Barcelona y su Ayuntamiento. Avances positivos.

ADDAREVISTA 25

A pesar de que Cataluña y Barcelona en particular, ha sido uno de los motores del animalismo en España desde los comienzos de la protección de los animales en el siglo XIX con la fundación de la Liga para la Protección de los Animales y Plantas (véase ADDA Defiende los Animales nº 4 y 14), la Federación Española de Protección de Animales y Plantas, la misma Asociación para la Defensa de los Derechos del Animal, ADDA, y su ciudadanía, que se define como la más contraria a la celebración de corridas de toros como demuestran las encuestas; el Ayuntamiento de Barcelona desaprovechó fastos e hitos importantes para poner al día lugares tan lúgubres y siniestros como su perrera municipal situada en un lugar inhóspito en las laderas del monte Tibidabo de la Sierra de Collcerola. Fueron inútiles los esfuerzos y denuncias unitarios que, año tras año, todos los que defendían a los animales iban realizando. Aquel lugar será recordado como un lugar de holocausto donde miles y miles de animales, perros y gatos, han dejado sus vidas, muchas veces matados de mala manera y bien meredores de la erección de un monumento en su recuerdo. La acumulación de las víctimas que entraban era enorme porque no sólo se sacrificaban los perros provenientes de la ciudad sino que, en unos convenios que se renovaban periódicamente, la Diputación de Barcelona llevaba gran cantidad de canes y gatos que recogían en muchas poblaciones cercanas y no tan cercanas a Barcelona.

Las cosas, poco a poco, empezaron a cambiar. Los veterinarios asignados a aquel campo de exterminio, funcionarios que dejaban sus obligaciones matadoras en manos de otros ni tan siquiera titulados, pasaron a la jubilación. Como resultado de la continuada y creciente presión de los animalistas, cada vez mejor organizados, el Ayuntamiento decidió la creación, a propuesta de varias entidades animalistas (ADDA y FEDAN entre ellas), del Consejo Municipal de Convivencia y Protección de los Animales, que encontró, en aquel entonces, en Pilar Rahola, Teniente de Alcalde y una verdadera y decidida defensora de los animales, el utensilio político necesario para su cristalización. A ella se debe el que Barcelona, en un ámbito más teórico que práctico, en un Plenario del Ayuntamiento aprobase la Declaración de Barcelona de Protección de los Animales, modélica y avanzada en cuanto a contenido para una cuidad de la importancia de Barcelona (véase ADDA Defiende los Animales nº 21).

Consecuentemente, la perrera, dependiente de Salud Pública municipal, decidió la creación de un Comité de Calidad para aquel centro, compuesto por dos plazas del mismo departamento: una plaza para el Colegio de Veterinarios y otra para la representación de los animalistas. La principal y primera labor fue intentar adecentar aquel lugar de jaulas sin ningún acondicionamiento, con hierros oxidados y un aspecto dantesco. Con lentitud pero de forma progresiva fueron sustituidas por otras mejor acondicionadas. Pero la avalancha de víctimas continuaba llegando. Pocas podían ser adoptadas pues no existía logística ni medios informáticos, y lo que resultaba peor es que el personal tampoco estaba mentalizado. El veterinario municipal decidía qué perros o gatos podían ser adoptados, con lo que quitaba cualquier otra opción al resto que, pasados los ocho o diez días que señala la ley catalana, eran eliminados.

Una de las razones principales que movieron a la creación del Consejo Municipal de Convivencia y Protección de los Animales fue, precisamente, intentar mejorar las condiciones de la perrera de la Arrabassada, ya que éste es el lugar donde se encuentra. El PI, partido político en el que militaba Rahora, dejó de existir tras las últimas elecciones municipales y se hizo cargo de la presidencia del Consejo Jordi Portabella, perteneciente a Esquerra Republicana de Catalunya, ERC. Portabella, un político ambicioso y emergente, presentaba una buena faceta animalista, demostrada con anterioridad durante su paso como diputado del Parlament de Catalunya. En el Consejo Municipal continuó presente el tema de mejorar las condiciones de la perrera y solicitar algo más: el cambio de ubicación y mentalidad y el interesar a otros, si no todos, partidos políticos para que, de una vez por todas, el Ayuntamiento de Barcelona iniciase los pasos necesarios para la edificación de un nuevo centro que se pudiese llamar “de acogida”; dado que la perrera, que en el ámbito municipal así pasó a denominarse, nunca fue aceptada por los animalistas.

