Supersticiones y rituales sangrientos con animales

ADDAREVISTA 3

Gloria Chávez-Vázquez se incorpora como corresponsal de ADDA DEFIENDE LOS ANIMALES en Nueva York. Persona de amplísimos contactos en el mundo de la defensa de los animales y muy introducida en los medios de habla hispana, es colaboradora activa de la Asociación Latinoamericana en Defensa de los Animales, ALDA, y de su presidente Doña Gladys Pérez. Nos expone en este artículo un tema que cada día va adquiriendo mayores proporciones en todo el mundo, aunque escapa, por su ocultismo, al conocimiento del gran público.

En Leticia y sus alrededores, en la zona del Amazonas, muchos habitantes creen que algunas partes del delfín (su vulva, los ojos, los dientes,...) sirven para atraer, sexualmente, al ser amado. De esta manera, el delfín rosado, una de las cinco especies de delfines de agua dulce en el mundo, se ha convertido en una presa valiosa para los mercaderes de supercherías. Para su cacería se usan todos los medios posibles: arpones, redes, palos o armas de fuego.

En 1987, un grupo investigador de la universidad Jorge Tadeo Lozano de Bogotá (Colombia), patrocinado por la Sociedad Mundial Protectora de Animales, WSPA, informó que los practicantes de la superchería «secan la vulva en un tronco de árbol, se la colocan en el brazo izquierdo, y van a estrechar la mano de la persona que desean enamorar» (...) «Frente a los ojos se dicen oraciones, para llevarlos luego consigo como amuleto en el bolsillo y los dientes los raspan para echarlos en las bebidas del amante». Y según los estudiantes que llevaron a cabo el estudio los que practican este sortilegio están convencidos de que «es eficaz y dura hasta la muerte». Los órganos se venden, en pesos colombinos, por el equivalente de hasta 800 US.$ y el fetiche es adquirido por los turistas que llegan al sur de Colombia, a las playas de Río de Janeiro o a Iquitos (Perú) en busca del «hechizo». La creencia primitiva —arrastrada desde épocas remotas hasta nuestros días— de que el sacrificio, o la tortura de animales, complacen a ciertos «dioses» o fuerzas sobrenaturales, es la causa principal del sufrimiento y muerte de infinidad de víctimas debido a la ignorancia, inestabilidad y estupidez humanas.

Cada año, comunidades de todos los países, mutilan y matan animales en aras extrañas ceremonias religosas en las que, por lo general, influye el grado de educación y la poca sensibilidad del individuo para conceder prioridad a la ética de la vida o para discernir metas más constructivas. Las personas que apelan a fetichismos y prácticas supersticiosas, o cultos, son seres desequilibrados a los que poco interesa si se está rompiendo o no, con leyes naturales o humanas. Por ese mismo motivo mantienen sus creencias en la penumbra del anonimato, escondidos, si es posible, de la mirada crítica del ciudadano común a quien, por lo general, de conocer estos hechos los condenaría duramente. En algunos países la televisión y los periódicos se ocupan brevemente de noticias de hallazgos de cadáveres de animales mutilados y torturados, noticias de las que se hace caso omiso calificándolas de incidentes sin explicación; casos aislados.

Lo cierto es que existen «cultos» de enormes proporciones en todo el mundo, cuyas prácticas incluyen el sacrificio de perros, gatos, corderos, aves de corral y otros animales salvajes o domésticos. Estas matanzas ritualistas se hacen para «apaciguar» a los ídolos de los distintos cultos. Los animales sacrificados se ofrecen a esos dioses de los que se dice, consumen «la esencia espiritual» contenida en la sangre y partes corporales de las víctimas. A cambio de saciar su sed de sangre, los fanáticos buscan los favores del dios de turno. Varios de los cultos que sacrifican animales están relacionados con la religiones africanas traídas a América durante la época de la esclavitud: la Santería, Palo Mayombe y Vudú son cultos que tienen sus raíces en África.

