Hombre y caballo: una mejor colaboración

ADDAREVISTA 14

No hay duda que un animal saludable, bien alimentado, y tranquilo, proporciona mayores satisfacciones a su propietario. Este principio elemental no siempre es observado, en parte debido a negligencia, en parte ignorancia de las leyes biológicas de la anatomía, fisiología y psicología de los animales y en parte, también, porque el propietario se justifica a si mismo: El animal es mío y yo decido como lo cuido, piensa, de manera que hace daño al animal y se perjudica a si mismo.

Empecemos por decir que el animal está al servicio del hombre dentro de los límites del respeto por la vida y las leyes de su propia naturaleza biológica, y el hombre no tiene derecho a violarlas. Los bovinos son trabajadores lentos, por lo tanto no rinden y se enferman fácilmente cuando se les hace trabajar en exceso. Entre los caballos, en cambio, hay algunos que por raza son buenos corredores, pero tiradores lentos. También hay camellos de carreras y camellos de transporte. Esta claro que conviene no confundir las razas y las diferentes actividades en las que son competentes.

PROBLEMAS MÁS COMUNES Y CONSEJOS PARA RESOLVERLOS

Nuestra meta fundamental es la eliminación del dolor, que, además de ser una crueldad, puede hacer que el animal se agite y se vuelva peligroso y, por tanto, sea inútil para trabajar. No tiene sentido golpear a un burro que tiene una pata rota, aunque no todo el mundo lo entienda. El dolor puede ser causado por una enfermedad, que debe ser diagnosticada y tratada, como se hace en los seres humanos, o puede ser causado por un accidente, en cuyo caso hay que tomar las medidas necesarias en lugar de abandonar al animal, incluso si parece resistir el dolor.

