Ginebra y la caza controlada

ADDAREVISTA 54

Naturaleza sin caza, una utopía hecha realidad

Caroline Waggershauser

En el corazón de Europa, el cantón de Ginebra, libre de caza, es el ejemplo a seguir

Un referéndum organizado por un grupo de protección animal, llevado a cabo el 19 de mayo de 1974, prohibió la caza deportiva de todos los mamíferos y aves en el cantón de Ginebra. El resultado del referéndum, con 25.776 votos a favor frente a 10.748 en contra, han sido cuarenta y tres años sin caza, lo que se ha traducido en un aumento de 30.000 aves a orillas del lago Leman y del río Ródano.

 

La administración suiza es consecuente con las decisiones democráticas de su pueblo. A partir de la votación, no se entregó ninguna licencia de caza ni tampoco se disparó a ningún animal en la temporada de caza del año 1974. Se creó un Departamento de Fauna Silvestre en la que los representantes de la protección animal y de la naturaleza deciden si se deben llevar a cabo regulaciones, intervenciones o pagos por daños a la fauna silvestre.

Esta área se convirtió en el epicentro de una extraordinaria iniciativa que ha convertido a este cantón en un ejemplo a seguir en cuanto a protección y fomento de la biodiversidad. Gracias a esta política medioambiental, los ríos y lagos del cantón son el refugio de diversas especies de animales y plantas. De hecho, entre los años 2010 y 2012, se declararon cuatrocientas hectáreas como reservas naturales.

Esta iniciativa política ha resultado determinante para que el Gobierno ginebrino pueda tomar decisiones y así minimizar la presión del lobby cazador. Este veto suscitó gran atención internacional. Pero para el sector cinegético deportivo, la decisión resultó devastadora. El ejemplo de Ginebra demostró que la naturaleza puede funcionar y regularse a sí misma sin cazadores deportivos, incluso en un paisaje muy urbanizado, como el cantón suizo.

 

Animales sin temor de la presencia humana para el disfrute de los ciudadanos

Los animales de la zona perdieron poco a poco el miedo ante la presencia del ser humano. Así, los ciudadanos de Ginebra pueden disfrutar de la imagen de animales silvestres moviéndose de manera tranquila y totalmente natural a plena luz de día. Las aves acuáticas no levantan el vuelo al acercarse una persona. Al pasear por los bosques de Ginebra, se pueden contemplar liebres brincando e incluso ciervos pastando. De esta manera, los humanos retoman su conocimiento sobre la naturaleza y sus interacciones.

 

El cantón de Ginebra, de doscientos ochenta kilómetros cuadrados y con 500.000 habitantes, cuenta con espacio de gran valor natural y paisajístico. Más de treinta kilómetros cuadrados están formados de bosque de roble y de abedul. También hay bosques de pradera y de hayedos, y un área de ciento diez kilómetros está destinada a la agricultura. En definitiva, el 45 % del cantón es de uso agrícola, un 25 % está urbanizado, un 15 % consiste en bosque y el otro 15 % alberga el lago Leman.

Fauna en peligro por la actividad cinegética

A principios de los años setenta, los animales de la denominada caza mayor estaban prácticamente exterminados por la excesiva actividad cinegética en este cantón de Ginebra. Solo quedaban unas docenas de ciervos y corzos. Los jabalíes llevaban ya décadas desaparecidos. Liebres, conejos, faisanes y perdices apenas se veían por culpa de la agricultura extensiva y la caza deportiva. Para que los cazadores deportivos pudieran seguir disfrutando de su afición, se soltaban por los campos del cantón de Ginebra liebres, faisanes y perdices importados desde el extranjero.

