanto, las imágenes que presenta la revista Interviú en su número del 30 de julio de 2001 y en las que aparece el director manchego dirigiendo el rodaje desde el tendido de la plaza de toros de Brihuega (Guadalajara) y a su asistente – con el megáfono- transmitiendo las órdenes al novillero para que, por ejemplo, se saliera de la zona de sombra, no significan en absoluto que el entrenamiento fuera un rodaje bajo una dirección artística.

El novillero Juan Antonio Alcóbar, “Macareno”, un sin duda “experimentado” matador, estuvo especialmente “acertado”, puesto que provocó que al segundo toro que lidiaron aquella tarde tuvieran que propinarle varios pinchazos para matarlo. El animal, agonizando, intentó ponerse en pie. Y, tal y como muestran las fotografías del mencionado reportaje, lo consiguió durante unos instantes, hasta que “volvió a caer en la arena. Momento que aprovechó el puntillero para acercarse con su arma. Y hasta tres veces se la tuvo que volver a clavar para darle muerte”. El rodaje se reanudaría cinco días después con otros cuatro toros en la plaza de Aranjuez (Madrid). Pero por supuesto, esto no es razón para que la asociación Amnistía Animal-Comunidad de Madrid ponga una denuncia a Almodóvar y a su productora, El Deseo, ante la Dirección General de Agricultura de la Comunidad de Madrid . Al fin y al cabo, el padre del matador aseguró que los seis toros que compró para que lidiara su hijo tenían defectos: “unos eran cojos, otros medio ciegos, y los demás, demasiado bajos para salir a una buena plaza. Así salen más baratos”. Además, en Brihuega no hay ley que prohíba filmar estas escenas, aunque sí lo hace la ley madrileña 1/1990, de Protección de los Animales Domésticos, que dice: “la filmación de escenas con animales para cine o televisión que conlleven crueldad, maltrato o sufrimiento requerirá autorización previa del órgano competente (...) y que el daño al animal sea un simulacro”. Pero el rodaje de la película “Hable con ella”, en la que Rosario Flores encarna a una torera llamada “Lidia” merecía la “lidia” en vivo y en directo, sin ninguna duda. Aplaudamos pues la “faena” de Almodóvar.

 

Ong ADDA   -Enero/Junio 2002


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