  • Cojera. El 30 de los animales, especialmente de la familia de los caballos, tiene heridas más o menos visibles en las patas, causadas por herraduras defectuosas que producen dolor en el casco (el caballo siempre sufre cuando hay cojera), o por herraduras que cortan la piel de la pata opuesta, o por puntillas que han sido enterradas en la parte interna sensible del casco. La cojera también puede ser causada por daños en las articulaciones, en los tendones, músculos y huesos. Se curan con descanso, nunca con golpes. Si hay infección, debe desinfectarse y se deben suministrar antibióticos, pero lo que da mejor resultado son unos días de descanso.
  • El freno. La mitad de los caballos, burros, mulas y camellos usados en varias partes del mundo no usan freno, sino solo una cuerda floja alrededor de la nariz. En otras tareas se usan frenos de hierro que casi siempre causan heridas y peladuras. Es el caso del terrible freno árabe y español, que tiene un espigón que golpea contra el paladar hasta que se entierra en él. La saliva se mezcla con sangre y el animal se agita, se vuelve agresivo. Libre del freno vuelve a ser un animal bueno y trabajador. El freno siempre causa dolor porque es un objeto extraño que se introduce a la fuerza en la boca del animal y es tensado por las riendas. Algunas personas creen erróneamente que sirve para calmar al caballo nervioso: esto es falso. Un caballo nervioso es un animal que esta asustado o que se reciente de un maltrato anterior. Si se trata bien al animal, se le habla con voz suave, se le da una zanahoria y no se usa con él látigos, palos, garrotes o espuelas, el caballo es dócil y hace voluntariamente lo que su dueño quiere. Por el contrario, cuando es golpeado, cuando siente dolor o miedo, cuando la carga o la velocidad son excesivas y no puede continuar o esta punto de caer, tiende a rebelarse. Entonces es mejor detenerse, hablarle, quitarle peso y dejarle beber y descansar. La violencia es inmoral, y, sobretodo, causa daño físico y mental al animal. Con la violencia solo se consiguen esclavos asustados, nunca buenos colaboradores, lo mismo que en el terreno humano. Un animal agitado puede ser un peligro para su propietario, los niños, los turistas. Debe corregírsele con palabras amables y descanso, si gritos, sin golpes ni castigos. El freno debe eliminarse en todos los casos, así como la rienda que pasa a través del labio o en las narices del camello. Usar freno en un burro es pura locura o sadismo.
  • Espuelas. Se deben eliminar, por las mismas razones expuestas para el freno.
  • La baticola. Se debe reemplazar por una correa que pase por detrás del muslo, ya que es dolorosa y causa peladuras. Es peor si se hace con un lazo.
  • El látigo. Medio de tortura que debe eliminarse. Un propietario inteligente entiende fácilmente que una orden dada por la persona que cuida al animal, si lo trata bien, es mucho más útil que el uso del doloroso látigo, que, a la larga, es un factor negativo en su comportamiento. El látigo hace que el animal se rebele, pero no lo hace trabajar más duro. Por el contrario, lo debilita. Lo jóvenes lo usan con frecuencia porque nadie les ha explicado que las palabras, también con los animales, son más útiles que la fuerza. Un animal es incapaz de hacer esfuerzos si esta viejo, enfermo o cansado, por mucho que el propietario se enfade y le golpee salvajemente. El animal puede caerse, romperse un hueso o morir, pero, en cualquier caso, no se consigue nada de él. Además, un trato desconsiderado al animal puede causar accidentes y repercutir en personas inocentes en el caso de carruajes para transporte de personas.
  • La silla de montar. Si la silla no tiene una forma y consistencia adecuadas a la espalda del animal, este se rebelará a causa del dolor que le producirán las heridas o peladuras. Un caballo saludable goza llevando a su amo-amigo a dar un paseo, pero reaccionará mal si se le aplica una silla inadecuada. La espalda, que es la columna vertebral, está en movimiento continuamente. Los huesos están inmediatamente debajo de la piel, que en esa zona es delgada y frágil. La silla deberá, por tanto, tener el peso y tamaño correctos. Es necesario colocar un material suave, como plástico poroso o una cobija, entre la silla y la espalda del animal. Si aparecen peladuras, deben traficarse con desinfectantes y exponerse al aire. El animal debe descansar hasta que sane. La silla se mantiene en su lugar mediante una correa que, con frecuencia, se aprieta tanto que dificulta la respiración del animal, obstaculizando de esta forma su buen comportamiento.
  • La albarda. Presenta el mismo problema que la silla. No debe estar unida a la grupa, sino a una correa que pasa frente al pecho y por detrás del anca o grupa. Esta correa debe cargar, en parte, con el peso del vehículo (lo mismo que el freno de mano), en caso de una frenada en seco, y ningún peso debe recaer sobre la baticola, que se debe eliminar. La albarda no debe ser rígida, sino articulada en varias secciones. El peso de la carga debe ser proporcional a la fortaleza del animal, debe estar equilibrado en forma pareja, sin oscilaciones, y no será nunca superior aun tercio del peso del animal. Si el animal no se está moviendo se debe descargar. En el caso de los camellos, la silla se fija mediante una cuerda que va bajo la cola y que causa peladuras y dolor. La heridas y peladuras pueden infectarse de diversas enfermedades, fiebre y cansancio, obstaculizando la salud y vida del animal.
  • Cadenas o grilletes. Estos se fijan a las patas para que el animal no vague, pero algunas veces están apretados y se dejan por tanto tiempo que el animal no pude mover las patas ni puede acostarse. Es un procedimiento de inmovilización cruel. Silla, albarda, freno y cadenas o grilletes son dejados en el animal por la noche, tal es la ignorancia criminal o indiferencia de algunos amos. El animal se cansa innecesariamente, no puede acostarse y, por lo tanto, estará fatigado al comenzar una nueva jornada.
  • El yugo o yunta. Se fija a los cuernos del buey. Los cuernos no están hechos para tirar de pesos y es innatural para el buey tener que mantener su cuello rígido cuando trabaja, impidiendo así el movimiento de la cabeza y el uso coordinado de todos los músculos. El yugo sobre la cruz tampoco es adecuado para tirar, y es todavía peor si esta hecho de madera. Para la labor de tiro, el buey debe usar un collar abullonado y cómodo alrededor del cuello, como el que usan los caballos. Esto también es esencial para que el animal pueda desempeñar una labor confortable y productiva. Por lo tanto, el yugo debe eliminarse.
  • Hay muchas otras formas de explotación de los animales, comunes en todas partes, que no son sino crueldades más o menos graves que siempre buscan un mayor beneficio en detrimento del bienestar del animal:
    • Jornadas de trabajo excesivamente largas. Especialmente cuando el animal tiene dos amos o trabaja de día y de noche. También si se le hace descansar en sitios inadecuados, como cuestas, y además con la carga a cuestas, o cuando tiene que viajar muchas horas por carreteras.
    • Dejar los animales en lugares estrechos, en los que no pueden acostarse, sin alimento, o en establos excesivamente calientes o fríos.
    • Usar el caballo o burro como freno del vehículo que esta tirando, cuando va colina abajo.
    • Frenar súbitamente con la carreta cargada, tirando fuertemente del freno, que presiona dolorosamente el paladar.
    • Animales que tiran de cargas demasiado pesadas. Sufren golpes y caídas.
    • Caballos viejos forzados a trabajar todo el día en las ciudades, bajo el sol.
    • Uso de correas que sostienen las cabezas de los animales cansado o enfermos para que tengan apariencia normal (en circos, escuelas de equitación).
    • Golpear a los animales por la noche.