Según un estudio de la asociación ecologista Birdlife, el lago Leman se ha convertido, gracias a la prohibición cinegética, en una zona de refugio natural para diferentes especies de aves que hibernan en la zona, como el porrón europeo, el ánade friso, la cerceta común, el porrón moñudo, el somormujo lavanco, el zampullín chico o la serrata grande. El cantón de Ginebra tiene hoy en día una población de grandes ungulados estable, con cerca de sesenta ciervos y trescientos corzos. Gracias a la prohibición de la caza deportiva, el cantón se ha convertido en uno de los últimos bastiones para conejos silvestres y perdices en Suiza.

El biólogo Gottlieb Dandliker es el inspector jefe de Fauna Silvestre desde 2001 en el cantón de Ginebra y el responsable para la gestión de fauna silvestre. En una conferencia el 15 de octubre de 2013 en la Universidad de Basilea expuso en su discurso que una prohibición de la caza deportiva es viable desde el punto de vista científico y Ginebra es el paradigma de que es posible.

El científico asegura que poco después de la prohibición de la caza deportiva, regresaron los corzos paulatinamente: «Tenemos entre diez y quince corzos por kilómetro cuadrado. Su población es estable desde hace muchos años».

Ante la pregunta de si los corzos deterioran el bosque por comer brotes de árboles, Gottlieb Dandliker explica que el corzo no representa ninguna amenaza porque ya no se tienen que refugiar dentro de los bosques para huir de los cazadores deportivos. Ahora se alimentan con toda tranquilidad fuera de ellos, en los abundantes pastos del cantón; de esta manera, los árboles quedan protegidos y no sufren deterioros por la acción de estos animales.

 

Intentos de los cazadores por frenar la gestión en el cantón suizo

El lobby cazador afirmó que sin caza la liebre estaría amenazada por la acción de los depredadores. Sin embargo, ocurrió justo lo contrario, este cantón de Ginebra cuenta con la población más grande de toda Suiza. A ello contribuye también el hecho de que el 10 % de las áreas agrícolas son ecológicas, con una gran biodiversidad. De ello se aprovechan también las perdices, rapaces y depredadores como martas, tejones y zorros.

Estos depredadores se equilibran de manera natural cuando la caza deportiva desaparece. Después de la prohibición de la actividad cinegética, la población de zorros se redujo de doce familias con cuarenta y ocho cachorros a seis familias con veintitrés cachorros. En el año 2013, se soltó en Ginebra a un joven lince —un huérfano del cantón vecino, Waadt—, dado que se temió que iba a ser víctima de los cazadores deportivos. Asimismo, los ginebrinos aguardan con ilusión la llegada del primer lobo. Ya se pudieron avistar algunos ejemplares en la frontera ginebrina/francesa, pero hasta el momento no se ha constatado ninguna presencia lobuna en Ginebra. Los guardas medioambientalesesperan que estos cánidos contribuyan al control de la población de los grandes ungulados, sobre todo del jabalí.

 

Linces, lobos y jabalíes recién llegados al cantón suizo

Linces y lobos son bienvenidos en Suiza, dado que regulan los grandes ungulados silvestres y de esta manera fomentan el reciclaje de la masa arbórea. La preocupación de los agricultores de que la prohibición de caza deportiva provocara daños en los cultivos no tiene ningún fundamento. De hecho, las estadísticas de perjuicios en los cultivos por la presencia de fauna silvestre son comparables a las del cantón de Schaffhausen, donde la caza deportiva está permitida. De esta manera, cuando las liebres causan daño en los brotes de los girasoles, los agricultores reciben anualmente una compensación de 30.000 a 60.000 francos suizos (SFR). Los corzos ocasionan sobre todo daño en las plantaciones de árboles frutales y viñas. En este caso, los pagos por daño se cifran entre los 20.000 y 80.000 SFR.

En 1974, ya no había ningún jabalí en el cantón de Ginebra desde hacía décadas. Estaban catalogados como extinguidos. Pero, después de la prohibición de la caza deportiva, el jabalí volvió desde Francia a Ginebra.

