Jesús Mosterín responde. - Manuel Cases

ADDAREVISTA 40

La sociedad, este conjunto de personas, situaciones, clases sociales, caracteres, genialidades o miserias, forma la traza humana en que cada colectivo, cada nación, cada idioma, cada religión, cada continente, imprime su impronta que la personaliza. El conjunto, la convivencia, los entendimientos, las pasiones, las tramas se entremezclan en un conglomerado difícil de describir, pero que posee, globalmente, sus engranajes que la hacen funcionar. Están los advenedizos que son mayoría, los comodones, los que venden sus creencias internas por intereses económicos. Están los aduladores, también en busca de un provecho propio, que deben limitarse a prescindir de sus propios criterios para continuar moviéndose en el círculo que les mantiene. Las costumbres, los hábitos, el todo sigue igual, hace que cualquier nota discordante altere la normal sucesión de los acontecimientos. No es fácil romper este proceso secuencial y que, por costumbre o tiempo, la gran masa lo tiene asumido. El rompedor, el que no transige con la rutina, se encuentra con la respuesta de los mediocres. Estos, que ya han asumido el vasallazo que los mantiene, en pro de la obligación que tienen de rendir pleitesía al entorno establecido. La palabra inglesa establishmen define perfectamente la situación.

La defensa de los animales, el animalismo, que puede considerarse como una de las últimas disciplinas filosóficas, es rompedor, pues implica todo un conjunto de permanencias, convencimientos y forma de ser; como recién llegado, y cada vez más asentado progresivamente dentro del entramado social, suscita primero sorpresa por un hecho nunca jamás ni pensado ni conocido, y, más adelante, por su novedad, pues implica un cierto desencaje en los hábitos y, porqué no, en posibles resultados adversos económicamente, directa o indirectamente. Es entonces la hora de los mediocres, falsamente elevados de su mediocridad por la continuada exaltación del entorno en que se desarrollan.

El animalismo, como en tantas otras cosas, no ha nacido en España, país que arrastra su mediocridad desde el absolutista Fernando VII, quien repudió la Ilustración y cerró a cal y canto cualquier intento de avance y modernidad. Se inició tímidamente con Jeremy Bentham filósofo ingles del siglo XIX y se consolidó con el australiano Peter Singer, actualmente profesor de ética en la Universidad de Princeton (EE UU) con su libro “Liberación Animal” (1) que sienta las bases de este nuevo movimiento. No se va a detallar ahora toda una serie de personajes que en el extranjero han aportado su grano de arena.

En España, pasada la dictadura, alcanzada una progresiva democracia que va calando en el pueblo, la Ilustración referente al respeto que merecen los animales es, para muchos, un plato difícil de digerir. Máxime cuando el lastre de Fernando VII, que vivía por y para los toros, y tantas otras situaciones posteriores en que las corridas de toros han servido de forzado bálsamo de distracción de otros problemas, los han hecho perdurar hasta el presente, en que la repentina madurez, con la integración en Europa, empiezan, por fin, a ser cuestionados como lo demuestra que en Cataluña y dentro de la más absoluta legalidad que ofrece una “Iniciativa de Legislación Popular, ILP” se solicite al Parlamento autonómico catalán, que sean suprimidas.

Durante este trámite parlamentario -en estos momentos pendiente se resolución- uno de los pasos, fue la presentación de comparecencias a las que se invitaron a participar destacadas personas en su favor o en su contra. Uno de los que intervinieron para defender la supresión de las corridas fue Jesús Mosterín (2), conocido de nuestros lectores por sus colaboraciones en este medio. Hablar de Mosterín, es hablar, en estos momentos, del paladín más firme que tiene la causa animalista española: por su integridad, valentía en la expresión, conocimiento profundo, y amplísima cultura. Su comparecencia en el Parlamento catalán, levantó ampollas y los ataques a su persona respondieron perfectamente de todos aquellos que dentro del estatus, estaban obligados a ello. Pero cuando, como él, que es un investigador impenitente, se está seguro de lo que se defiende; y conoce la verdad de los toros, su historia, los bovinos, y todo su entramado, se puede prescindir e ignorar las críticas para reafirmarse en sendos artículos aparecidos recientemente en El País (El triunfo de la compasión. 09/05/2010 y La crueldad no es una fiesta 06/06/2010) y dar una lección magistral para todas aquellas mentes abiertas que quieran entenderlo. Un corolario de conocimientos expresados con la claridad que tan sólo personas como Mosterín saben y pueden expresar. Entretanto, sus críticos pueden ir diciendo.

(1) Liberación Animal. (Rastrillo ADDA). (2 )Vivan los Animales (Rastrillo ADDA).

 

Ong ADDA   Junio 2010


Relación de contenidos por tema: Cartas abiertas


Temas

Haz clic para seleccionar