La Diputación de Barcelona, durante años, contribuyó a la masacre producida en la perrera de Barcelona como centro mortuorio. Eran responsables de aquellos tristes días funcionarios que tenían las zoonosis (enfermedades de los animales trasmitidas a los humanos) como una obsesión que conducía, como único recurso, a la eliminación de los animales; tristes figuras que pasaron, afortunadamente, al anonimato. La entrada de nuevos cargos políticos en este ente supra-municipal y la decidida colaboración de la diputada Marga Dordella (IC Els Verds), receptiva a los esfuerzos y continuado trabajo del movimiento antimatanzas encabezado por la Federación de Entidades pro Derechos de los Animales y la Naturaleza, FEDAN (véanse informes en ADDA Defiende los Animales n° 12 y 14), paulatinamente hicieron posible establecer un fructífero trabajo de interrelación. Una visita organizada a Italia con altos cargos del departamento de Salud Pública de la Diputación de Barcelona, alcaides y responsables de medio ambiente de distintos ayuntamientos, dio como resultado una toma directa de contacto para conocer cómo se implementa en aquel país la ley que prohibe matar animales de compañía en perreras y refugios privados, cómo se protegen las colonias de gatos urbanos (alguna declarada en Roma como patrimonio biocultural) y todo el sistema administrativo que conlleva. La Diputación, que ha reducido drásticamente la entrega de perros a la perrera de la Arrabassada, tiene en construcción varios centros de acogida de animales abandonados estratégicamente situados dentro de su territorio y busca un sistema de colaboración con las protectoras locales enmarcado en un progresivo espíritu de anti-matanza.

El Ayuntamiento de Barcelona, cada vez más influenciado por el Consejo Municipal, las entidades animalistas que lo componen, así como los representantes de los distintos grupos políticos, recientemente ha despertado de su letargo de forma sorpresiva e innovadora. Han sido promulgadas nuevas ordenanzas municipales con dos importantísimos acuerdos. El primero, la prohibición de que los establecimientos de venta de animales puedan tener a éstos en los escaparates, a fin de evitar la compra compulsiva, aspiración ésta largamente solicitada y trabajada por la FEDAN; y el segundo, también de gran trascendencia pues se espera que más tarde o temprano será adoptado en otras importantes ciudades españolas, es el de no matar más perros y gatos en la perrera. Esta última medida tendrá efectividad a partir del primero de enero de 2003.

Se termina con ello el holocausto y se satisface la reiterada solicitud de aquellas organizaciones animalistas avanzadas que denunciaban como vergonzoso e injustificable el hecho de que unos pobres animales, como premio a la irresponsabilidad y falta de conciencia y humanidad de sus poseedores, se vieran, de repente, separados de sus hogares y en un ambiente horrible acabaran matados, como piezas inservibles dentro del conjunto que ha ido creando la sociedad. Gran parte de este avance se debe a la proposición que presentó la concejala Magda Oranich (CIU), integrante del Consejo Municipal y amante de los animales, como es sabido por cualquier protector de Barcelona. La petición, hecha en el momento oportuno, contó con el voto favorable de Jordi Portabella (ERC) e Inma Mayol (IC), que arrastraron al voto unánime a todos los partidos que forman el Ayuntamiento.

Todas las innovaciones encuentran resistencias por las partes inmovilistas, ancladas en el pasado, que, por rutina, miedos, motivos económicos o falta de imaginación, prefieren decantarse por el lado de los malos augurios antes que incorporarse con valentía y espíritu de colaboración a los avances y nuevas tendencias. Si se colaborase aunando esfuerzos, resultaría mucho más fácil pensar que dentro de unos pocos años lo que ahora es novedad será normalidad. Indudablemente, estas nuevas disposiciones tendrán dificultades de implantación dado que, hoy por hoy, la rutina de eliminación sistemática ha sido la que se ha aplicado. Es necesario, desde el primer momento, poner en marcha un estudio para conocer lo más exactamente posible dónde están las principales causas del abandono y, conocidas éstas, empezar a actuar de forma decidida, entusiasta y con los medios económicos que garanticen un buen resultado.

¿CÓMO PUEDE FRENARSE EL ABANDONO? 

Las causas enumeradas son los factores esenciales de la proliferación de la población perruna y también, en parte, gatuna, El deseo de los animalistas de que cese la matanza en perreras y refugios debe retrotraerse a estas causas para disminuir sensiblemente la superpoblación. Los medios que pondrán en marcha las administraciones en un doble aspecto, coercitivo e informativo, serán vitales para que en España, por primera vez, se aborde este tema con la responsabilidad y seriedad que merece. Un país como Suecia tiene un escasísimo porcentaje de abandonos y, por lo tanto, ni hay que pensar en el problema de matar o no matar; sencillamente: no existe. Si a ello añadimos una educación tendente a favorecer las adopciones y la sensibilización de la gente, queda resuelto, ya desde un inicio, lo que aquí se está discutiendo.

Ya se ha indicado que comienzan tiempos de cambios y que los problemas que surjan deben encontrar la colaboración de todos los estamentos implicados. Es desconsolador que ciertas protectoras vean en la nueva tendencia de no matar un nuevo problema que se les echa encima y que colectivos como el Colegio de Veterinarios de Barcelona y la Fundación Purina se dirijan a Magda Oranich (CIU), quien tan brillantemente presentó la iniciativa municipal, en un sentido más de presentar dificultades que de ofrecerse en una franca colaboración.