En el paisaje variado del cantón, estos animales se adaptaron estupendamente y se reprodujeron rápido. Un problema añadido es el hecho de que al comenzar la temporada de caza en el cantón vecino de Waadt y en Francia, los jabalíes se refugian en los bosques de Ginebra, donde finalmente se establecen. Huyen de los cazadores deportivos de su país; cruzan el río Ródano para ponerse a salvo en Ginebra.

La población de jabalíes aumenta todos los años; debido a su gran fertilidad, la población crece de manera desmesurada. Los daños causados por los jabalíes son demasiado elevados para asumirlos, por lo que se decidió una regulación específica para su población a finales del siglo XX.

 

Prevenir perjuicios provocados por los animales antes que matados

No obstante, antes de sacrificar animales, en Ginebra se apuesta por la prevención de los daños que estos puedan causar. Para evitar perjuicios en la agricultura por la presencia de jabalíes, se protegen los cultivos con vallas electrificadas. Este método ha resultado muy eficiente, aunque entrañó mucha dificultad convencer a los agricultores para que lo usaran.

Los cultivos de viñas solo se han de proteger cerca de las zonas de reposo de jabalíes y sobre todo los brotes tempranos de este cultivo. Tan pronto como los bosques ofrecen bellotas, los jabalíes ya no acuden a las viñas.

El control de la población de jabalíes solo lo llevan a cabo los guardabosques con todas las últimas medidas de desarrollo tecnológico. De este cometido no se encarga ningún cazador aficionado. Para los guardas del medio ambiente, la seguridad, ética y protección animal tienen un papel primordial. «No nos podemos permitir ni un solo accidente», dice Dandliker, inspector jefe de Fauna Silvestre. «Protección animal significa sobre todo evitar herir animales, tal y como ocurre frecuentemente en el cantón vecino de Waadt y en Francia». Allí se llevan a cabo batidas. Los animales reciben uno o varios disparos y huyen despavoridos y, o no se les encuentra o, quizás una semana más tarde los cazadores deportivos se toman la molestia de buscar a los animales heridos.

Según relata Dandliker:

«Situaciones de extremo estrés para los animales silvestres —como las batidas— son algo terrible y no las contemplamos en nuestras actuaciones. Para abatir a un solo jabalí dedicamos unas seis horas de trabajo. Buscamos el lugar exacto, un sitio donde esté tranquilo y confiado. El jabalí no se percatará de la presencia del guardabosque, que le abate con un rifle de visión nocturna de un solo disparo en la sien».

«Por razones éticas, no matamos a hembras con crías. Cuando falta la madre, se mueren los pequeños. Tampoco se abate a las hembras líderes y a los grandes verracos. Así, esperamos mantener la estabilidad del grupo familiar y su comportamiento. Habitualmente, tenemos grupos de jabalíes huérfanos, víctimas de la caza en Francia. Mataron a sus madres y andan perdidos, así que se adentran en los pueblos. Jabalíes tan pequeños pueden causar mucho daño en los cultivos. Además, está comprobado que los jabalíes se reproducen sin control cuando falta la hembra líder».

El control de la población de jabalíes en el cantón de Ginebra se lleva a cabo con gran cuidado y apenas implica costes económicos. La población de jabalís en Ginebra oscila entre cien y cuatrocientos individuos. «En los últimos diez años, tuvo lugar un cambio en la actitud de los agricultores a pesar del daño que causan estos animales en sus cultivos. El jabalí es un animal que pertenece a nuestro paisaje, así de simple. Y así se ha aceptado».

Naturaleza segura para todos, sin caza

La prohibición de la caza deportiva ha aumentado la seguridad para senderistas y todos aquellos que disfrutan de la naturaleza: «En Waadt o en Francia es imposible pasear por los bosques en otoño porque los cazadores deportivos persiguen a los jabalíes o a los ciervos, pegando tiros a diestro y siniestro. Por lo que, a menudo, se dan accidentes de caza», explica Gottlieb Dandliker.

