Los galgos también cuentan - Redacción

ADDAREVISTA 28

Dentro del ambiente de movilización y entusiasmo por la defensa y respeto de los animales que está viviendo la ciudad de Barcelona después de que su Ayuntamiento se declarase antitaurino, el siguiente acto al cual podía sumarse la ciudadanía el 18 de abril de 2004 fue la manifestación convocada por la asociación "SOS Galgos", a la que se adhirieron ADDA y numerosas otras asociaciones. El hecho de que se celebrara en un domingo permitió una asistencia de cerca de 2.000 personas, las cuales realizaron un largo recorrido, quizás excesivo. Punieron del centro lúdico y comercial de La Maquinista y cruzaron el río Besos, adentrándose en el casco antiguo de la barriada de Sant Andreu de Barcelona, hasta llegar -después de casi dos horas de recorrido- a la Via Meridiana y terminar frente al Canódromo de Barcelona, el último y único que queda en España.

Este evento, cuyo anuncio ya había sido publicitado como noticia en varias gacetillas de los medios de comunicación, contaba con la anunciada presencia y adhesión de los grupos políticos Esquerra Republicana de Catalunya, ERC, y Convergencia i Unió, CIU. Asistieron, por tanto, políticos, Oriol Amorós (ERC), Magda Oranich (CIU), Joan Pallares (ERC) y otros, que ante un nutrido número de periodistas, de radio y televisión, dieron representatividad al encuentro. Estuvo presente, también, una representante de "Galgos sin Fronteras" de Madrid.

El tema de los galgos preocupa ya desde hace tiempo, tanto en el caso de los que son utilizados para las carreras, como en el de los que participan en los concursos de carrera y caza en campo abierto. Esto último suele celebrarse en la meseta castellana con un terrible final para alguno de estos infelices canes, que aparecen colgados de los árboles cuando, exhaustos, no pueden mantenerse en pie y sucumben por el alambre corredizo que los atenaza; una forma de maldad humana incalificable y que se está denunciando para que las autoridades extremen su celo para evitarlo.

Los galgos utilizados para las carreras en el canódromo de Barcelona, el que queda de los dos que había y ahora único de España (existieron también en Valencia y Mallorca), languidecen desde hace años. Las carreras de galgos siempre han ido ligadas a las apuestas, y en tiempos de la dictadura era, quizás, la única forma de apuesta además del frontón. La autorización con la democracia del juego en sus más variadas formas (casinos, bingo, máquinas tragaperras, etc.) y las innumerables formas de jugarse el dinero han dado como resultado que, poco a poco, la asistencia a los canódromos se haya ido reduciendo hasta llegar a tener como público colectivos de poca capacidad dineraria, preferentemente jubilados, con envites mínimos y premios, si llegan, de cantidades exiguas. Resulta más una reunión de viejos conocidos que tienen aquel lugar como una forma de pasar el rato y matar el tiempo, algo nada reprobable si no se escondiese detrás de ello un sufrimiento y una manipulación para los animales, que son obligados a correr tras un señuelo mecánico que no podrán alcanzar.

Los galgos de carrera que se han utilizado en España -ahora tan sólo en Barcelona- provienen principalmente de Irlanda, que suele ser el abastecedor oficial de estos animales ya que los criadores son subvencionados por el gobierno y se encargan de su reproducción masiva destinada a la exportación. A España sólo llegan los animales llamados "de segundas". Las condiciones de transporte y su situación en destino han sido denunciadas desde hace años. Estas denuncias referentes a España, explicitadas por el control y seguimiento de los camiones, fueron substanciadas a principios de los años noventa por la Federación Irlandesa con la prohibición durante unos meses de este tráfico. Pasado un tiempo prudencial, las cosas volvieron al cauce normal y acostumbrado.

Los convocantes de la mencionada manifestación denunciaban que se les encierra en jaulas de un metro cuadrado, con escasa atención veterinaria, sin control anti-doping -algo importante cuando hay apuestas de por medio- y donde sufren las inclemencias del tiempo, haga frío o calor. Del canódromo son trasladados a un lugar llamado El Galgo Sénior, donde, al parecer, sólo sobreviven los más fuertes. Antes de la aparición de las leyes de protección y de experimentación con animales era corriente que un galgo que ya no resultase rentable se vendiese para la experimentación, pues su musculatura fibrosa y exenta de grasas resultaba válida para los experimentadores. Afortunadamente esto ya no ocurre.

Al llegar frente al canódromo, Albert Sordé (SOS Galgos) leyó un manifiesto. Ahora se exige que el canódromo cumpla con la normativa vigente en materia de protección animal y que los perros puedan disfrutar de un retiro digno y pasen a formar parte de programas de adopción. La Generalitat ha dado un plazo de seis meses para que se tomen las medidas oportunas para unas condiciones mínimas legales de bienestar animal. No parece posible cumplir con lo legislado, tanto por lo poco rentable de este tipo de carreras, como por la presión de los vecinos y ser su ubicación un solar apetecible, dada la carencia de suelo, para otras actividades más respetuosas con los animales y de amplio sentido social. El cierre definitivo de este canódromo y la finalización en España de este tipo de explotación trasnochada se perfilan como la solución definitiva. (SOS Galgos, 34 607 216 896).

 

Ong ADDA  -Junio 2004


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