CAUSAS PRINCIPALES DEL ABANDONO:

  • Tenencia irresponsable de animales de compañía. La posesión de un perro o gato implica una serie de conocimientos de la etología del animal, de sus fases de crecimiento si es un cachorro, de sus necesidades y del sacrificio, a veces muy saludable para hacer ejercicio, que implica tener que sacarlo a pasear si se encuentra en un ambiente urbano. Es absolutamente válida la frase de “uno más en la familia”. El abandono, pues, rompe la unidad familiar y quien lo practica de padre o madre tiene muy poco.
  • Compra compulsiva. Adultos, ignorantes de lo que representa la posesión de un animal de compañía, caen ante el capricho de sus hijos de hacerse con una mascota. Al niño o niña (que más tarde irá siendo complacido con otras peticiones: llegar tarde a casa, salidas con amigos y amigas, socorrer, coche, moto náutica, etc.) se le entrega un ser viviente y sensible, un peluche, generalmente adquirido en un establecimiento a precios nada desdeñables, que es bienvenido los primeros días pero que después se vuelve molesto: ladra (como puede llorar un niño), muerde la tapicería (le duelen los dientes al crecer), ladra por miedo a quedarse sólo, se orina o defeca porque no tiene bien organizados los horarios de paseo, la comunidad se queja y empieza a poner denuncias e impedimentos, etc.; hasta que el padre, o la madre, decide deshacerse del indefenso animal que tan sólo está pasando por un proceso evolutivo y que, como todos, ve en quienes lo tienen su Dios salvador al que ama como tan sólo puede hacerlo un perro. Decidida ya la suerte del animal llega otra fase más delicada. ¿Cómo deshacerse del animal? El desalmado lo tiene fácil: llevárselo lo más lejos posible y soltarlo a su propia suerte sin pensar en el shock que va a sufrir quien no comprende nada y que empieza en una espiral de angustia y miedo que lo traumatiza. Acabará atropellado, en otras malas manos o recogido para morir en una perrera. También tiene una ínfima posibilidad de que lo recoja alguien de buen corazón e inicie una nueva vida en la que su amor por quienes lo tienen se verá, esta vez, recompensado. No todos utilizan el método del abandono puro y simple. Empiezan entonces las llamadas a las protectoras locales, perreras y centros de acogida. Los motivos que se exponen podrían figurar en un tratado ad hoc. La mayoría en un alarde de hipocresía, dicen que no quieren dejarlo en un sitio donde lo maten cuando ellos ya lo han sentenciado de hecho. Y como existen muchísimos más abandonos que personas dispuestas a adoptarlo, por regla general el animal lleva siempre las de perder.
  • Criadores ilegales. Es corriente encontrar en las revistas de anuncios gratuitos una constante oferta de camadas, normalmente de perros que están, más o menos, de moda. Se trata de animales que, debido a la endogamia, resultan propensos a enfermedades y discapacitaciones funcional y mental. Son la ayuda económica de quien hace criar sistemáticamente a su perra y encuentra, con la mayor facilidad, un sistema de promoción de su “mercancía”. Nada hacen, hasta ahora, las administraciones para poner coto a estas transacciones libres de impuestos y sin factura oficial, lo que por lo tanto hace imposible cualquier posterior reclamación. Gran parte de estos animales terminarán abandonados.
  • Maternidad no deseada. Un escaso cuidado y vigilancia de la hembra hace que, al mínimo descuido, aparezca un “Don Juan” perruno con un afinadísimo olfato, imposible de imaginar para los humanos, y en un santiamén la relación queda consumada. Después de este encuentro la familia se verá incrementada en 4 ó 6 cachorros, con el problema añadido de cómo colocarlos. Es importante que, si no pueden tener una estricta vigilancia, las hembras estén esterilizadas o castradas. El consejo del veterinario siempre hay que tenerlo en cuenta.
  • Importaciones masivas. En la actualidad, con la apertura de fronteras y el proceso de globalización está entrando en España gran cantidad de perros provenientes de los países del Este. Entran por camiones enteros y su precio es sensiblemente más bajo. Las condiciones del viaje no son buenas, con un recorrido de muchos kilómetros desde su punto de origen. La mortalidad se suple con los bajos precios de adquisición y se han dado casos en que, una vez adquiridos, los animales fallecen debido a varios factores, incluida la debilidad del animal. Problema, éste, difícil de abordar: es de suponer que se trata de un comercio legal y tiene como resultado un notable incremento de la población que desembocará en un mayor número de abandonos.
  • Muerte del poseedor del animal. Quien a causa de su edad o estado de salud no ha dispuesto cuál puede ser el destino de su mascota comete una irresponsabilidad. Aunque es pequeño el porcentaje que aporta esta situación, la realidad es tristemente emotiva. Es conocida la fidelidad del animal velando la tumba de con quien a compartido su vida.

 

Ong ADDA  -Julio/Diciembre 2002


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