Un cementerio de animales - Manel Cases

ADDAREVISTA 33

Cuando un animal, ya sea perro, gato, caballo, hámster, loro, periquito, canario, tortuga…, ha crecido y vivido en una familia y, dentro de sus pautas biológicas, ha compartido su vida en este entorno, se establece, siempre que sus tutores tengan la suficiente y necesaria sensibilidad, un sentimiento de estima difícilmente calificable y raramente comprensible para muchos. Un sentimiento del cual, al ser personal e intransferible, nadie tiene derecho a opinar. ¿Cuántas personas han llorado más la pérdida de su animal de compañía que, a veces, la de un familiar? ¿Es esto criticable? Lo será para quienes tienen su corazón cerrado hacia los otros seres vivientes y sintientes no humanos. Pero cualquier otra persona sensible lo comprenderá, mucho más si tiene o ha tenido un animal en su entorno.

La muerte de un animal con el que se ha convivido acostumbra a ser un momento muy doloroso –especialmente, si es un perro o un gato, por ser los más dependientes de su tutor–, puesto que ha llegado a ser uno más de la familia a través de los años. La situación, llegado este triste final, obliga a tomar decisiones sobre el destino final de aquel ser querido. Las soluciones pueden ser tan variadas como las posibilidades que estén al alcance de la familia. La más expeditiva es llamar a los servicios municipales que, casi siempre, tienen dispuestos los municipios. Pasan a recoger el cadáver –seguramente tarifado, pues acostumbran a ser empresas contratadas– y aquí se acaba el mal trago. Habrá quien podrá enterrarlo en cualquier lugar de su propiedad, junto a un árbol, por ejemplo, como recuerdo y dando con su cuerpo nueva savia en su último servicio en la continuidad de la vida.

Quien quiera tener un recuerdo más presente tiene la posibilidad de darle sepultura en un cementerio para animales. En las cercanías de Barcelona, en la población de Torrelles de Llobregat, existe, desde el año 1972, el cementerio de pequeños animales «The Loved Ones» , un espacio aislado, en plena naturaleza y rodeado de vegetación. Estructurado en bancadas, debido a la orografía del terreno, dispone tanto de enterramientos en tierra como en nichos. Pasearse por el recinto es darse cuenta inmediatamente de que allí hay enterradas muchas lágrimas y un enorme cariño hacia ellos. El sentimiento que invade al visitante invita inmediatamente al silencio y a recibir unos efluvios inmateriales, adoptando una nueva sensación de recogimiento y de respeto por el lugar. La lectura de las lápidas, lo bien cuidados que están los nichos, los pequeños juguetes con que jugaban, sus fotografías… Todo causa un impacto presente ante algo difícil de explicar. Es más, las lagrimas aparecen de nuevo aunque no sean por tu ser querido. ¡Cuánto amor y desesperanza se desprende con su pérdida!

Poder visitar de vez en cuando a tu mascota alarga su recuerdo y su presencia en los corazones. Quizá, también impone un remanso de sosiego y reflexión ante la ajetreada y estresante vida a que se nos somete. 

(The Loved Ones. Torrelles de Llobregat, Tel (00 34) 93 6890154. Los domingos hay un autobús lanzadera desde la Plaza de Cataluña de Barcelona).

 

Ong ADDA  -Diciembre 2006


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