COMENTARIOS:

  •  El animal sufre tortura física, pero que quizás la peor tortura sea la psicológica, al recibir malos tratos de las personas más cercanas a él, las que hacen las veces de su grupo natural.
  • No hay nada peor que un animal que tiene miedo de su dueño; pierde fortaleza y confianza y su rendimiento es malo, y además sufre fobias pues su comportamiento es nervioso y rebelde. Si se quiere obtener una buena colaboración del animal, el mejor método es hablarle con voz suave, firme y correctora. Se ha de tener una sensibilidad especial para trabajar con animales. La violencia injustificada, como los golpes o hacer pasar hambre, es un lenguaje que los animales no entienden. Un animal no es una máquina. Responde a leyes naturales que no pueden violarse.

El caballo, el burro y los animales domésticos tienen un carácter manso y sumiso. El hombre inteligente y responsable no debería olvidar eso y corresponder con el cariño y buen trato que se merecen cuando entre ambos se establece una mutua relación de convivencia.

CONSEJOS PRÁCTICOS:

  • Peladuras (producidas por sillas o arneses) o cortes: descanso durante tres o cuatro semanas, dejar la herida expuesta al aire y moderar la cantidad de sol. Aplicar diariamente una sustancia grasa, como aceite de hígado, aceite vegetal y cremas antibióticas (nunca en polvo). Revisar el relleno y la forma de la silla, así como las correas y los arneses.
  • Cojera. Es esencial el descanso. La causa de la cojera puede ser una inflamación de los tendones, las articulaciones o neuritis. Si junto a la cojera se presenta temperatura alta o la parte afectada esta inflamada, se deben suministrar antibióticos en dosis de 4 a 8 veces mayores que las administradas a los seres humanos. En cualquier caso, los medicamentos se deben administrar siempre bajo supervisión del veterinario.
  • Cólico. Es una enfermedad frecuente en los caballos. La cura es de nuevo el descanso, antiespasmódicos y antibióticos si hay fiebre. Se puede evitar con una alimentación regular y descanso adecuado.
  • Neumonía, gastritis, enteritis. Son enfermedades graves que se tratan con los mismos medicamentos usados para los humanos.
  • Peso del carruaje. Este, vacío, debe pesar menos que el caballo o burro. Cuando este totalmente cargado no debe pesar más de dos veces el peso del animal, si el viaje es por terreno plano. Un carruaje tirado por un caballo no puede llevar más de tres personas, incluyendo al conductor. Además deben tener freno de mano.

RUEGO DEL CABALLO

Te ruego, amigo mío, que escuches y entiendas mi petición: aliméntame y calma mi sed. Después de terminado el trabajo y la tarea del día, llévame a una cuadra limpia. Háblame porque la voz es más eficaz que las riendas y el látigo. Acaríciame y enséñame a trabajar con paciencia y buena voluntad. No me fatigues en las subidas ni me tires de las riendas en las bajadas. Si no te entiendo enseguida, no te apresures a enarbolar el látigo: mira si por acaso se han enredado las riendas, mira si las herraduras me lastiman los cascos. Si parece que desdeño el heno, examíname los dientes. No me cortes la cola, porque es mi sola defensa contra las moscas que me molestan y atormentan.

Querido amigo: Cuando la edad me haya debilitado o inutilizado, no me condenes a morir de hambre; dame un retiro digno, como el que anhelas para ti mismo, y si estoy enfermo, dame la paz, de manera que no sufra inútilmente. En fin, esta es la humilde súplica que te hago en nombre de Aquel que también nació en un establo.

 

Ong ADDA  Marzo 1995


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