La Santería, una práctica que mezcla la religión yoruba con el catolicismo. Es, tal vez, el más importante de esos cultos en los Estados Unidos y en la América Latina (la Santería ha tenido mayor auge en los países antillanos: Cuba, Puerto Rico, Santo Domingo y también en Brasil). Actualmente se practica en E.E.U.U. en lugares donde los inmigrantes de esos países han asentado sus colonias: Florida, California, Nueva York, Nueva Jersey y el distrito de Columbia. Se calcula que, solamente en el sur de la Florida, existen unos 100.000 seguidores. En algunos de estos lugares no es raro encontrar los cadáveres descabezados de los animales sacrificados que han sido tirados al agua, parques, cementerios y otros sitios aislados. Junto a los cuerpos de los animales pueden hallarse la característica parafernalia de los ritos como son: cuentas de colores, cintas, flores, caracolas, y cigarros.

En Florida un grupo de seguidores de Santería abrió un lugar público de culto en una ciudad cercana a Miami. En Septiembre de 1987 las autoridades locales no siguieron adelante con una orden para prohibir el sacrificio animal cuando la «iglesia» les amenazó con demandar a la ciudad. Pero cuando el Procurador General de Florida decretó que el sacrificio de animales era una violación de la ley estatal, la ciudad de Hialeah aprobó de inmediato varias ordenanzas que tienen como efecto la prohibición del sacrificio de animales. Ahora la «iglesia» está demandando a la ciudad, alegando que la Constitución garantiza la libertad de culto y que su derecho está siendo violado por estas ordenanzas. Marc Paulhus, directos de la oficina regional de la Humane Society en el Soudwest de los Estados Unidos, HSUS, ha estado ayudando a sus autoridades en su esfuerzo de terminar con el sacrificio animal, «no le estamos diciendo a los seguidores de la Santería lo que deben o no deben creer —dice Paulhus— sino que mantenemos que sus creencias no les per-mien actuar en desacuerdo con las leyes federales o estatales que apoyan un interés público obligatorio. Esta ley ha sido aplicada por las cortes».

Una réplica de un poblado africano situado en la región costera de Carolina del Sur y conocida con el nombre de Oyontunji, ampara a un numeroso grupo de más de 100 miembros. La «tribu» está compuesto por negros americanos cuyo objetivo es el de reproducir la vida tribal africana y adoptan atuendos y costumbres del África occidental así como su religión. Durante una investigación dirigida por Bob Baker del HSUS llevada a cabo en 1981 sobre las prácticas religiosas, se encontró que los seguidores del Oyontunji sacrifican docenas de aves de corral semanalmente así como cabras, ratones de campo, serpientes y perros. A través de un reportaje se pudo evidenciar que los animales tenían las venas yugulares agujereadas, práctica que se usa para dejar desangrar a los animales hasta morir en los altares.

La mayoría de los cultos de sacrificio en América están asociados con grupos étnicos de inmigrantes, específicamente caribeños. Pero los cultos que torturan y matan a los animales pueden encontrarse en cualquier parte del mundo. El culto satánico se practica en todas las naciones y los cuerpos mutilados de animales se encuentran en los lugares más inesperados. Los hallazgos son, generalmente, cuerpos de animales que parecen haber sido sometidos a torturas y/o a abuso sexual. Las muertes tienden a ocurrir durante alguno de los ochó días de la fiesta del satanismo llamado Sabbaths.

¿Cómo se puede saber si se realiza alguno de estos cultos en su comunidad? Una ojeada a las páginas amarillas del directorio telefónico puede dar la primera pista. En los Estados Unidos, tiendas de productos para seguidores de Santería, Palo Mayombe o Vudú suelen anunciarse como comercio de ocultismo, bajo la categoría de «artículos religiosos». El anuncio se refiere a productos tales como: hierbas, aerosoles de la buena suerte, perfumes, aceites y otros. La presencia de un comercio de este tipo en su vecindad puede ser el indicativo que un «culto» y un número de seguidores existe cerca. Los mismos refugios de animales pueden tener indicios de estas prácticas.

 

Ong ADDA   Julio/Septiembre 1990


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