La ciudadanía de Ginebra apoya mayoritariamente la prohibición de la caza deportiva. Una encuesta representativa llevada a cabo en 2006 lo demuestra: el 90 % sigue respaldando la prohibición de la caza en su cantón. En 2009, el sector de los cazadores intentó restablecerla, pero no lo consiguió. Con setenta y un votos en su contra, cinco a favor y seis abstenciones, el sector cinegético se llevó un gran desplante.

 

Flora protegida en el cantón suizo

En el año 2007, se promulgó una ley para la protección de paisajes y ecosistemas, así como para la conservación de la flora, que asegurara el cuidado y el mantenimiento de dichas áreas. Para las perdices, el mochuelo común, el azulón de las coronillas, diente de perro y otras especies amenazadas existen programas especiales de conservación.

Once guardabosques se encargan de la vigilancia de las reservas naturales, tanto de flora como de fauna. Estos protectores de la naturaleza desempeñan una gran variedad de tareas, como el control de las reservas naturales, la prevención de daños por la presencia de fauna silvestre y la supervisión de la actividad relacionada con la pesca.

Según cuenta el inspector de Fauna Silvestre, Gottlieb Dandliker, el trabajo de los guardabosques profesionales cuesta al contribuyente al año menos de una taza de café. 1.200.000 SFR se reparten entre 500.000 habitantes, incluida la prevención de daño de la fauna silvestre en la agricultura (250.000 SFR) y pagos por daño de fauna silvestre a los agricultores (350.000 SFR). Dandliker recalca que la prohibición de la caza deportiva le sale al cantón mucho más económico que la caza. «Organizar cacerías costaría mucho más dinero que una regulación de jabalí llevado a cabo por nosotros».Para el funcionamiento de un departamento de caza se necesitan, como mínimo, dos puestos de trabajo a tiempo completo, mientras que para la política de protección medioambiental del cantón, solo se precisa el trabajo de una persona.

Educar a la población y crear corredores para la fauna silvestre

El programa Natur in der Stadt(naturaleza en la ciudad) aúna las áreas verdes de la ciudad con el entorno campestre y fomenta la construcción de ecosistemas aislados en lugares como jardines, pequeñas charcas, estanques, arroyos e incluso en tejados ajardinados. De forma que, incluso las antiguas fábricas, se convierte en ecosistemas.

En los jardines públicos, se ha llevado a cabo la iniciativa Garten-Charta(la carta de jardines) para una gestión ecológica y el fomento de la biodiversidad, a la que se han unido ciudadanos que tienen jardines y huertos, así como varias ONG. Dado que el cantón de Ginebra colinda ciento tres kilómetros con Francia, la colaboración entre ambos países es de gran importancia para la conservación de los ejes de unión entre los espacios vitales en común como el Jura,una cordillera en los Alpes donde comparten lagos y humedales.

Debido a la fragmentación del paisaje por la construcción de viviendas y autopistas alrededor de la ciudad de Ginebra, los animales silvestres tienen menos movilidad, algo que es vital para su supervivencia, sobre todo la de los ciervos. Por esta razón, la creación de corredores ecológicos para la fauna silvestre cumple un papel fundamental y, para lograrlo, es indispensable la colaboración con Francia.

 

Fondo documental: Texto elaborado sobre : Das Genfer Jagdverbotexperiment Wald-Wild-Weiterbildung 14. – 15. August 2014 https://wildbeimwild.files.wordpress.com/2015/08/jagdverbot-genf.pdf

(1) The World Foundation for Natural Science, Ausgabe 2, Oktober 2008  

(2) Comunicación personal de Gottlieb Dankliker, 15.09. 2015  

(3) ge.ch/nature/media/nature/files/fichiers/documents/bilan_interdiction_de_la_chasse.pdf

(4) http://www.bafu.admin.ch/biodiversitaet/13678/13679/13697/index.html?lang=de

(5) http://ge.ch/nature/corridors-biologiques/dossier-pedagogique

(6) http://ge.ch/nature/media/nature/files/fichiers/documents/brochure_corridors.pdf

Ong ADDA -Junio 2017


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